jueves. 28.03.2024

Siento decirte amigo lector que este es un artículo más publicado en torno a la triste efeméride del año de guerra en Ucrania, en mi descargo decirte que no es fácil abstraerse de tanto dolor ni dejar de retozar en tanta basura. Así es que siento traerte al lugar de la  muerte y de la mierda otra vez.

No obstante quiero decirte que este artículo contiene algunas particularidades que le aleja de casi todo lo que has leído, de los profundos análisis expuestos por expertos en belicismo (¿de dónde habrán salido tantos?), y de las predicciones y vaticinios sobre quién, cómo y porqué va a ganar (o perder) la infausta guerra. 

Quisiera situarte ante algunas cuestiones que quizás te y nos ayuden a todos a comprender mejor esta locura, trataré de hacerte reflexionar sobre aspectos de la guerra poco tratados con la esperanza de que ello te y nos ayude a inhibir las ganas de mandar lo poco que de pacifismo queda suelto al garete.

Sin que suponga ninguna taxonomía ni gradación por su importancia, expongo que hay razones ocultadas que explican la guerra mejor que las crónicas periodísticas.

1.- Dígase lo que se diga, Rusia, el agente promotor desde el inicio, emprende una guerra no por un territorio, sino por una razón de ser. La lenta pero irrefrenable extinción de la edad del hidrocarburo, deja a Rusia sin sitio en el futuro. Su posición geoestratégica en el mundo se sostiene en sus riquezas petrolíferas y en la capacidad de veto en el consejo de seguridad de la ONU. La posesión del oro negro ha entrado en fase de obsolescencia, que quizá haya acelerado, pero su desaparición parece clara para los plutócratas del Kemlin, lo saben: el petróleo no garantiza ya nada. Por otro lado, su poder de veto deviene de actos bélicos ocurridos en la 2ª gran guerra. Con mayor o menor justificación, lo cierto es que para los jerarcas actuales los actos violentos son constitutivos de sus esencias, lo dice el mismo Lavrov (ministro de exteriores ruso), Rusia es lo que es y no vamos a sentir vergüenza por ello. Así es que desde mi punto de vista, una de las razones de peso que animan esta guerra tiene que ver con el relevo del modelo de producción de energía, que pasa del sucio petróleo hacia estrategias alternativas fuera de su control, y tratan de revertirlo por la fuerza.

2.- La industria de la guerra avanza hacia versiones 2.0, la industria tradicional tiene que someterse a un proceso de lifting profundo, renovarse o morir. Por ello hay que vaciar los stocks de productos superados para invertir en la nueva gama de máquinas de muerte. La próxima temporada ya apunta a complementos para tipos de guerra muy sofisticadas, con los campos de batalla situados en la estratosfera, pero antes de abordar la renovación hay que hacer caja y saldar existencias, y dado que fueron diseñadas para tipos de guerras más convencionales, lo oportuno es provocar una que se lleve por delante todas las cascarrias ideadas para impedir la tercera guerra mundial (¡la cosa tiene huevos!). Los tanques leopard son el mejor de los ejemplos de cómo esta brutal guerra va a acabar con los excedentes, dando vida a la chatarra arrojada a los vertederos militares, que una vez vaciados justificarán los gastos para cubrir el vacío con  compras que reemplacen las existencias saldadas. O esta guerra o el cash and converter. La industria nos llenó de tecnologías de la guerra en VHS y ahora quiere que nos pasemos al mundo digital.

3.- Recordad la disputa entre Julio Cesar y Pompeyo. El primero más astuto, pero peor armado que el segundo, comprendió que la fortaleza del adversario se sostenía por su capacidad militar. Con muchas legiones preparadas y sin ninguna guerra de frontera que abordar, Cesar le plantea a Pompeyo una confrontación larga, de desgaste que no puede ganar, pero que impide que Pompeyo pueda concentrar en un objetivo su potencia, Cesar cree que hay que entretener a Pompeyo. Así se comporta la insaciable industria militar americana, una vez finalizado el ciclo en Irak, Siria y Afganistán necesita un nuevo reto, tener su propio Pompeyo entretenerse en algo, por ejemplo en comprobar hasta donde llega la capacidad productiva militar en un escenario de guerra sin fin. Et voila, aparecen rusos y ucranios que dan el perfil de perfectos combatientes dispuestos hasta la extenuación.

4.- Y como lo que hace falta para conectar estas aparentemente dispersas razones de guerra es una línea jerárquica estricta, los regímenes autoritarios ven en ella una posibilidad para medir su capacidad de coacción respecto de sus respectivos pueblos. Rusia, China, Turquía y otros animadores de parte en esta guerra andan sufriendo un cierto desgaste de prestigio y legitimidad en sus respectivas áreas de poder. Este tipo de guerra les viene pintiparado para arrasar la disidencia en sus territorios y para rebajar la emoción moral de la muerte. La guerra exige renunciar a todo, incluso a la vida. Amar la libertad, justicia y equidad ya no se paga con la vida, la muerte ha perdido su valor en esta guerra, las hay a miles, la inflación ha reducido el poder de compra moral de quienes estaban dispuestos, como Navalny, a dar su vida por ello. Ahora miles de rusos la dan por los bigotes del Zar, digo por la esquizofrenia del nuevo Rasputin.

Esta guerra, amigos míos, como casi todas las guerras son un juego de birle biloque, de truco de mago con oficio. Lo que se ve es una mera ilusión que oculta lo que de verdad ocurre.

Todo lo que siempre quiso saber sobre la guerra en Ucrania pero no se atrevió a preguntar