martes. 23.04.2024
“Estoy solo”, de Beyrouk (Libros de las malas compañías, 2021)
“Estoy solo”, de Beyrouk (Libros de las malas compañías, 2021)

El pasado reciente de Mauritania se muestra tan convulso como alejado del prisma de los medios de comunicación occidentales. Antes de llegar a una primera transición democrática en 2019 (entre dos mandatos presidenciales), casi 60 años después de su independencia, el país africano ha pasado por una serie de golpes de estado que han agravado su dura convivencia con los autoritarismos y el islamismo. 

El primer golpe militar que padeció el país africano en este siglo XXI, en 2005, provocó el derrocamiento del presidente Taya, quien se mantuvo en el poder durante dos décadas con un sistema represivo y profundamente violento, enfocado en la arabización del país y de sus minorías procedentes de Senegal, y luego, tras un referéndum, asumió la presidencia Ely Ould Mohamed Vall hasta 2007, año en el que se convocaron nuevas elecciones. 

El nuevo presidente electo, Sidi Uld Cheij Abdallahi, acarició la esperanza de una reconciliación nacional hasta que la realidad se antepuso a sus planes: en 2008, sólo un año después de su llegada al poder, otro golpe de los militares devolvía el país a su sempiterna inestabilidad e incertidumbre, y, a partir de entonces, el coronel Mohamed Uld Abdel Aziz, se hizo elegir “democráticamente” una y otra vez (en 2009 y 2014). 

Las elecciones del 2019 supusieron un hito político ya que la constitución impedía que el presidente Aziz, en el poder durante una década, se presentara una vez más a los comicios. Así pues, el general Ghazouani, representante del oficialismo, renunció a su cargo de ministro de Defensa para presentarse a las elecciones y derrotar así a otros 5 candidatos que aspiraban a la presidencia. De esta forma se consiguió la primera transición democrática de la historia de Mauritania

La huella de la dictadura militar en Mauritania y los fundamentalistas religiosos que hierven en la región son imposibles de ignorar

Sin embargo, la huella de la dictadura militar en Mauritania y los fundamentalistas religiosos que hierven en la regiónson imposibles de ignorar. La cúpula del poder se mantiene y se resguarda en los puestos claves, imponiendo al mismo tiempo un silencio total en los asuntos de derechos humanos y una sombra completa sobre la persistente esclavitud. Como bien lo subrayó el reportero José Naranjo en El País: “El general Ghazouani contribuyó a la llegada al poder de Abdelaziz mediante un golpe de estado hace más de una década y, desde entonces, se ha mantenido a su lado de forma discreta” [i]. 

La realidad cotidiana mauritana, revelada en la literatura  

Las luchas de poder y las elecciones fallidas hablan de una inestabilidad innegable en Mauritania, pero existe otra realidad más profunda que pasa desapercibida. Se trata de esa lucha continua contra los movimientos islamistas que infiltran las mezquitas, se apoderan de las aldeas más lejanas, y se ven respaldadas por organizaciones secretas que operan en el Sahara.

La novela “Estoy solo” (Libros de las Malas Compañías, 2021), del escritor y periodista mauritano Mbarek Ould Beyrouk arroja luz sobre esta sociedad convulsionada, agonizante, y, al mismo tiempo, fracturada e intimidada. Beyrouk, quien ha sido consultor de Asuntos Culturales del presidente de la República Islámica de Mauritania, se esboza, en este libro, como el portavoz de una sociedad en continuo cuestionamiento, afligida por los abusos políticos y militares, pero sobre todo atrapada en medio de los rencores de una población expuesta a la corrupción, la pobreza y el los discursos vengativos de radicales religiosos. 

El haber sido el fundador en 1988 del primer periódico independiente en Mauritania, “Mauritanie Demain”, y el haber recibido en 2006 la membresía de la Alta Autoridad de la Prensa y del Sector Audiovisual, le confieren a este escrito un estatus de monólogo testimonial narrado en primera persona que indaga en las derivas de la sociedad mauritana. Es una ventana abierta sobre cómo se radicaliza poco a poco un país. 

En esta obra literaria –la primera novela mauritana traducida al castellano–, el protagonista se encuentra en la casa de su exnovia, Nezha, donde busca refugio. Allí la espera, ansiosa y silenciosamente, atemorizado, con el fin de encontrar una salida a su situación crítica. Es consciente de que, si alguien lo delata, puede pagar por ponerse en contacto con una mujer casada.  

La realidad mauritana ha caído en un círculo vicioso y nefasto que el autor pone en evidencia: el de las revoluciones y represiones cíclicas

Ésta es la historia de un hombre arrepentido por haberse aprovechado de una postura ambivalente, por haberse olvidado de ideales a cambio de beneficios personales, pero es también el retrato de una sociedad que se descompone y cae paulatinamente en manos de quienes propugnan la venganza, el odio, la violencia y la aplicación más autoritaria de los preceptos religiosos. 

En los pensamientos del narrador, se asoman inevitablemente y reiteradamente los recuerdos de Nezha, la mujer que, en algún momento, amó y desatendió, y que ahora puede salvarlo o abandonarlo. Pero también está la figura de Nacereddine, un antepasado que se ha ganado el respeto de la comunidad por sus fuertes valores religiosos y que, por eso también, invita a grandes cuestionamientos: “Quizás esté pagando el precio de las locuras de mi ancestro, Nacereddine, Imamna, nuestro Imam, como también le llamábamos, el santo de los santos, una idea que me ha surgido de repente: pago por la furia que fue suya, hace ya mucho tiempo. No sé por qué, pero, esta tarde, pienso mucho en él. Quizá, porque él también fustigó las magnificencias y los vicios, quizá, porque volvió fanáticas a miles de personas e impuso la locura en el seno de tierras salvajes y tranquilas”[ii]. 

La realidad mauritana ha caído en un círculo vicioso y nefasto que el autor pone en evidencia: el de las revoluciones y represiones cíclicas, el de los cataclismos sociales constantes, pero también el del creciente aislamiento y la evanescencia del pensamiento y las libertades individuales. “¿Cuántos pueblos han vivido lo que estamos padeciendo ahora?” (p. 72), se pregunta el autor antes de plasmar en una de sus anécdotas un terrible grito de desesperación: “Hay que dejar a la gente vivir como le plazca” (p. 73). 


[i] José Naranjo. “El general Ghazouani se proclama vencedor en las elecciones presidenciales en Mauritania”. El País. 23 de junio del 2019. 
[ii] Beyrouk. Estoy solo. Libros de las malas compañías, 2021. Página 19.  

Mauritania: realidades ocultas y literatura