sábado. 20.04.2024

Podría decirse que durante la semana que culmina los medios de comunicación argentinos  pusieron a prueba el poder de su hipocresía. Todo comenzó el pasado domingo cuando se conoció la noticia del secuestro de Maia Yael Beloso, una de las miles de niñas que malviven en las calles de la ciudad más rica del país, en donde, paradójicamente, la pobreza ha crecido exponencialmente durante la última década. 

Maia, de siete años de edad, se convirtió en noticia el pasado lunes por la mañana. La niña, que vive junto a su madre y su abuela en una de las villas miseria (barrio de chabolas) de la capital argentina, fue secuestrada por un hombre que prometió obsequiarle una bicicleta. Durante las 72 horas que duró la búsqueda de la pequeña, los medios de comunicación dispusieron todo su arsenal humano y tecnológico en la cobertura de un hecho que trascendió lo policial para convertirse en un suceso de índole social, en una cuestión de Estado que puso en evidencia la inoperancia de la clase dirigente y el cinismo de los medios del poder real que simularon sorpresa por las precarias condiciones de vida de la niña.     

Durante más de dos días la buscaron mil policías con drones, perros rastreadores y helicópteros con visores nocturnos. Muchos vecinos en un corredor de más de 60 kilómetros en cuatro barrios porteños y cinco distritos del oeste del Gran Buenos Aires se involucraron activamente para dar con su paradero. La historia acabó el miércoles.  La niña fue rescatada sana y salva.

Pero el caso de Maia desnudó la inadmisible desigualdad social del distrito gobernado por la derecha desde hace más de una década. Villa Lugano, el barrio en el que Maia vive sin acceso a casi nada, forma parte de la ciudad de Buenos Aires, cuyo Alcalde es Horacio Rodriguez Larreta, miembro del partido político cuya figura central es el ex presidente Mauricio Macri.

Abanderado de la “meritocracia”, el Alcalde de Buenos Aires es el principal responsable del acelerado crecimiento de la pobreza en la ciudad que, por otro lado, se jacta de ser la más rica del país. Las cifras de la pobreza, la indigencia y la mortalidad infantil ascienden o descienden según las políticas económicas que se deciden en el seno del gobierno. A la mega devaluación, los ajustes feroces, el recorte en salud y educación, el endeudamiento y el vasto etcétera de políticas anticiudadano ejercidas por el gobierno de Cambiemos, se le sumó la falta de inversión pública  para contrarrestar los efectos  de la crisis provocada por las medidas de corte neoliberal que caracterizaron la presidencia de Mauricio Macri. Esto empeoró todos los indicadores, arrojando como resultado el empobrecimientos de miles de familias de clase media, y la pauperización de los sectores más vulnerables.       

Horacio Rodriguez Larreta es el mentor de los contenedores residuales “inteligentes” pensados para que “los pobres no puedan rebuscar en la basura”, una de las “medidas” que procuraba disuadir a los más vulnerables con el fin de correrlos hacia el conurbano. Horacio Rodriguez Larreta, quien se mostró compungido por las circunstancias sociales de Maia ante las cámaras de televisión, es quien le puso la firma a la construcción de hormigón con pinchos para impedir que los sin techo pudiesen pernoctar en las calles y plazas de la ciudad de la que está al mando. Horacio Ridriguez Larreta es uno de los defensores del concepto de meritocracia, esa imbecilidad durante la cual se acentúan las diferencias sociales mientras se utiliza el Estado para concretar grandes proyectos inmobiliarios.

Los medios de la derecha no se quedaron atrás en su sempiterno cinismo. Los mismos que trazan paralelismos entre pobreza y delincuencia, que estigmatizan, que pretender hacer ver a la pobreza como resultado de un fracaso personal, fueron los que pretendieron sentir empatía por la pequeña sin hogar. Los medios que se mostraron solidarios con Maia son los mismos que no dudan en hablar de “parásitos” cuando se refieren a los miles de porteños en situación de calle que requieren de ayudas del Estado. Su audiencia tampoco se esforzó en disimular su hipocresía. Los mismos que ponen el grito en el cielo y expresan su ira contra los más vulnerables porque “viven de sus impuestos”, fueron quienes enarbolaron la pancarta “Todos somos Maia”; una muestra más de la estupidez que caracteriza a la derecha argentina, esa a la cual jamás le preocupó que a esta hora, exactamente, hay un niño en la calle. 

Hay un niño en la calle