jueves. 28.03.2024
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La actual polémica a raíz del asesinato del profesor de historia y geografía Samuel Paty ha provocado, otra vez, el cuestionamiento de la presencia del islam en Francia, así como la tensa relación del Estado laico con su minoría musulmana. Ha de recordar que este tipo de altibajos no es una novedad sociológica y mediática, sino que suele sumergir cada vez que los valores, la simbología y el dogma del islam se choca con la cultura política y democrática no solo de sociedad francesa sino de toda Europa Occidental. Con este articulo quisiéramos contribuir en el debate público provocado por la polémica mediática y en las redes sociales tanto por un lado como por otro.

En este artículo, nos vamos a centrarnos en la presencia del islam en el espacio europeo desde una lógica minoritaria e integradora. Para empezar, hemos de constatar que en Europa Occidental actualmente residen casi 11 millones de origen musulmán. Es decir, que el arraigo de esta religión remonta a siglos sobre todo la parte oriental de Europa y España, además del debate actual sobre la integración de Turquía, que se consideraba el hombre enfermo de Europa en el siglo XIX, en el espacio europeo.

A juicio del politólogo Fregosi “El islam nos ha obligado a redescubrir la pluralidad religiosa ahí donde nos percibimos una falsa homogeneidad confesional“. Dicha religión no ha cesado de alimentar polémicas como islam religiosa, cultural y socialmente minoritario en una Europa no musulmana. Este islam se encuentra atravesado por diversas dinámicas que sitúan a los musulmanes en una lógica de minoría en busca de un reconocimiento público social y jurídico.

El islam europeo está atravesado por varias fragmentaciones objetivas que abarcan lo étnico, lo ideológico y lo generacional

Huelga remontarse al pasado lejano de la presencia del islam en Europa porque es muy larga y marcada por una dialéctica de paz y conflicto. Nos conformamos con parar en el momento migratorio es cuando, a partir de los años 1960/70, Europa Occidental conoció la formación de los primeros núcleos de la población musulmana procedentes del Magreb, África subsahariana, Asia, que a partir de los años 1970 gracias al establecimiento de la política de reagrupamiento familiar la sedentarización sustituyó al desplazamiento del colectivo inmigrante musulmán, y así el islam empezó a practicarse de modo familiar y en la intimidad doméstica. Habría que esperar hasta los años 80 que es cuando grupos de musulmanes empezaron a demandar lugares de oración en los mismos barrios de residencia y lugares de trabajo, así como un tejido asociativo empezó a estructurarse poco a poco sostenido por la financiación procedente de los países del Golfo.

En la década siguiente la visibilización del islam fue gradual sobre todo en los jóvenes, este proceso que a veces tomaba la forma de una reislamización que se manifestaba en lo gestual, la vestimenta y las enseñanzas religiosas, así como la reivindicación de una ciudadanía cada vez más activa. Es decir que el islam se ha convertido para los jóvenes en Europa un modo de reafirmación de sí, la expresión de una identidad individual y colectiva. En resumen, el islam ha entrado en una nueva fase de la historia de la presencia de esta religión en Europa con la emergencia de un islam autóctono europeo que está en proceso de arraigo.

El politólogo Fregosi, confirma que el islam europeo está atravesado por varias fragmentaciones objetivas que abarcan lo étnico, lo ideológico y lo generacional.

Respecto a lo étnico, se puede decir que la repetición por origen nacional varía de un país a otro y a veces de una región a otra. Por ejemplo, en Francia esta religión la comparten mayormente los Magrebíes, argelinos antes y marroquíes en la actualidad.

En Europa del Norte la mayoría de los musulmanes son de origen turco o balkan. En Gran Bretaña la mayor parte de los musulmanes son originarios de los países de la Commonwealth sobre todo de Pakistán, India, Bangladesh. Francia se considera con sus aproximadamente 5 millones, el 7% de su población, es el país que acoge más musulmanes en toda Europa seguido por Holanda 4,6%, Bélgica 3,8%, Alemania 3%, Inglaterra y Austria 2,5%, Grecia y Suecia 1,5%, Italia y España menos de 1%.

A pesar de la diversidad de los orígenes étnicos, nacionales, culturales y lingüísticas, así como sus prácticas religiosas esta presencia islámica en el espacio europeo se está imponiendo de una manera gradual como una presencia musulmana de Europa. Ello lo confirma el hecho de que la mitad de su colectivo musulmán es nacional y ya pronto en Alemania con el abandono de jus sanguinis a favor de jus soli pasara lo mismo. Dicha presencia del islam se consolida con el desarrollo organizacional de un tejido asociativo musulmán no solo a nivel de cada país sino a nivel continental europeo. Estas asociaciones abarcan también organizaciones militantes que están implicadas en problemas y preocupaciones relacionadas con lo cotidiano musulmán europeo, es decir, lugares de culto, adoctrinamiento de los jóvenes, delincuencia etc. más que las preocupaciones políticas del país de origen.

La diversidad ideológica está presente también en el islam europeo de una manera destacable, es decir, que la pertenencia a las diversas fuentes de pensamiento es la regla general hasta el punto de que pone difícil cualquier intento de clasificación.  Sin embargo, se puede distinguir entre corrientes y movimientos que son estrictamente religiosas, sociopolíticas e identitarias.

El autor, entiende por corrientes religiosas todo movimiento cuya referencia o sensibilidad es el islam. En primer lugar, viene una categoría del islam místico que se descansa en una experiencia interiorizada de la fe, el apego interpersonal a un líder espiritual sheij, dicho apego puede manifestarse por la afiliación a un orden de tipo contemplativo tariqa. Existe otra corriente de índole pietista en lo cual se da prioridad a la predicación addaawa. Se trata de movimientos ortodoxos como Addaawa wa tabligh de origen indo pakistaní que son preocupados por la devoción.

A continuación, vienen las diversas expresiones islámicas. Son corrientes que insisten a la vez en el retorno a las fuentes ortodoxas del islam y la doctrina basada en la versión original del islam como lo vivieron el profeta y sus compañeros. Aquí se refiere a las corrientes salafistas Wahabitas que adoptan un islam puritano. En cuanto a las corrientes sociopolíticas, éstas dan prioridad y combinan la acción social y política en los países europeos. Para esta corriente, la pertenencia del islam no consiste sólo y únicamente en el cumplimiento pasivo de los ritos sino más bien en la implicación sociopolítica en la ciudad. Es decir, una acción que desembocará, en un contexto musulmán, en la instauración progresiva de los Estados islámicos. Esta categoría abarca todos los movimientos que se apoyan en una concepción global del islam político, aunque no estén de acuerdo totalmente sobre las modalidades y los medios de llevar a cabo este islam comprometido. Dicho de otro modo, se distingue entre unas corrientes cuya acción se inscribe en la legalidad y otras que rechazan esta vía a favor de la violencia. Aquí se refiere tanto a la red de los Hermanos Musulmanes que optan por la primera vía como los movimientos radicales como Hizb attahrir al islami (partido islámico de liberación) procedente de la movida yihadista que, por falta de proyecto alternativo viable, se dedican a crear fracciones insurreccionales para poder compensar sus fracasos generados por la injerencia militar de las potencias imperiales en el mundo arabo musulmán como Irak, Palestina etc.

Además de estas corrientes citadas anteriormente existe otra de índole identitarios. Es decir, se identifica con una referencia del islam menos religiosa y más bien cultural encarnada en valores históricos que contribuyen en la definición de la identidad nacional del individuo con otros parámetros étnicos, lingüísticos y políticos. Esta corriente esta observada en Francia en los grupos de los musulmanes repatriados de Argelia y de los laicos arabo musulmanes que están en proceso de estructuración que aspiran a una representación política y laica de los musulmanes como reacción o respuesta a aquellos que defienden solamente una representación religiosa del islam.

Después de haber tratado la situación actual del islam en el espacio europeo, nos gustaría hablar del devenir de dicha religión en Europa y de las múltiples tentativas impulsadas tanto desde el exterior por los Estados europeos como por el interior por las comunidades musulmanas mismas. Hemos de recalcar que la década de 1990 conoció varias iniciativas de diferentes gobiernos europeos con la finalidad de tratar a la religión musulmana igual que otras confesiones religiosas.

La mayor parte de dichas iniciativas aspira a normalizar las relaciones oficiales entre el poder público y las colectividades musulmanas favoreciendo la creación de un órgano central capaz de representar los intereses del culto musulmán y convertirse a una instancia de diálogo con los poderes políticos nacionales, así como órgano de representación religiosa que goce de las mismas ventajas que las otras religiones con más arraigo. En este marco se puede incluir la creación del Consejo Europeo de “fatwas” y de la investigación.

Ello confirmaba la intención de establecer una dinámica que tendió a una autorregulación transeuropea del islam.  Dicho Consejo se creó en Londres en marzo de 1997, está compuesto actualmente de treinta miembros, veinte de ellos residen en Europa. Entre ellos “Ulemas” de prestigio a nivel del mundo musulmán como Qaradawi, Mawlawi y Ghannouchi. Los objetivos de dicho Consejo eran unificar las opiniones jurídicas destinadas a los musulmanes de Europa. Segundo objetivo consistía en convertirse a un órgano para los estados europeos y como referencia en la materia de la religión para consolidar la posición de las comunidades musulmanas, así como especializarse en la producción de la jurisprudencia de las minorías y de aquellos que residen fuera de los países musulmanes, es decir lo que se denomina Fiqh al aqaliyyat. Como tercer objetivo, dicho Consejo, con la finalidad de favorecer la práctica del islam como religión, reivindica el reconocimiento del ejercicio de los musulmanes como minorías religiosas a semejanzas de otras minorías religiosas de todos los derechos relativos a la organización de su estatus personal en materia del matrimonio, el divorcio y la herencia.  

A juicio de algunos expertos, este tipo de reivindicaciones no conforta los temores de los fanáticos de la dogmática republicana que consideran estos derechos como amenaza al orden civil común. Esta argumentación no se puede sostener porque no existe en Europa, jurídicamente hablando, un sistema que garantice a las minorías religiosas adquirir un estatus personal propio regido por reglas confesionales. Los mismos confirman que estos fanáticos de la República son víctimas de una confusión, o mejor dicho de un desconocimiento total del derecho europeo sobre todo el hecho de que las personas de confesión musulmana titulares de la nacionalidad europea están antes de todo sujeto regido por el derecho común igual que los otros conciudadanos.

Hay que saber que a pesar de que los musulmanes o aquellos que lo quieren, pueden mantener un conjunto de reglas o de usos internos en materia del matrimonio paralelamente al sistema del derecho común, ello no tiene ninguna validez jurídica sino solamente simbólica, incluso obedecen al orden público respecto a temas como la igualdad de sexo, la protección de los menores y el resto de la edad legal del matrimonio, lo que impide recurrir a la poligamia. 

Hemos de señalar que existe un cierto número de ortodoxos que se empeñan en elaborar en el mismo contexto europeo una teoría restringida de la sharia y de ahí actuar sobre la manera de vivir de los musulmanes en situación minoritaria basándose en un modo a la vez cultural y ético. Es decir, llaman a una “etización” de la sharia, ello quiere decir aspirar a adaptar la legalidad moral islámica a ciertos comportamientos del musulmán integrando el derecho francés, para citar un ejemplo, en el metabolismo de la sharia. Es decir, excluir el derecho de la sharia reduciéndose solamente a la dimensión moral. Esta tesis la defiende en Francia Tareq Oubrou que opta por definir la legislación islámica de alcance nacional a partir de la cual se puede tender a una adaptación al contexto secular y laico francés.

Creemos que no se puede pasar por alto la tesis de una voz con autoridad en el islam europeo que es el pensador e intelectual musulmán como Tariq Ramadan. Éste tiene otra opinión un poco diferente respecto a lo que se ha mencionado anteriormente. Para él, cualquier conocimiento de la situación de la minoría musulmana en Europa requiere un estudio detallado de las constituciones y leyes, así como los procesos que han conducido al reconocimiento del hecho islámico en cada país. 

La presencia del islam en el espacio europeo: ¿rechazo o acomodación?