viernes. 29.03.2024
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Foto facilitada por María Rodríguez.

La céntrica Plaza Italia de Santiago, punto de encuentro de los manifestantes en Chile, fue en 2019 escenario de reivindicaciones y tragedias durante las masivas marchas por la igualdad que remecieron los cimientos del país y dejaron una treintena de muertos y miles de heridos.

Más de dos años después, el panorama es completamente opuesto en esta mediana, rebautizada popularmente como "Plaza Dignidad" y un gigante rótulo luminoso recorre de arriba abajo un edificio con la palabra "esperanza" tras la elección del diputado y exlíder estudiantil de izquierda Gabriel Boric como nuevo presidente.

Al son de "Chile escuchó", y entre vítores y clamores de júbilo, cientos miles de personas se congregaron en este punto al poco tiempo de estar clara la victoria que dejó atrás la posibilidad de que el ultraconservador José Antonio Kast se hiciera con el poder.

Se oyen tambores, la gente se abraza y los fuegos artificiales sobresaltan a los ancianos y niños de la plaza mientras cientos de banderas de Chile ondean junto a otras en favor del colectivo LGTB, la comunidad indígena y el colectivo feminista.

"Aquí estamos todos representados, es un símbolo que Chile quiere cambios", señaló Cristian Pastene, un joven de ascendencia indígena mapuche que participó en esta masiva y festiva marcha.

¿EL PRESIDENTE DEL CAMBIO?

Boric, que obtuvo este domingo un 55,87 % de apoyo y lidera una alianza entre el Partido Comunista y el Frente Amplio, trae bajo el brazo una amplia agenda social y, según los expertos, encarna los anhelos de quienes salieron a las calles hace dos años para reclamar más derechos sociales, mejor educación y salud.

"Yo vine aquí a luchar por una mejor pensión tantas veces... Ahora todo está por ver, pero la sensación es de esperanza", señaló a Efe Eliana Avendaño, una jubilada de 81 años.

La crisis de 2019, la más grave en décadas, dejó también numerosos episodios de violencia con saqueos, incendios y denuncias hacia las fuerzas de seguridad por violaciones a los derechos humanos durante la represión de las manifestaciones.

Para Víctor Parada, un joven transportista, que no saliera Kast, un ultraconservador con un fuerte discurso antiinmigración, es un "alivio". "No queremos a la ultraderecha. Chile se merecía un presidente que traiga todos los cambios que necesitamos", dijo a Efe.

La escasa presencia policial durante la celebración también contrastó con las marchas hace dos años, en las que la represión con carros lanza-agua, perdigones y botes de gas era frecuente y llegó a poner en jaque al Gobierno actual y a las fuerzas de seguridad.

"30 AÑOS DE INJUSTICIAS"

Boric, que asumirá el cargo en marzo por un período de cuatro años, tendrá por delante el reto de coser las heridas que dejó esta crisis social y deberá implementar las normas de la nueva Carta Magna que se planteó como la vía política para amainar las revueltas.

Una asamblea paritaria —algo inédito en el mundo— y con amplia participación ciudadana será la que redacte el texto, que debe ser ratificado en un plebiscito de salida.

"Él nos va ayudar a tener una nueva Constitución. Se acabaron 30 años de injusticias", exclamó a Efe por su parte la joven Melany González.

Ella, que lleva al cuello un pañuelo verde (símbolo en favor de legalizar el aborto) agregó que espera que el izquierdista "logre cumplir sus promesas en materia de género", uno de los fuertes de su programa, que también tiene acento ecologista y regionalista.

LA INCERTIDUMBRE

Para otra parte de la sociedad, los cambios que propone, especialmente en materia económica, son demasiado drásticos y podrían traer desequilibrios a Chile, que hasta hace poco era uno de los países más estables de la región, pero ahora enfrenta un escenario de gran inflación tras la pandemia.

"A mí me parece extremo en algunas cosas, poco realista, porque quiere subir muchos impuestos, pero celebro que al menos no salió Kast", puntualizó a Efe Enrique Olivares, un profesor de secundaria.

Boric, que fue apoyado por más de 4,6 millones de votos de los más de 8,3 millones de personas que acudieron a las urnas, se convirtió este domingo en el presidente más votado desde el retorno a la democracia en 1990, obtuvo un amplio respaldo en la capital y en otros núcleos urbanos como Valparaíso, pero también se impuso en regiones y zonas rurales como Atacama, O'Higgins y Antofagasta.

A pocas calles de "Plaza Dignidad", en la sede de su partido, celebró su victoria y lanzó un contundente mensaje: "Con nosotros, a la Moneda (sede de Gobierno) entrará la gente".

"La esperanza le ganó al miedo", concluyó. EFE

"Plaza Dignidad", de la crudeza de las protestas a la "esperanza" con Boric