martes. 16.04.2024
corbyn

La izquierda ha sufrido una nueva derrota electoral en el campo británico. Si bien las encuestas ya anunciaban las dificultades ante las que se enfrentaban los laboristas de Corbyn, las tremendas repercusiones que se derivan de la mayoría absoluta de Boris Johnson han generado un clima en el que la espada de Damocles oscila sobre las principales cabezas del partido buscando un culpable de tal fracaso.

De momento el resultado electoral ya se ha cobrado su primera víctima. Aunque Corbyn sigue a los mandos del partido, el secretario general laborista ya ha anunciado que no se presentará como candidato en unos nuevos comicios.

Al igual que en el resto de Europa, donde la decadencia de los partidos socialdemócratas y sus competidores a la izquierda se empieza a convertir en tendencia (con las contadas excepciones de Portugal y España), el laborismo británico se enfrenta a un nuevo periodo de reformulación que marcará el futuro de la formación.

Lejos de aceptar que el liderazgo de Corbyn haya sido el único factor en la derrota laborista, debemos sentarnos a reflexionar y desentrañar las causas que han propiciado la debacle de la izquierda en Reino Unido. Si aspiramos a tener una visión completa de las circunstancias que han determinado el actual resultado, es necesario que posemos la vista sobre varios factores.

Durante días se ha repetido en los medios de comunicación que el Partido Laborista ha obtenido los peores resultados de su historia desde 1935, sin embargo, esta afirmación tiene algo de tramposa

Son varios los motivos por los cuales el partido de Corbyn ha fracasado en su intento de arrebatar la mayoría a los conservadores. Mientras unos señalan su ambigüedad en el principal clivaje de estas elecciones, el Brexit; o señalan el perfil demasiado izquierdista del candidato como motivo de la pérdida de votos en zonas tradicionalmente laboristas; existen determinados factores relacionados con el tejido institucional de Reino Unido y las propias características del partido que han sido determinantes a la hora de decantar la balanza hacia el lado de Johnson.

Durante días se ha repetido en los medios de comunicación que el Partido Laborista ha obtenido los peores resultados de su historia desde 1935, sin embargo, esta afirmación tiene algo de tramposa. Si bien el número de escaños es muy inferior al de décadas pasadas, si comparamos el número y porcentaje de votos recibidos en estas elecciones, 10.295.607 (32,2%); con los que obtuvo Tony Blair en 2005, llegando a la mayoría para formar gobierno, 9.552.436 (35,2); observamos que no existen grandes diferencias, incluso que actualmente se han obtenido casi un millón de votos más. El motivo de que la distribución de escaños sea tan desigual con resultados tan similares reside en el propio sistema electoral británico conocido comúnmente como First Past the Post. En Reino Unido las circunscripciones son de carácter unipersonal, por lo que solo obtiene representación aquel partido que obtiene el primer puesto en cada circunscripción. Los efectos mayoritarios de este sistema provocan que, ante un buen porcentaje de voto, su traducción en escaños pueda ser muy dispar. Sin embargo, no puede obviarse que el Partido Laborista de Corbyn ha perdido más de dos millones de votos desde las elecciones pasadas habiendo pasado tan solo 2 años.

Es fundamental señalar la brecha generacional que ha marcado estas elecciones como ya lo hizo en el referéndum del Brexit en 2016. El Partido Laborista se ha convertido en el partido hegemónico de la juventud, llegando a rangos difícilmente equivalentes en el resto de Europa. Sin embargo encuentra enormes dificultades a la hora de captar el voto más envejecido. Es por eso por lo que cobra una gran importancia el factor demográfico. En circunscripciones situadas en el conocido como “cinturón rojo” como Bishop Auckland o Bolsover, regiones históricamente laboristas podemos ver cambios drásticos en el envejecimiento de la población, llegando a aumentar los mayores de 65 años en torno a un 35% en los últimos 30 años.

cuadro 1 elecciones britanicas

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Sin duda uno de los elementos que más ha perjudicado al Partido Laborista ha sido tener que forzarse a navegar unas aguas en las que no estaba claro donde podría pescar. Desde el inicio de la campaña quedó claro que los de Corbyn intentarían de todas las formas posibles que el Brexit no ocupara el fondo del debate electoral. Su impactante campaña audiovisual, muy aplaudida en redes sociales; y la promoción de su ambicioso programa económico, que incluía medidas como la gratuidad de la matrícula universitaria o el establecimiento de 30 horas semanales de guarderías gratuitas para familias de dos a 4 años; no han bastado para sobreponerse al claro mensaje que esgrimía Johnson en torno al Brexit: “Let’s get this done”. El laborismo ha intentado dar la batalla en el campo de la agenda intentando conjugar clase y diversidad frente al conflicto identitario de carácter nacional que supone el Brexit y ha sucumbido en el intento.

Varias de las regiones donde el laborismo ha perdido más porcentaje de voto son aquellas en las que el apoyo al Brexit era mayoritario

El motivo de esquivar la salida de la UE como tema central de campaña está directamente relacionado con la ambigüedad que ha mantenido el Partido respecto con su posición. Durante la campaña, Corbyn prometió que ante la dirección de un gobierno laborista se llegaría a un pacto de salida con la UE y se sometería a plebiscito con la opción de la permanencia en la comunidad europea, en el cual, el Partido Laborista permanecería neutral. Esta ambigüedad responde a un hecho muy claro, y es que, aunque la mayoría del electorado votó “leave” en 2016, este se encuentra ampliamente dividido con una gran cuota de votantes “remainers”. Varias de las regiones donde el laborismo ha perdido más porcentaje de voto son aquellas en las que el apoyo al Brexit era mayoritario, sin que haya podido amarrar la totalidad de los votos “remainers” de los cuales hay un flujo que ha ido a parar a la abstención o al Partido Liberal-democrático.

cuadro 3 elecciones britanicas

También debemos entender que mientras el bloque de la derecha logró dotar de unidad su candidatura alcanzando un pacto electoral entre el Partido del Brexit de Farage y los conservadores para no disputar escaños a estos últimos; los laboristas no fueron capaces de poner orden en su propia casa. Nos encontramos ante un partido con tremendas divisiones internas. Durante toda la campaña hemos podido asistir a numerosas declaraciones del sector más liberal del partido laborista, cuyo máximo exponente sigue siendo Tony Blair, que desacreditaban al líder del partido. Aquel que fue señalado por Thatcher como su mejor creación, llegó a decir que, aunque su voto sería para los laboristas, otorgar la mayoría a Corbyn supondría un riesgo para el país. Las declaraciones de miembros del partido se han ido reproduciendo hasta dejar patente de la clara relación de trincheras en el seno de la organización, lo cual explica que muchos se estén relamiendo ante la caída del líder laborista.

Se abre un nuevo ciclo político en Reino Unido en el que el Partido Laborista deberá estar preparado para afrontar futuras cruzadas que abre este nuevo escenario

Por último, otra cuestión que ha pasado de largo en los medios de comunicación es la dimensión nacional del voto. Y es que los laboristas tampoco han sido capaces de retener las regiones que lideraba en terreno escocés. En un espacio en el que el clivaje nacional se solapaba con el Brexit, los de Corbyn no han sido capaces de atraer a sus votantes de perfil mucho más remainer, dejando que el Partido Nacional Escocés capitalizara políticamente su posición mucho más clara, situándose como referente de la opción independentista y pro-permanencia en Escocia. Los laboristas han perdido 6 escaños, quedando solo una región en la que han obtenido representación.

Emulando a sus homólogos europeos, el futuro de la izquierda británica se mueve en el campo de la imprebisibilidad. Como vemos, no son pocos los retos a los que se deberá enfrentar el futuro laborismo. Se abre un nuevo ciclo político en Reino Unido en el que el Partido Laborista deberá estar preparado para afrontar futuras cruzadas que abre este nuevo escenario. Desde luego no podrá hacerlo si no se rearma ante la multilateralidad de la actual realidad política. Nos guste o no, en estos tiempos de desgajamiento de lo previsible, la sociedad británica está demandando caridad, a la vez que penaliza. Ante la derrota, por mucho que sea más cómodo expurgar las culpas mediante chivos y mártires, solo cabe la reflexión y la autocrítica.

Javier Castro Cruz

Reflexión y reformulación en la izquierda británica