viernes. 19.04.2024
agua

El pasado 7 de diciembre, el agua -la base de la vida en nuestro planeta- comenzó a cotizar en el mercado de valores. El precio del agua fluctuará a partir de ahora como lo hacen el petróleo, el oro o el trigo. 

La noticia, tratada por los medios del poder, no produjo el espanto que debió producir ni provocó manifestaciones multitudinarias en defensa de un bien indispensable para el desarrollo de la vida. La cifra de muertes a nivel global relacionadas con la pandemia durante 2020 ocupó las principales portadas de los medios de comunicación que ahora se esmeran en demostrar mediante encuestas la confianza y el recelo que despiertan las vacunas, según su origen y procedencia.

Eriza la piel el solo hecho de imaginarse a los lobos de Wall Street jugando a pérdida y ganancia con eso que hasta ayer era un derecho fundamental, un bien necesario para el desarrollo de la vida

La mercantilización del agua y su inminente escasez había sido hasta ahora uno de los recursos de la inventiva de los grandes autores de distopias y escenarios apocalípticos. James Graham Ballard imaginó, allá por 1979, un mundo en el que el agua potable prácticamente ha desaparecido, obligando a las poblaciones a establecerse en las riberas, como única opción para la supervivencia. En “La Sequía”, Graham Ballard arriesga un futuro que el pasado mes de diciembre comenzó a convertirse en realidad. Mientras más de 2 mil millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable, este recurso ha sido mercantilizado, manoseado por un sistema tan perverso que es capaz de capitalizar los bienes comunes más preciados. Eriza la piel el solo hecho de imaginarse a los lobos de Wall Street jugando a pérdida y ganancia con eso que hasta ayer era un derecho fundamental, un bien necesario para el desarrollo de la vida.

Los contratos de agua darán vía libre para que los agricultores y los inversores puedan protegerse o apostar por el potencial de escasez de agua. Los contratos de futuros de agua se liquidarán financieramente, lo que significa que los compradores de los contratos que se mantengan hasta el vencimiento no serán recibidos con una entrega de millones de galones de agua como lo harían con otros futuros básicos como el petróleo o los granos.

En otras palabras, podría decirse que serán las mismas multinacionales que contaminan el agua quienes se beneficiarán con la mercantilización de la misma.

Según Naciones Unidas, en los próximos años dos tercios del planeta experimentará escasez de agua, produciendo el desplazamiento de millones de seres humanos. Y la realidad, para entonces, habrá superado con creces a la ficción.

"La Sequía", cuando la realidad supera a la ficción