viernes. 29.03.2024
walter

Las previsiones económicas anunciadas esta semana por el Banco Mundial no son nada halagüeñas. Según se supo este lunes, se estima que 150 millones de personas pasarán a vivir en la pobreza extrema; una situación de miseria y hambre sólo comparable con generada tras la Segunda Guerra Mundial.

El informe presentado por expertos del Banco Mundial señala que "La pandemia representa el mayor golpe económico que el mundo ha experimentado en décadas, provocando un colapso de la actividad global, una contracción de la economía mundial del 5,2 por ciento en 2020, con una caída del PIB en Latinoamérica del 7,2 por ciento”.

Todo indica que 2021 será un año atravesado por la peor crisis económica de los últimos ochenta años. Y la Covid-19 sería la causa principal del anunciado desbarajuste. Sin embargo vale la pena considerar que hasta acaecida la pandemia, muchos de los países que no podrán evitar el colapso venidero ya venían experimentando consecuencias catastróficas tras préstamos usureros de entidades como el Fondo Monetario Internacional y el mismísimo Banco Mundial. Los tecnócratas de estos “salvavidas financieros” han impuesto durante décadas durísimas condiciones a los países que han contraído deuda. A tal punto que la deuda, de hecho, se ha convertido en usura, perjudicando gravemente el derecho inalienable a la vida, empujando a la miseria y a la más extrema pobreza a poblaciones enteras.

El poder de las entidades financieras limita el accionar soberano a través de planes de ajuste y “recetas” milagrosas que aplican los organismos multilaterales de crédito

El Banco Mundial surge junto con el FMI, pero con el nombre del BIRF, una suerte de hijo menor que vivió durante algún tiempo bajo la tutoría del mismo Fondo. Pese a las diferencias de las respectivas actividades financieras, el Banco Mundial funciona para la asignación de recursos directa o indirectamente vinculada con sectores productivos. Es decir que se concibió como un banco de fomento, y no como un banco emisor. Sus créditos, además de contribuir a la provisión de la liquidez requerida por algún país, tratarían de promover el desarrollo. Sin embargo existía una controversia acerca del destino de los recursos. O estos iban dirigidos a la reconstrucción de las economías europeas, o hacia los países subdesarrollados.

El Licenciado en Economía, Martín Peña Gonzales señala que “El énfasis para que el banco sirviera a la reconstrucción más que al desarrollo ilustra el inicial predominio de objetivos conservadores en su proyección internacional; un predominio al que no fueron ajenos los gobiernos norteamericanos y británicos, principales artífices de la creación de esta institución. Según los analistas de esos años, Gran Bretaña nunca estimó que su reconstrucción dependería del banco, sino de otras fuentes de recursos estadounidenses como efectivamente sucedió con el empréstito que Estados Unidos le concedió en 1946. Pero posteriormente las funciones de apoyo a la reconstrucción dejaron lugar a aquellas más asociadas al crecimiento económico de los países subdesarrollados”.

El endeudamiento se ha constituido en el principal obstáculo para el desarrollo de los países pobres y los países emergentes, acarreando una serie de consecuencias negativas que condiciona inevitablemente el futuro y la soberanía económica de los países que toman deuda. Los empréstitos terminan por condicionar la independencia de los estados. El poder de las entidades financieras limita el accionar soberano a través de planes de ajuste y “recetas” milagrosas que aplican los organismos multilaterales de crédito.

En lo económico la pandemia dejará un panorama desalentador.  A los millones existentes de pobres y hambrientos se le sumarán otros tantos de millones. "Estas son unas perspectivas profundamente desoladoras, con una crisis que probablemente dejará cicatrices duraderas y planteará desafíos globales enormes", dijo Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidente de Crecimiento Equitativo del Banco Mundial, quien seguramente no ignora la devastación perpetrada durante décadas por la entidad a la que pertenece.

Malas previsiones para Latinoamérica: 150 millones de personas pasarán a vivir en la...