viernes. 19.04.2024
universidad barcelona
Universidad Central de Barcelona – edificio universitario histórico.

Será éste, de momento, mi último comentario a propósito del muy recomendable libro “QUAN EL FRANQUIMSE VE PERDRE LA UNIVERSITAT”. El primero fue sobre el “Inter, a raíz de la convocatoria de la presentación del libro. El segundo, tras esta presentación, saludaba el enfoque de la misma al presentarnos la “Capuchinada (la Asamblea Constituyente del Sindicato Democrático de la Universidad de Barcelona) desde la perspectiva de la dirección política por parte del Comité del PSUC en la UB. Subrayando este enfoque, mi comentario pretendía ser una reivindicación del “leninismo”, entendido como teoría de la función de un partido “político” y su interés, su relación con los movimientos sociales, también hoy.

Quiero ahora, tras su lectura, no tanto insistir en su interés, aunque lo merece, sino apuntar algunas de las nuevas y viejas reflexiones que me ha suscitado.

Considero que no es un libro de historia, pero sí un material histórico, para que los historiadores profundicen en el conocimiento de lo que pasó, y cómo y por qué pasó, en la medida que los 7 coautores nos aportan sus recuerdos y las reflexiones que les suscitan. No son por ello las mismas fotografías sobre unos mismos acontecimientos, indican divergencias interesantes entre ellos y con otros protagonistas importantes. Pero son, o me lo parecen, recuerdos honestos, útiles e interesantes precisamente por esto, y que me suscitan el recuerdo del denominado “efecto rashomon”, las peculiaridades de los recuerdos a través de los filtros personales que también apunta alguno de los coautores.

Señalan también, como elemento de posible debate, que el SDEUB sobreviviese 2 años (¿sólo?, ¿tanto?), aunque su vida pueda considerarse que arranca de mucho antes y que su herencia sobrevive hasta mucho después, su triunfo se mantiene en la medida que el franquismo, con o sin SEU, quedo desterrado ya de la Universidad. Quizás tengamos incluso que considerar que recuperar hoy su herencia sería muy positivo. Pero limitándonos a esos 2 años, habría que subrayar el éxito extraordinario de esta “isla de libertad”, una década antes de la transición democrática tras la muerte del dictador, lo que, por otra parte, debería ayudar a entender la particular historia de la derrota del fascismo en España.

Me interesa particularmente ahora volver sobre algo que apunté en mi segundo comentario, la relación entre acción política y acción social, la distinta función de ambas, para insinuar las posibles carencias en ambas en este momento, particularmente de la acción política, del partido político más allá del también necesario papel de agente electoral. Para reivindicar su necesidad, con el optimismo que resulta de la idea de que precisamente de su necesidad surgen evidentes posibilidades.

Algunos de los autores del libro señalan, desde diversas perspectivas, cómo el PSUC, siempre minoritario tanto en la Junta de Delegados como en las Cámaras de Facultad, jugó un papel decisivamente dirigente en diversos momentos cruciales. Pero antes de comentarlo, precisamente para entenderlo mejor, no quiero dejar de mencionar una anécdota citada creo por uno sólo de ellos. Señala una entrevista con un importante dirigente del Partido que le transmitió una concreta “consigna” para su traslación (imposición) a los órganos del SDEUB, con la afirmación de que “todos sabemos que es el Comité de Estudiantes el que manda en el Sindicato” ante las reticencias del dirigente universitario. Pues no, camarada X, el Comité del Partido en la Universidad no “mandaba”, sino que “dirigía”, que a veces son cosas bastante distintas (1), sobre todo porque dirigir exige acertar, y para ello respetar, incluso estimular, la autonomía del movimiento social. Por suerte la dirección del PSUC en la Universidad no quiso entonces “mandar”, como pretendía aquel dirigente del Partido, aunque creo que no puede decirse lo mismo de la gestión del PCE-PSUC en algunos momentos importantes del movimiento obrero, particularmente en los años setenta del siglo pasado.

La autonomía del movimiento social, universitario en este caso, se planteaba en términos muy concretos. Para ello puede afirmarse el acierto de mantener, de impulsar, dos instituciones: el Comité político del PSUC en la Universidad, por una parte, y la Junta de Delegados por otra, asumiendo, incluso estimulando, su mutua “autonomía” (2). El primero, como señala uno de los autores, como órgano de estrategia y su traducción en orientación, como propuesta, y otro, la Junta como dirección-coordinación del movimiento social unitario, como ámbito de decisión concreta. La relación, y coincidencia en este caso, entre ambos no resultaba de quién “mandaba”, sino de su propia capacidad y responsabilidad autónomas, política en un caso, social en otro. Y en ello se basaban sus aciertos.

Las características del “movimiento sociopolítico de masas” (3) universitario tiene por otra parte significativas e importantes coincidencias con el movimiento obrero, concretado en las “comisiones obreras” (en minúsculas) y también con otros movimientos sociales de aquella etapa. Acierta Enric Juliana al considerarlos como un elemento esencial del proceso final de la dictadura franquista en su impactante relato histórico (4) “Aquí no hemos venido a estudiar”. Entender este fenómeno político de aquellos años resulta por otro parte necesario para no perderse en el apasionante thriller (5) de Jordi Amat “El hijo del chófer” cuando relata las aventuras y desventuras de un periodista y asesino.

El libro de los 7 dirigentes políticos universitarios ayuda sin duda a entender la positiva relación entre partido político y movimiento social cuando apunta dos momentos especialmente importantes en el devenir de la acción sociopolítica en la Universidad de Barcelona en este periodo. Dos momentos en los que la orientación política del Comité del PSUC en la Universidad acabó concretándose por parte de la Junta de Delegados con decisiones de importante alcance. En ambos casos el Comité político universitario lo había previamente examinado, y consensuado, con la dirección del Partido, con particular intervención del Secretario General, Gregorio López Raimundo. Interesante quizás señalar además que su fácil (y seguramente inexacta) traducción periodística podría resumirse en que uno era para “avanzar” y otro para “retroceder”. Me refiero, la primera, a la decisión de convocar, organizar y preparar la Asamblea Constituyente del SDEUB, avanzando en la configuración y organización de un movimiento social, abierto, unitario, democrático, autónomo, y de ruptura con el SEU (con el franquismo), y, en el otro, ante la propuesta de una huelga general de exámenes de final de curso, la propuesta de oponerse a ella para impedir una fuga hacia adelante que podría provocar, que hubiera provocado, la ruptura de este movimiento social.

Consciente de las profundas diferencias entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero, hoy y entonces, me atrevo a seguir opinando que no pudimos o supimos proyectar similar capacidad de imaginación, audacia y propuesta, cuando no nos planteamos (6) el Congreso Sindical Constituyente (1 delegado por cada 1.000 trabajadores) antes de la muerte del dictador, también como elemento para la ruptura democrática. Propuesta de un Congreso del nuevo Sindicato obrero, necesariamente unitario, libre, autónomo y democrático, para echar sus raíces en la clase trabajadora movilizada por sus derechos más inmediatos y, entre ellos, por las libertades, la libertad de organización y reivindicación en primer lugar. Podía ser una propuesta inadecuada a la efectiva relación de fuerzas sociales y políticas en presencia, pero al abortarse entonces la discusión con anatemas y medidas disciplinarias, me provoca la repetición de este lamento sugerido por el recuerdo de este espacio de libertad conquistado en la Universidad de Barcelona, con positiva proyección al conjunto del movimiento universitario español y como contribución a la pérdida por parte del franquismo no sólo de la Universidad, también como impulso de la unidad democrática a través de la “Taula Rodona”.

Volviendo a los recuerdos de los miembros del Comité del PSUC en la Universidad, me interesa subrayar su interés, no sólo para los historiadores de aquella etapa, sino también como aportación a la necesaria reflexión para la acción social y política en este momento. Algunos subrayan la composición del propio Comité como órgano político, sin directa representación de las diversas facultades, lo que le hubiera dado más bien el carácter de coordinadora y suma de posibles intereses corporativos, sino como instrumento de dirección política en base a un proyecto político (el PSUC como partido de los comunistas de Catalunya y líder de la lucha antifranquista), así como  de los intereses de l@s univesitari@s como colectivo, con proyección sobre un movimiento social, el universitario, que para ser eficaz se planteaba como unitario y necesariamente democrático, y también necesariamente autónomo, con referencia prioritaria a los intereses inmediatos y a largo plazo, profesionales y académicos, pero consciente cada vez más que para éstos las libertades democráticas eran imprescindibles, sintetizado todo ello en la formulación de la reivindicación central de “Reforma Democrática de la Universidad”.

Hoy, en este 2021 intentando salir de la pandemia hacia una “nueva normalidad”, me parece de evidente necesidad la conjunción de los movimientos sociales, unitarios y autónomos, con la función de una organización política para la transformación social. Quizás la carencia de ésta sea hoy el problema principal. Pero como decían los clásicos, creo, para resolver un problema lo primero, lo más importante, es plantearlo adecuadamente.

Este libro sobre el Partido (PSUC-PCE) y el movimiento social (SDEUB), y lo que sugiere, puede contribuir a la necesaria construcción hoy de los pendientes instrumentos sociales y, sobre todo, de los políticos.


(1) Partido “dirigente” o “dominante”. Democracia o autocracia, impulso del movimiento social o su subordinación para instrumentalizarlo y acabar ahogándolo sin pretenderlo. Para abrir un proceso de transformación social o para establecer una nueva casta dominante que acabe castrándolo. Debate también sobre el eurocomunismo, pero mejor lo dejamos para otra ocasión si sigue interesando. En el momento citado en el libro, el camarada X no entendía demasiado bien lo que estaba pasando. Esta en mi opinión significativa anécdota me recordó mi primer viaje político a Paris en 1959 y una sensación similar de incomprensión por parte de algunos de los presentes, X entre ellos, en una reunión para analizar iniciativas de acción social en esta misma Universidad (la creación del “Inter” entre ellas).
(2) Creo más adecuado el concepto de “autonomía” puesto que considero que los movimientos sociales y políticos en general no son, no pueden ser, independientes entre sí, sino interdependientes.
(3) Afortunado concepto acuñado por Santiago Carrillo en aquella etapa.
(4) https://arpaeditores.com/products/aqui-no-hemos-venido-a-estudiar
(5) https://www.planetadelibros.com/libro-el-hijo-del-chofer/320632
(6) Propuesta consensuada con Socías Humbert, delegado de la CNS en Barcelona desde 1967 hasta septiembre de 1975, que fue rechazada tanto por Alejandro Fernández Sordo, ministro de relaciones sindicales del franquismo desde enero de 1974 hasta diciembre de 1975, como por Santiago Carrillo, Secretario General del PCE. Quizás el error, uno entre otros posibles en la propuesta, fue no implicar directamente y formalmente a la Coordinadora General de CCOO en el tema. No está de más recordar también que un planteamiento en este mismo sentido se formuló por parte de Carles Navales, dirigente de CCOO, en su calidad de Presidente de la Unión de Técnicos y Trabajadores (órgano de la CNS) de Cornellá. 

El PSUC y el SDEUB (y III)