jueves. 28.03.2024
Frenzy of Helicopters Over U.S. Embassy As The Taliban Enters Kabul

Hace apenas unas semanas nos parecía imposible volver a presenciar por televisión a los Chinook evacuando una embajada de EEUU, como en 1975 la de Saigón. Pero así ha sido. Y esta vez, con los norteamericanos, salen pitando de Kabul todos los ciudadanos de aquellos países que siguieron su política exterior desde hace más de veinte años.

Occidente manifiesta su fracaso, dejando 3.600 vidas de militares propios (96 españoles), cientos de miles de afganos civiles y soldados, sacrificados inútilmente y un gasto de más de 2 billones de dólares.

Hay que reconocer a la industria de Hollywood que aborda a veces con cinismo y un fondo realista, algunos de los acontecimientos clave de la historia de su país. Así lo hizo en 2007 en la película “La guerra de Charlie Wilson”, en la que los actores Tom Hanks y Julia Roberts dieron vida en la pantalla al congresista demócrata Charlie Wilson y a la millonaria tejana Joanne Herring, que iniciaron, junto con un agente ultra de la CIA, la campaña que llevaría a la potencia norteamericana a apoyar a los terroristas afganos, interviniendo activamente, primero contra los soviéticos y luego contra el gobierno de Najibulá.

2En el filme se muestran las maniobras políticas y económicas de los tres conspiradores para convencer a su gobierno de que permitiese el envío de armas a los terroristas, como los famosos misiles Stinger, prácticamente infalibles contra aeronaves en vuelo a baja cota. Lo lograron. El gobierno de Carter se implicó porque asumió que Afganistán sería el Vietnam soviético y apoyó a carniceros como Hekmatiar, aliado de Al Qaeda y fundador de un grupo terrorista islámico. 

Claro, que en esto intervinieron otros actores no menos decisivos, como Pakistán, perenne aliado de EEUU, Arabia Saudí e Israel, siempre interesado en desestabilizar la zona, como se ha demostrado en la guerra de Siria.

Los hechos han venido a dar la razón a quienes advertían que no era posible la supervivencia de un estado más o menos democrático, con un mínimo respeto de los derechos humanos, especialmente de las mujeres, sin el apoyo internacional. La URSS, lo hizo muy mal, con una intervención militar y políticamente desastrosa, obsesionada primero por controlar el gobierno de aquel país y luego con marcharse cuanto antes. Pero el bloque occidental, lo ha hecho mucho peor y ni siquiera puede alegar que deja un gobierno potente, como sí hicieron los rusos, que consiguieron que Najibulá aguantara los embates de los talibanes (entonces se les consideraba heroicos combatientes anticomunistas, como muestra también la cinematografía estadounidense en sus inefables versiones de Rambo). Incluso llegó a derrotarlos en Jalalabad en 1989. Luego, el cese de apoyo ruso, tras la caída de la URSS y el incesante suministro de armas, dinero e información de los americanos y sus aliados, llevaron al colapso de su gobierno en 1992.

La Guerra de Charlie Wilson ha terminado, lo que viene ahora es un nuevo episodio, caracterizado por la barbarie con alta tecnología

Lo demás lo tenemos ya muy reciente. Los atentados del 11-S, fraguados por Osama Bin Laden, desataron la respuesta de Bush hijo, invadiendo Irak (ilegalmente y pretextando absurdas mentiras) y Afganistán. Vistieron la operación de democratización y lucha contra los terroristas que poco antes habían armado. Implicaron a sus incondicionales de la OTAN, con la operación denominada “Libertad duradera”, que hoy suena como un sarcasmo del destino, puesto que ha durado poco más de veinte años, pero de guerra.

1El resultado ha sido la derrota completa de Occidente al que no le queda ni siquiera la justificación de una marcha ordenada. Es una huida. Mucho peor que la retirada soviética, aunque esto no pueda servir de consuelo a nadie.

No sabemos si los occidentales que aún quedan en ese país lograrán despegar de Kabul, aunque supongo que sí, pero desde luego, muy pocos de los que han apoyado a las fuerzas occidentales lo conseguirán. Sin duda los verdugos talibanes ya preparan la gran degollina. Y el futuro de las mujeres afganas, sobre todo de aquellas que osen objetar el burka, será la piedra o acabar como botín sexual de los muyahidines

La Guerra de Charlie Wilson ha terminado, lo que viene ahora es un nuevo episodio, caracterizado por la barbarie con alta tecnología. Los militares educados por los ejércitos de la OTAN se han pasado en masa a los insurgentes y, en consecuencia, el nuevo estado tendrá el ejército terrorista mejor entrenado del mundo. 

Prometan lo que prometan y firmen lo que firmen sus nuevos dirigentes, Afganistán se convertirá en el nuevo Daesh y sembrará de inestabilidad y acaso de bombas, el resto del mundo, la primera, la oleada de refugiados que llegará pronto a nuestras fronteras.

El fin de la guerra de Wilson