viernes. 29.03.2024
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Alguien dijo que el producto mejor acabado del capitalismo es el pobre de derecha. Por estos días en Argentina abundan los ejemplos a través de los cuales se desnudan las consecuencias que esta contradicción provoca. 

La noticia de la golpiza salvaje que le causó la muerte a un jubilado de 68 años que intentó llevarse un pedazo de queso sin pagar, estuvo en silencio durante unos días. Vicente Ferrer padecía demencia senil. El viernes 16 de agosto recibió una brutal paliza de parte de los custodios de una sucursal de Supermercado Coto, cadena cuya propiedad corresponde al empresario multimillonario Alfredo Coto. Un pedazo de queso, medio litro de aceite y un chocolate que iba destinado a su nieto, fueron motivos suficientes para que los pobres diablos que ofician de custodia, encontraran la “justificación” para matar. 

La aporofobia que caracteriza al oficialismo se traduce en una policía desatada que, “defendiendo” sus míseros sueldos, arremete contra quienes el Estado ignora, demoniza y finalmente castiga. Sólo en los últimos 26 meses la policía a cargo de Horacio Rodríguez Larreta asesinó a 43 personas

Como en otros casos similares, la prensa hegemónica prefirió no dar a conocer esta noticia. Ni los diarios, ni los canales de televisión ni los portales hicieron mención de este brutal asesinato. ¿Por qué?... Porque Alfredo Coto es uno de esos ricos intocables que paga por adelantado. Solo durante 2018 Alfredo Coto le pagó al diario Clarín la suma de 85 millones de pesos en concepto de publicidad; de modo que un asesinato dentro de uno de sus supermercados debe ser inmediatamente silenciado. 

Este blindaje mediático, que beneficia Alfredo Coto, supera incluso al de  funcionarios del gobierno. El ejemplo más significativo nos remonta al 30 de agosto de 2016, cuando una inspección de la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) descubrió en el depósito de una sucursal de la ciudad de Buenos Aires 227 granadas, 41 proyectiles de gases lacrimógenos, 27 armas de fuego, 2 de lanzamiento, 3886 municiones, 14 chalecos antibalas, 22 cascos tácticos sin numeración, 9 escudos antitumulto y un silenciador de armas. Todo este material bélico, según Alfredo Coto, “estaba allí para ser usado en caso de saqueos”. Coto no dio mayores explicaciones. Los ricos no dan mayores explicaciones.



Ayer si hizo viral la noticia que daba cuenta de un crimen cometido contra un anciano que pretendió llevarse un queso y un chocolate sin pagar. Dos de los empleados de seguridad de una sucursal Coto se ensañaron hasta provocarle un infarto. La noticia del asesinato de este jubilado llegó justo cuando se viralizaba un video en el que se podía ver, con absoluta claridad, el momento en el que un policía de la ciudad de Buenos Aires asesinaba de una patada en el pecho a un hombre indefenso y desarmado en pleno corazón de la capital argentina. La Metropolitana -nombre con el que se conoce a la policía de Buenos Aires- está a cargo de Horacio Rodriguez Larreta, alcalde de la ciudad más rica de la Argentina. Larreta no hizo comentario alguno sobre este suceso, aunque estuvo de acuerdo con la Ministra de Seguridad que defendió el accionar indefendible del policía que ya quedó en libertad. 

En 2015, antes de ser gobierno, Macri propuso una Argentina de “pobreza cero”. Y por lo que puede observarse, sus fuerzas de seguridad parecen haber interpretado el mensaje

Horacio Rodriguez Larreta, quien puede lograr la reelección para un nuevo período en la intendencia de la ciudad, es el mismo al que meses atrás se le ocurrió instalar contenedores residuales “inteligentes” para evitar que los pobres busquen restos de alimentos. Es el mismo que se pronunció a favor de eliminar los cartones para evitar el cartoneo, actividad de la que viven más de dos mil familias en la ciudad de Buenos Aires.

larrLa aporofobia que caracteriza al oficialismo se traduce en una policía desatada que, “defendiendo” sus míseros sueldos, arremete contra quienes el Estado ignora, demoniza y finalmente castiga. Sólo en los últimos 26 meses la policía a cargo de Horacio Rodríguez Larreta asesinó a 43 personas. La oficialización de la “mano dura” también se cobró la vida de cuatro adolescentes en San Miguel del Monte y de Rafael Nahuel en el sur, propició las golpizas a docentes y jubilados, inspiró la persecución a garrotazos de inmigrantes y trabajadores independientes; y generó, incluso, una balecera contra niños de una murga en el conurbano bonaerense. En enero del 2018, el efectivo de la Policía Bonaerense, Luis Chocobar, asesinó por la espalda a un hombre cuando este se encontraba en el sueldo y desarmado. El presidente Mauricio Macri y su Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no sólo recibieron con honores al policía asesino, sino que además instauraron una nueva doctrina, que tuvo su expresión en la conformación de un nuevo protocolo para las fuerzas de seguridad que habilitaba el uso de armas de fuego sin necesidad de dar la voz de alto, porque -según la ministra- “la ventaja la tienen que tener siempre las fuerzas de seguridad”.

En 2015, antes de ser gobierno, Macri propuso una Argentina de “pobreza cero”. Y por lo que puede observarse, sus fuerzas de seguridad parecen haber interpretado el mensaje.   

Pobres que matan pobres