jueves. 28.03.2024
Foto: Público.es

Por Oliverio Martín | El acuerdo entre los gobiernos de Gran Bretaña y el pequeño pais africano de Ruanda para la deportación de solicitantes de asilo llegados a las costas y aeropuertos británicos hacia aquella región de africa, en inglés Rwanda Asylum Plan, ha resultado ser, con el tiempo, uno de los últimos coletazos del gabinete del controvertido Boris Johnson, tal fue la implicación del mandatario británico, que en uno de los últimos viajes oficiales para asistir a la última cumbre de la Commonwealth, con sede curiosamente en Kigali, capital de Ruanda, a finales del pasado mes de junio, no ha perdido la ocasión para seguir defendiendo un proyecto, que ha dividido a la sociedad del Reino Unido y pretende poner en cuestión el derecho al asilo y refugio tal como lo veníamos conociendo.

La noticia se daba a conocer internacionalmente en abril de este mismo año. Los gobiernos británico y ruandés firmaban un acuerdo que consistía en que el país africano aceptaría recibir en su territorio a aquellas personas que solicitaran asilo político en el Reino Unido, sin tener en cuenta su procedencia, y que el gobierno británico les enviase, con el fin de procesar sus solicitudes de asilo e indistintamente del resultado de dicha solicitud darles la opción o de establecerse en el país africano o retornar a su país de origen, pero sin opción de volver a Gran Bretaña.

El contexto en el que se toma esta decisión por parte del gobierno británico es él de una situación similar al que se vive en distintas regiones fronterizas de Europa, sin ir más lejos: entre las costas africanas y las islas Canarias o Andalucia, islas griegas, costas del sur de Italia... En este caso, miles de personas cruzan anualmente el canal que separa las costas del norte de Francia de las del sur de Inglaterra. El gobierno británico defiende que esta medida pretende disuadir la llegada de migrantes a sus costas al imposibilitar de manera absoluta que las personas puedan llegar a instalarse en su territorio.

Es mucho lo que hay en juego, nada más y nada menos que un derecho humano tan antiguo como el asilo y refugio

Ni que decir tiene que amplios sectores tanto políticos, religiosos como de la sociedad civil, del Reino Unido se han opuesto a esta medida por razones legales, eticas y, en definitiva, humanitarias. Sería muy largo expresar las dudas sobre las garantías que podría proporcionar Ruanda a las personas solicitantes de asilo, país que si bien ha experimentado un notable progreso económico en las últimas decadas, sigue teniendo un pobre registro en cuanto a respeto a los derechos humanos y libertades civiles y políticas según estándares occidentales, además de una democracia de una calidad un tanto dudosa en la que su presidente Paul Kagame, en el poder desde el año 2000, ha venido ganando las elecciones con porcentajes, en ocasiones, superiores al 95%. Todo lo anterior, puede ser aceptable para la realidad africana, a la que, en mi opinión, sería erróneo aplicar dichos estándares occidentales, pero la pregunta es: ¿puede considerarse lícito que un país como el Reino Unido tenga semejante socio para gestionar sus flujos migratorios?

Las ventajas para la parte africana del acuerdo son obvias: cuantiosas ayudas económicas y el patronazgo de un país poderoso como Gran Bretaña para su integración en la comunidad internacional, relaciones internacionales muy maltrechas después de una cruenta guerra civil,con genocidio incluido vivido en los años noventa. Un ejemplo, incluso anécdotico, del apoyo británico a escala internacional es su inclusión en la Commonwealth en 2009, recordemos que Ruanda no tiene vinculos coloniales con el Reino Unido.

Como se mencionaba anteriormente, buena parte de la sociedad británica se ha movilizado en contra, de hecho, la justicia de aquel país ha detenido, este mes de junio, el despegue de los primeros vuelos con solicitantes de asilo procedentes de Londres que pretendían aterrizar en Ruanda. La controversia y nuevos interrogantes aparecen: la medida, ¿acabará finalmente por implementarse?, y si fuera así... ¿será copiada por otros países del espacio europeo? En cualquier caso, habrá que estar atentos porque es mucho lo que hay en juego, nada más y nada menos que un derecho humano tan antiguo como el asilo y refugio.

Regulación de los flujos migratorios: acuerdo Londres-Kigali