jueves. 28.03.2024

El martes 3 de noviembre son las elecciones generales en EEUU las cuales, es casi seguro, terminen llevando a la Casa Blanca a una senadora negra con una madre india y un padre latino americano. Ella, eventualmente, podría acabar transformándose en la primera mujer en asumir la Presidencia de la mayor potencia de todos los tiempos.

En estos comicios compiten dos candidatos quienes fueron electos por decenas de millones de estadounidenses para representar a los dos grandes partidos: al gobernante Republicano y al opositor Demócrata. El primero es Donald Trump quien busca preservarse en el poder junto con su vicepresidente Mike Pence. El segundo es Joe Biden, el ex vicepresidente de Obama, quien ha ganado las internas demócratas por default, y quien acaba de nominar a Kamala Harris como su compañera de fórmula.

A pesar que a Kamala no ha sido votada por nadie, ella tiene grandes chances de llegar a dirigir a la mega-potencia. Todos los sondeos sostienen que Trump se encuentra entre 8 y 10 puntos porcentuales por debajo de su rival Biden. Ciertamente que en el 2016 Trump llegó al poder pese a que su contrincante demócrata Hillary Clinton le sacó una ventaja de casi 3 millones de votos y más del 2%, pero entonces el Colegio Electoral navegó en su favor ya que él consiguió triunfar en más Estados. No obstante, esta vez tal es la diferencia en las intenciones de voto que las encuestadoras calculan que Biden-Karris pueden imponerse con 3 a 4 veces miembros del colegio electoral que la plancha Trump-Pence.

Si Joe Biden gana los comicios él se posesionará en la Presidencia contando con 78 años de edad, lo cual le hace muy difícil que él quisiera ir a un segundo mandato cuando tuviese 82-86 años. Los críticos de Biden constantemente le cuestionan por sus problemas de memoria y de salud, por lo que muchos creen que él ha decidido nombrar a Harris como su sucesora. Ella podría reemplazarlo en el puesto si su estado físico y mental se deteriora, o ser la siguiente candidata oficialista a la Presidencia en el 2024.

Orígenes indo-afro latinoamericanos

La madre de Kamala, Shyamala Galapan, era una bióloga tamil originaria del sur de la India con la cual ella se crio tras el divorcio de sus padres. Kamala tiene como apellido el de su padre Donald Harris, un profesor de economía que nació en la que era entonces la principal dependencia latinoamericana de los británicos: Jamaica.

En 1494 dicha isla fue una de las primeras en ser visitadas por Cristóbal Colón y los españoles la controlaron hasta que en 1655 se las arrebató Inglaterra. Ciudad Española siguió siendo su capital hasta el siglo XIX. A pesar que gran parte de sus hoy 2,9 millones de habitantes desciende de esclavos negros, dicho país retiene su nombre en lengua amerindia y el grueso de su población habla un inglés afro-criollo emparentado con el que se habla en San Andrés y Providencia (Colombia), en la costa atlántica de Costa Rica y Nicaragua, en las islas de la bahía de Honduras y en Belice.

Harris proviene de San Francisco, un Estado que durante la mayor parte de su historia perteneció a lo que hoy es México y que está muy próximo a volver a tener una mayoría hispanoamericana. Kamala no tiene mucha experiencia como senadora, pues solamente ha llegado al congreso hace 4 años, aunque su carrera la hizo como fiscal de un distrito de California en 2007 y luego de todo ese Estado en 2010.

Harris es una ideal compañera de fórmula que complementa a Biden, un varón blanco integrante de una de las grandes familias del establishment. Ella representa sectores diferentes: es mujer, es negra, es de origen asiático y tiene raíces en la América del Sur y del Centro. Mientras Biden, al igual que Trump y su vice Pence son hombres blancos, ella es la única que compite que pertenece al sexo mayoritario y a las minorías étnicas que suman más del 35% de la población.

Biden pudo haber escogido a un líder del ala izquierda de su partido, como Bernie Sanders o Elizabeth Warren, quien también es mujer y se ufana de tener algunos ancestros amerindios. Sin embargo, él optó por alguien más “moderada”. Harris representa al sector que plantea la defensa de la ley y el orden.

¿Progresismo?

Harris tiene algunas credenciales que caen bien dentro de una gran parte del electorado “progresista”. Ella ha apoyado a que San Francisco sea una ciudad santuario para todos los inmigrantes (incluso los irregulares), que se acabe con el muro con México, que se limite la venta de armas, que se mantenga la discriminación positiva para las etnias en los lugares de trabajo y educación, que se legalice el aborto y los derechos gays, y que se vaya desarrollando el servicio de salud pública, gratuita y universal (aunque acepta que se preserven grandes laboratorios y clínicas privadas).

Ella ha cuestionado muchos aspectos de la política exterior de Trump, la cual ha llevado a que EEUU abandone los acuerdos de protección del medio ambiente de París, a la Organización Mundial de la Salud, a la defensa de la Unión Europea y de su unidad, y al acuerdo nuclear con Irán. No obstante, ella es crítica a la actual administración por haber sido muy “suave” con Rusia, lo cual implica que un gobierno suyo con Biden va a acentuar los choques con el Kremlin. Biden-Harris son partidarios de potenciar a la OTAN, bloque militar nuclear al cual Trump vino haciendo varias objeciones y recortes.

Obama, de quien Biden fue su vice, si bien recibió el premio Nobel de la Paz, también fue alguien que impulsó más guerras que Trump. Obama-Biden bombardearon Afganistán, Irak, Siria, Libia, Yemen, Somalia y Pakistán. Dicha plancha presidencial también fomentó la globalización neo-liberal.

Y, justamente, una de las cuestiones que hicieron que Trump desbancara a los demócratas en el 2016 fue su promesa de aminorar la guerra fría con Rusia, reducir la presencia militar en el exterior, y acabar con distintas guerras, así como reactivar la industria nacional y el empleo a los estadounidenses.

Muchos conservadores creen que si vence Biden-Harris se irá relajando la gran influencia de las iglesias en la educación, en el sistema de matrimonios y en la “defensa de la vida”, mientras que habrá mano más blanda ante los inmigrantes y el retorno al globalismo.

Sanders ha llamado a sus partidarios a que voten por Biden-Harris y que no cometan el error de algunos de ellos quienes en el 2016 no quisieron secundar a Clinton por considerarla parte del establishment y alguien quien se impuso en las internas demócratas con fraude y manipulaciones. Su argumento es que hay que derrotar al enemigo principal. No obstante, algunos sectores que se sintieron animados por Sanders creen que es un error siempre andar escogiendo un mal menor, pues siempre el menos malo termina haciendo cosas terribles que hacen que el más malo vuelva al poder. Varios sectores progresistas sostienen que hay que mantener una actitud crítica e independiente ante ambas candidaturas por expresar distintas fracciones del gran capital.

Pese a todas esas opiniones, lo más probable es que Trump pierda los comicios. Esto, no tanto por las ventajas de sus contrincantes, sino porque él se ha desgastado tremendamente al haber generado la peor hiper-recesión que ha tenido ese país en la post-guerra, al haber incentivado una ola de grandes marchas antirracistas que no se daban desde hace medio siglo y por haber hecho que “América sea grande” pero en muertos por coronavirus y millones de despidos.

- Isaac Bigio es Analista Internacional

¿La primera Presidenta de EEUU será una indo-afro-latinoamericana?