jueves. 28.03.2024
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Parlamento británico.

Los partidos políticos británicos han decido librar la siguiente batalla del Brexit en un campo distinto al actual: del Parlamento a la calle. Con apenas alguna excepción menor (sólo 20 votos en contra por 438 a favor), los diputados aceptaron la disolución de la Cámara de los Comunes y el sometimiento al veredicto de las urnas, el próximo 12 de diciembre, después de que la oposición se asegurara un nuevo aplazamiento de la fecha de salida de la UE.

El Brexit está ahora en manos de quienes lo decidieron: los ciudadanos. Las elecciones, no obstante, podrían no resultar concluyentes en este aspecto, según el resultado que arrojen, en vísperas de un invierno político que podría ser el más largo de los últimos años. Veamos los escenarios probables.

1) UN TRIUNFO CONSERVADOR

El líder conservador, Boris Johnson, quería estas elecciones más que nadie, porque no ha sido capaz de hacer pasar su plan de abandono de la UE, pese a las concesiones hechas en el último tramo, en particular en el asunto irlandés. A pesar de su habitual fanfarronería, ha tenido que aceptar derrotas innegables. Su bravata de que prefería “aparecer muerto en una zanja” antes que volver a retrasar la fecha del Brexit se ha quedado en farol. El Parlamento lo obligó a demandar otra demora a la UE y él trató de tapar la humillación con una carta adjunta en la que se desmarcaba de la iniciativa. Un gambito propagandístico sin efecto alguno.

Los tories disponen de muchas bazas para recuperar el favor de la calle, tras un proceso infernal y devastador para casi toda la clase política

Ahora, Johnson confía en que las elecciones le otorguen la mayoría que precisa para hacer pasar el deal (acuerdo) negociado con Bruselas, que ahora le han negado los diputados salientes. Algunas encuestas le predicen una mayoría holgada de 85 escaños, pero como recuerdan algunos analistas estos días, Theresa May disfrutaba de pronósticos aún más favorables en 2017 y las urnas le devolvieron un resultado peor que el que tenía, con la lacerante pérdida de su mayoría parlamentaria. Ya se sabe que las urnas las carga el diablo.

Ciertamente, los tories disponen de muchas bazas para recuperar el favor de la calle, tras un proceso infernal y devastador para casi toda la clase política. Pero, como señala el semanario The Economist, existen factores muy inquietantes que no permiten que el Primer Ministro se confíe: a) la volatilidad creciente del electorado; b) el panorama negativo para los tories en áreas muy pobladas del país (Londres, el sureste y los distritos universitarios, Escocia, etc.) que no está claro que puedan compensar con avances en áreas laboristas pro-Brexit (las Middlands; c) el efecto negativo para sus intereses que podrían tener las renuncias de Johnson y su aprovechamiento por los ultra escépticos de Neil Farage; d) el desplazamiento del interés de los votantes hacia otros asuntos distintos al Brexit (1).

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2) UNA VICTORIA LABORISTA

Hace unos meses, este escenario era el más probable. Ya no lo es ahora, debido a las fractura interna en el Labour. Fractura múltiple, en realidad: entre brexiteers y remainers, entre izquierdistas (aliados del líder Corbyn) y centristas (a los que se unen los blairistas, más a la derecha, y entre parlamentarios y bases tradicionales.

Difícilmente una victoria laborista sería suficiente para cambiar el rumbo. La posición oficial sobre el Brexit consiste en negociar otro acuerdo con los 27 y someterlo a referéndum. Es decir, no estaríamos ante una conclusión del culebrón por la vía rápida. Por no hablar de un posible desafío de los contestatarios al liderazgo de Corbyn para detener el divorcio de Europa.

3) UNA ALIANZA PROEUROPA

Si las elecciones vuelven a producir un hung Parliament, un Parlamento sin mayoría, podría darse el caso de una Alianza entre partidos que favorezcan la permanencia en la UE, compuesta por laboristas remainers, liberaldemócratas, nacionalistas escoceses y regionalistas galeses, aunque esta hipótesis es muy forzada, debido a la división laborista. En este partido, la solución más previsible de consenso sería un acuerdo de separación pactado con la UE, antes que una permanencia que dejaría muy insatisfechos a millones de sus votantes.

La fecha electoral puede influir. Hace casi cien años que no se celebran comicios generales a mitad de diciembre, unos días antes del comienzo del invierno y de la Navidad

Por otro lado, una Cámara tan fragmentada, obligada a un coalición amplia, es poco probable, debido al sistema electoral británico.

Otro factor que puede influir en los resultados es la fecha electoral. Hace casi cien años que no se celebran comicios generales a mitad de diciembre, unos días antes del comienzo del invierno y de la Navidad. Algunos analistas predicen un abstención más alta de lo habitual. La campaña comenzará la semana que viene, un día después de la disolución formal de la Cámara (6 de noviembre). Se prevén cinco semanas de fuertes debates públicos que podrían reforzar la fuerte polaridad que se observa ya en el país (2).

En definitiva, el otoño viene cargado con dos elecciones generales anticipadas y de incierto resultado en dos de los países más importantes de Europa (España y Reino Unido), las incertidumbres sobre la coyuntura económica, la fragilidad del liderazgo alemán (la derecha nacionalista continúa avanzando en el Este y la sucesora de Merkel evidencia signos inquietantes de debilidad) y el bloqueo del diálogo con el aliado norteamericano por el proceso del impeachment y el inminente inicio del proceso electoral.       


NOTAS

(1) “Boris Johnson gets his Christmas elections, but the poll is a big gamble for the Tories”. THE ECONOMIST, 29 de octubre.
(2) “Snap election: a reckoning that the voters may not want”. EDITORIAL, THE GUARDIAN, 30 de octubre.

La batalla del Brexit cambia de campo: de Westminster a la calle