martes. 23.04.2024
Cambio-climatico-no-hay-planeta

@JohariGautier | Algunas guerras lo replantean todo. Los mensajes que nos deja el conflicto iniciado el 24 de febrero en Ucrania son terribles por diversos motivos. Primero, está el hecho que las potencias no descartan nunca el uso de la fuerza y la muerte para llevar adelante sus planes, pero está también otro mensaje –quizás más triste y tenebroso que el primero–: con esta terrible agresión de Rusia vuelan por los aires muchas de las esperanzas o compromisos que existían en materia de lucha contra el cambio climático, y, por lo tanto, se agrieta también la idea de un frente global para la conservación del planeta.  

Recuerden el contexto internacional. Apenas cuatro meses antes de la invasión rusa, la cumbre climática realizada en Escocia (COP26), avanzaba en medio de alarmas altisonantes. La comunidad científica, así como los representantes de la ONU y numerosas organizaciones sociales, insistieron en que el mundo iba corriendo hacia el desastre ecológico. En ese encuentro, se resaltó la idea de que “la próxima década será determinante para el futuro de la naturaleza y las personas” (1), y se insistió en la necesidad urgente de rebajar los niveles de consumo de los combustibles fósiles, especialmente el carbón –el más contaminante– para evitar una catástrofe de tamaño impredecible.  

Los diálogos abiertos por la COP26 permitieron exponer el riesgo al que están expuestos ciertos territorios –como la isla de Tuvalu o las Islas Maldivas (2)– que podrían desaparecer en los próximos años. También impulsaron un acuerdo de casi 200 países en el que se habla de “planes sólidos para frenar las emisiones que contribuyen al calentamiento del planeta” (3), y otro de 100 países en el que actores como Brasil, China, Rusia o Estados Unidos, prometieron poner fin a la deforestación para 2030.  

Todos estos anuncios llenaron los titulares y páginas de periódicos durante dos semanas, pero la realidad se impuso poco después: los avances eran demasiado tímidos para frenar el avance del cambio climático. Numerosos movimientos ambientalistas emitieron serias críticas en cuanto a lo logrado en la COP26 y éstas se hicieron sin contar con un escenario internacional explosivo que advino poco después: muchos compromisos ecológicos peligran con el estallido de un conflicto desastroso que pone en tela de juicio los pilares de las políticas energéticas establecidas para los próximos diez a veinte años.  

En efecto, como bien lo resalta el Editorial de El Espectador del 25 de febrero del 2022, la agresión de Rusia abrió un panorama energético totalmente desconocido que profundiza la crisis inflacionista que afecta a Europa y buena parte del mundo occidental con el encarecimiento de ciertos recursos naturales. A modo de ilustración, solamente en los tres primeros días del conflicto el precio del gas natural se incrementó en un 40 % en uno de los principales mercados europeos (el TTF holandés) generando una gran desconfianza y mucho temor ante un futuro incierto.  

Esta variación imprevisible del suministro y de los precios del gas natural pueden afectar seriamente los planes de transición ecológica de países europeos con metas ambiciosas. Es el caso de Alemania que planteaba para el año 2022 el cierre de todas sus centrales nucleares (4) y “un esfuerzo gigantesco para acelerar su producción de energías renovables” (6).  

A principios del 2022, el nuevo gobierno alemán anunciaba la meta de alcanzar el 80% de energías renovables en la producción de electricidad para 2030, a pesar de un enfriamiento en el aumento de las fuentes renovables entre 2020 y 2022. Y en ese contexto, el encarecimiento del gas –o su escasez– puede tener un efecto amenazante en las políticas energéticas y de desarrollo. Para paliar a ese recurso prohibitivo, Alemania –y cualquier otro actor internacional– puede estar tentada por volver al carbón, mucho más barato y fácil de obtener.  

Organizaciones como Carbon Brief destacan un conflicto de intereses en la política energética europea: las metas de transición ecológica pueden chocar directamente con las de seguridad energética, por lo que un regreso al consumo de combustibles fósiles para reducir la dependencia de la importación desde Rusia siempre es posible. Ese resurgimiento del carbón sería un retroceso enorme en los diálogos y compromisos climáticos, y, peor todavía, un mensaje terrible para la humanidad. 

Pero esto no es todo. Interviene otro punto crucial en el consumo energético occidental: el petróleo y gas licuados procedentes de Estados Unidos. La guerra iniciada en Ucrania ha aumentado el atractivo de unos recursos que, antes, podían considerarse inaceptables debido al enfoque ecológico de las políticas energéticas. Así pues, empujados por un renovado pragmatismo, el gas o petróleo licuado podrían entrar nuevamente en la lista de compra de distintos países a pesar de las denuncias ecológicas. Ciertos analistas lo reconocen como algo probable: “El gas natural licuado es reconocido como la opción menos mala para el periodo de adaptación. Esto es, el tiempo en el que Europa deja de depender de los combustibles fósiles para consolidarse como un continente de energía renovable” (6). 

Es cierto que todavía es temprano para observar cómo el conflicto ucranio-ruso afectará la lucha contra el cambio climático, y, sin embargo, ya podemos intuir que este conflicto es elemental para ver hasta qué punto las potencias que más contaminan están comprometidas en esta batalla existencial. El peligro es nuclear, sí, pero también climático. Y con ambos, la supervivencia de la humanidad está en entredicho.  


(1) “Lo que debes saber de la COP26: la conferencia global más importante para enfrentar el cambio climático”. WWF.org.co. 31 de octubre del 2021.   
(2) “Este es el país que puede hundirse y así se prepara para evitar el desastre”. La Razón. 30 de noviembre del 2021.  
(3) “Conclusiones clave de la COP26”. NyTimes.com. 15 de noviembre del 2021.    
(4) “La transición energética”. Tatsachen-ueber-deutschland.de.  
(5) “Alemania promete “gigantesco” esfuerzo en pro de la energía limpia”. Dw.com. 11 de enero del 2022.  
(6) “El gas natural licuado de EEUU y la guerra de Ucrania”. Newtral.es. 5 de marzo del 2022.  

La guerra entre Ucrania y Rusia y su impacto en la lucha contra el cambio climático