miércoles. 24.04.2024

Ha pasado un mes escaso desde cuando recordamos y celebramos aquel Grito de Independencia de 1810, cuando un grupo de nuestros antepasados decidió independizarse de la Corona Española a la que acusaban de “habernos” sometido al colonialismo, durante 300 años. Eso, sin importar que el estatuto jurídico que tenían estas tierras, era el de Reinos de Indias. Así que, resumiendo en extremo, el 7 de agosto de 1819, se llevó a cabo la Batalla de Boyacá, ubicada en el centro de lo que hoy es Colombia, corazón que fue del Virreinato de la Nueva Granada y luego, de ese sueño del Libertador Simón Bolívar que, con la Capitanía General de Venezuela y la Presidencia de Quito, se llamó La Gran Colombia, a la cual se anexó Panamá. 

La batalla de Boyacá, planificada y dirigida por el general Bolívar, se dice, decidió la independencia de gran parte de la América española. Porque, después de la batalla, cayó Santa Fe, capital del Virreinato, luego, Venezuela, Quito, y, finalmente, el Virreinato del Perú, que abarcaba, también, lo que hoy es Bolivia, llamada así, en honor a Bolívar. 

No es raro, pues que, a partir de esos acontecimientos, “la espada” de Bolívar se constituyese en un símbolo de libertad. Por eso, el Movimiento 19 de abril (M-19), guerrilla a la cual perteneció el presidente Petro, la convirtió en su estandarte, en su lucha neo-libertaria, y la “sustrajo” de la Quinta de Bolívar en Bogotá, para comenzar su lucha. Lucha que no tenía un carácter marxista, como se ha dicho desde el poder tradicional, sino social-nacionalista (no nacional socialista), de carácter reivindicativo de los derechos sociales populares e, inmediatamente, por el supuesto robo de las elecciones del 19 de abril de 1970 al general populista y expresidente, Gustavo Rojas Pinilla, en favor de Misael Pastrana Borrero. Si fue así, ahí perdí mi primer voto.

Ya se ha escrito mucho sobre la espada de Bolívar, a raíz del incidente ocasionado el día de la posesión del presidente Petro porque el expresidente Duque no quería prestarla. Mucha tinta corrió sobre las contradicciones políticas y, además, con un bizantinismo sobrado, sobre si era o no la “verdadera” espada porque Bolívar habría tenido más de 10. Como si eso fuera lo importante. Imaginen, por un momento, cuántas cruces de “La crucifixión” podrían construirse con los pedazos de la “verdadera” cruz que hay en el mundo. No es sino ver la historia de la Edad Media, para ver, también, el comercio y la abundancia de “verdaderas” reliquias sagradas.

Así que no sabemos cuál fue la verdadera espada de Bolívar. Y, en caso de ser la verdadera, si la usó en las batallas, si se batió cuerpo a cuerpo con algún enemigo y lo atravesó con ella, haciendo manar sangre de libertad, suponiendo que esta exista. O si, ni siquiera la desenvainó y permaneció dirigiendo la batalla, junto a su Estado Mayor, desde un montículo. Pero queda el mito. Este sale de la realidad cuando ella estalla y se transforma en creencia de tipo trascendental. En esto se fundamentan las patrias. Y esto tiene que ver con lo que sigue: la “Sentada” del rey de España, don Felipe VI, Jefe del Estado Español.

Yo creo que debió ponerse de pie. Era cuestión de protocolo. Don Felipe hubiera hecho quedar mejor a España. No había razón política de carácter histórico, para no hacerlo

Pues bien; yo creo que debió ponerse de pie. Era cuestión de protocolo. Don Felipe hubiera hecho quedar mejor a España. No había razón política de carácter histórico, para no hacerlo. Quizás de política interna pero, el rey está representando a toda España, en una ceremonia de transmisión de mando, no sólo de un país amigo, sino con el cual existe una relación “filial”, si podemos usar el término. Entonces, con mayor razón. No olvidemos el valor de los símbolos, para un pueblo, y lo que significan los rituales patrios que adquieren un carácter sacro, por encima de las leyes y de los protocolos. Son los nudos que mantienen la unión y, a diferencia de las leyes que son expresión de la sociedad, los rituales patrios expresan el sentimiento de comunidad. 

España fue derrotada pero se hizo grande, reconociendo la independencia. En estas cuestiones de protocolos, los símbolos lo son todo. Y no hay nadie exento del respeto a ellos, máxime en una transmisión de mando en un régimen democrático donde no hay nadie por encima de la ley, menos de los rituales patrios, por más rey que sea. Yo criticaría, y no perdonaría a un presidente de Colombia que, en España, en una ceremonia de carácter histórico-político, no se pusiera de pie al ver pasar frente a él, los restos de los Reyes Católicos, la espada del Cid Campeador, o el estandarte de Cristóbal Colón. Las cosas de ciertas relaciones humanas son así: claras y distintas…

En cuanto al Grito de Independencia de 1810

La historia, como vivencia, es la acción de los seres humanos, de todo género y condición, a través del espacio y del tiempo y la narrativa que “construimos” con relación a ello. 

Espacio: Santafé, capital del Virreinato de la Nueva Granada. 

Tiempo: 20 de julio de 1810. 

Seres humanos: Solamente varones, libres. En el Acta, no figura ninguna mujer, a no ser que esté muy equivocado. Sin embargo, en la lucha por la independencia total, y, aún, antes, hubo muchas, y muy valientes. 

Figuras Principales: Teniente General Antonio Amar y Borbón, Virrey. Representante principal del poder español. Había varios más de segunda categoría.

Criollos: Hijos de españoles, nacidos en América; José Acevedo y Gómez, Camilo Torres, Luis Caycedo y Flórez, José Sanz de Santamaría, Manuel y Miguel de Pombo, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano y muchos otros.

Pueblo: Es un ente indefinible (lo será a través de toda la historia a pesar de ser muy nombrado) en nombre de cuya soberanía, pretende legitimarse el poder ejercido por los criollos, con sus nombres propios.

Carácter del acontecimiento: Fue doble. Por un lado, independencia absoluta del gobierno establecido por Napoleón que había invadido España en 1808 y hecho renunciar al rey Carlos IV, y de la sucesión, al príncipe Fernando (VII), para imponer como rey a su hermano José Bonaparte como José I. Por otro, autonomía frente a la Junta Suprema Central, o Supremo Consejo de Regencia (antinapoleónico), en España por haber contado con muy baja representación de los Reinos de Indias (éramos eso, no colonias). Se jura obediencia a Fernando VII que está prisionero en Francia. La afirmación de “siempre que venga a gobernar entre nosotros”, se ha tomado como de independencia porque el nuevo rey nunca vendría a reinar en América. Pero, ese “nosotros”, bien podría expresar “en los reinos españoles”, ya que los criollos se consideraban españoles, como lo afirma el Memorial de Agravios del neogranadino don Camilo Torres.

Las mayorías de hispanoamericanos e hispanoamericanas, nos preguntamos, con cada día que amanece, y con cada noche que se cierra, independencia, ¿para qué? Libertad, ¿para quiénes?

Causas: Aunque hablar de causas, en historia, es un problema complejo, por lo enmarañado del acontecer humano, si no las establecemos, así sea con referencias mínimas (para no hablar aquí de marcos teóricos), no podemos explicar, ni entender nada. Así que:

1) Externas: la Revolución de Independencia de las 13 colonias que iniciarían lo que luego llegarían a ser Los Estados Unidos de Norteamérica: la Revolución Francesa con principios inaceptables para los criollos que juraron defender con su vida, las creencias católicas y el modo de vivir que hoy llamamos “colonial”.

Además, la invasión de Napoleón a la Península Ibérica y, algo que no hay que dejar de lado, la política de los Borbones, de “proteger” a los indios (para que no se acabaran), y la autorización de recibir a los “pardos” o sea, mulatos y mestizos, básicamente, en las universidades, dejando de lado el “Certificado de Pureza de Sangre” (no sangre india, ni negra, ni judía, ni hereje…). Era un “blanqueamiento odioso que los criollos no podían tolerar.

Ideas de la Ilustración: Se dice que fueron fundamentales en los gritos de independencia. Bueno, para justificar los discursos independentistas, sí; se apropiaron del lema Libertad, igualdad y fraternidad, de la Revolución Francesa. Pero, la Revolución en Hispanoamérica se hizo, básicamente, para que no llegaran a ponerse en práctica, allí, esas ideas, regadas e impuestas por el “descreído” Napoleón, según como lo veían los criollos, de acuerdo con sus intereses.

2) Internas: Los monopolios productivos y comerciales, en favor de los peninsulares. Los impuestos, considerados insoportables. La exclusión de los empleos y el citado “blanqueamiento” de los “pardos”. 

Resultado final: Guerras de independencia total, financiadas y asistidas por el Reino Unido de la Gran Bretaña que, con su Revolución Industrial, sus barcos de vapor, sus ferrocarriles, bancos y telégrafos, se enfrentó a la postulante competencia de Francia, e hizo volar en pedazos lo que quedaba del Imperio Español. Inglaterra, para decirlo con nombre corto, debería ser el sujeto de los monumentos independentistas en Hispanoamérica. Tal vez, allí, a esos no los derribarían tanto, como lo hacen con los de los conquistadores hispánicos. A los cuales, nosotros los mestizos, esa etnia sin identidad, nos aferramos. 

Con base en lo dicho, se constituyeron los “Estados Patriarcales”, o “democracias católicas” (¿?), administrados por los criollos y sus sucesores, de sangre, o por salario, “en nombre de Dios y del pueblo su representante”.

Hasta hoy, cuando las mayorías de hispanoamericanos e hispanoamericanas, nos preguntamos, con cada día que amanece, y con cada noche que se cierra, independencia, ¿para qué? Libertad, ¿para quiénes? ¿Igualdad y Fraternidad? La más refinada expresión de cinismo. Si no lo creen, dense una vuelta por las páginas de nuestra historia. 

Y, tal vez, y sólo tal vez, por allí encuentren, el verdadero significado de la espada de Bolívar.

Grito de independencia y espada de Bolivar