viernes. 29.03.2024
alberto fernandez
Alberto Fernández.

@jgonzalezok / La vuelta del kirchnerismo en Argentina parece traer aparejada la renovación de viejas obsesiones. Dos fueron las ideas fijas de dichos gobiernos entre 2003 y 2015: la Justicia y los medios independientes. Con este cuarto gobierno, que encabezará formalmente Alberto Fernández -el primero fue de Néstor Kirchner, los dos siguientes de Cristina Fernández-, la agenda vuelve a repetirse.

Inmediatamente después de convertirse en candidato presidencial, y también después de ser presidente electo, Alberto Fernández, hizo un recorrido por distintos canales de televisión y estudios de radio y se sometió a entrevistas con algunos periodistas en otro tiempo considerados enemigos por el kirchnerismo. Prometió a sus interlocutores que siempre estaría dispuesto a ese ejercicio democrático de someterse a las preguntas de medios y periodistas no necesariamente complacientes.

Parecía una promesa de que el kirchnerismo volvía, pero diferente, más tolerante. De hecho, cuando fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner era el hombre que hacía de nexo con los medios. Recibía a periodistas en su despacho de la Casa Rosada para hablar off the record, darles alguna primicia, charlas a las que a veces se sumaba informalmente el presidente. En aquellos tiempos, Cristina Fernández no se fiaba totalmente del funcionario y lo consideraba un submarino de Clarín en el gobierno.

Alberto Fernández ensayó ya una reconciliación formal con el Grupo Clarín, al asistir a un acto del grupo mediático, donde estaba el CEO del mismo, Héctor Magnetto, la bestia negra del kirchnerismo, fundamentalmente a partir del 2008. Pero el talante de Alberto Fernández de las últimas semanas se fue paulatinamente alterando, con respuestas intolerantes a preguntas incisivas.

Pero lo más preocupante se da en la periferia del presidente electo. Se sabe que el peronismo -y el kirchnerismo como una de sus ramas- contiene elementos inclasificables, que hablan en nombre del movimiento sin el aval de los dirigentes. Sin embargo, si nadie sale a desautorizarlos, puede considerarse como un aval o un globo sonda.

Vayan algunos ejemplos. La presidente de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, acaba de pedir al futuro gobierno de Alberto Fernández que se apodere de los medios: “Tiene que ser el gobierno el que se apodere de los medios, porque si no, vamos a estar siempre en la misma. Tenemos que volver a poner gente nuestra, no podemos seguir teniendo canales que mientan todo el tiempo”. La señora de Bonafini, a la que el gobierno de Mauricio Macri le mantuvo el programa que tenía en la televisión pública, es una de las figuras fundamentales del kirchnerismo.

Rafael Bielsa, ex ministro de Exteriores de Néstor Kirchner, y del que se esperaría una mayor seriedad, dijo que “hay que revisar lo que hicieron algunos periodistas y medios, no puede ser gratis”. Pero lo más inquietante llegó al añadir: “El periodismo que miente va a desaparecer”.

El ex canciller va en la misma línea del sindicalista Hugo Moyano, que afirmó: “Los periodistas la van a pagar, han hecho mucho daño y la tienen que pagar. No puede ser gratis lo que dijeron o lo que le mandaron a decir”. El peronista Moyano, líder del sindicato de los camioneros, es el Jimmy Hoffa argentino y tiene numerosas causas judiciales abiertas.  

Hasta el Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, que preside la Comisión Provincial de la Memoria, se ha prestado a convertir dicho organismo en una especie de tribunal para investigar a periodistas que investigaron casos de corrupción del anterior gobierno.

Ya en junio de 2019, el cómico Dady Brieva lanzó la idea de una CONADEP del periodismo, en un intento de equiparar periodistas críticos con torturadores y asesinos. La Comisión Nacional de Desaparición de Personas actuó durante el primer gobierno de la democracia, para recabar información de los crímenes de la dictadura. Brieva, un popular cómico que integra el trío Midachi, dijo: “No tendrían que salir indemnes y deberían enfrentar un juicio los periodistas que realizan mal su trabajo y que son responsables de lo que está pasando”. Se refería a los periodistas que investigaron los numerosos casos de corrupción del kirchnerismo. La idea recibió el apoyo entusiasta del escritor Mempo Giardinalli.

En octubre, el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni pidió reinstalar la Ley de Medios, que los Kirchner lograron aprobar hace diez años, pero nunca pudieron implementar. Una ley hecha a medida para acabar con el Grupo Clarín.

tapa-revista-spoilerUn último ejemplo del clima que se vive en el kirchnerismo lo proporciona la portada de la revista Spoiler de finales de noviembre de 2019, que publica la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Universidad de Buenos Aires). Mostró un dibujo en el que aparecen cinco periodistas, Luis Majul, Jorge Lanata, Alfredo Leuco, Luis Novaresio y Nicolás Wiñazki, -los más críticos del kirchnerismo- bajo el titular “Niesman entertainments presenta La Bala de Plata. En el dibujo, Majul sostiene una pistola sobre su sien y en la parte de arriba se representa al fallecido fiscal Alberto Nisman con cuerpo de gusano. El dibujante responsable es Sergio Langer.

¿Significa todo esto que Alberto Fernández, cuando asuma el 10 de diciembre, reeditará los viejos tiempos? Posiblemente no, aunque habrá sectores ligados a la ex presidente Cristina Fernández, a partir de ese día vicepresidente, que buscarán encaminar los pasos del nuevo gobierno por la vía de la revancha. Y que intentarán seguir culpabilizando a los medios por el calvario judicial que han atravesado numerosos dirigentes políticos, como consecuencia de sus investigaciones periodísticas, que en su mayoría fueron confirmadas después en la Justicia.

En el fondo, el problema es que mantienen la idea de que el poder no tiene que someterse al escrutinio de los medios ni rendir cuentas. En estos cuatro últimos años, los políticos argentinos acusados por corrupción se limitaron a responder que todo se trataba de una persecución política. Pero ninguno, empezando por la ex presidente, Cristina Fernández, hizo el menor intento de rebatir las acusaciones.

Sus familiares han lanzado la consigna de que no haya presos políticos en Navidad. El presidente electo, Alberto Fernández, que se ha manifestado contra la prisión preventiva de los ex funcionarios y que, además, defendió la inocencia de Cristina Fernández, admitió que en la Argentina no había presos políticos, sino que había presos detenidos de manera arbitraria. En declaraciones a Radio Colonia, el presidente electo, que es jurista, afirmó que tenía una diferencia conceptual sobre el tema: “Un preso político es en todo el mundo un preso sin proceso. En Argentina lo que hay son detenidos arbitrarios, que es otra cosa”.

Malos tiempos para la prensa en Argentina