viernes. 19.04.2024
EEUU

He tenido la suerte de disponer del libro de Rainer Mausfeld, profesor de Psicología en la Universidad de Kiel, titulado ¿Por qué callan los corderos?”. Las ideas fundamentales de este artículo han sido extraídas de este libro, además de otras referencias que citaré a lo largo de la exposición. El título del artículo, “Estados Unidos: el imperio benévolo”, es un auténtico sarcasmo. No obstante, lo más grave es que gracias al adoctrinamiento y a la manipulación por periodistas, intelectuales, académicos, científicos, políticos, agentes secretos y representantes empresariales, todavía buena parte de la sociedad occidental asume que la actuación de los EEUU es per se benévola, defendiendo la democracia, la libertad y los derechos humanos.

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Si miramos a la historia, aparecen los  EEUU como paradigma de “imperio benévolo” o “hegemonía benévola”. Tal idea quedó firmemente anclada en la conciencia pública de Europa, especialmente en Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial. Y persiste mayoritariamente. Tal ideología fue estratégicamente diseñada y promocionada sobre todo por el Consejo de Relaciones Exteriores (Council of Foreing Relations, CFR), fundado en 1921, un think tank sin ánimo de lucro en EEUU especializado en política exterior y relaciones internacionales. Su sede está en la ciudad de Nueva York, y posee una oficina adicional en Massachusetts. Siempre ha desempeñado un papel fundamental en la formulación de las estrategias de política exterior de los EEUU.

En 1949, el CFR solicitó un “programa informativo-propagandístico-cultural" para convencer a los pueblos extranjeros de que sus motivos eran buenos. Un año más tarde, en Europa -y especialmente en Alemania- el Congreso por la Libertad de la Cultura (Congress for Cultural Freedom, CCF), comenzó a trabajar para moldear la opinión pública.

Desde 1950 hasta la década de 1970, el CCF, financiado y organizado por la CIA, fue la pieza principal de una campaña de propaganda dirigida a Europa Occidental de la visión del mundo de EEUU y su “American Way of Life”, y convencerla de la benevolencia y altruismo de su país. Para ello, se sirvió de una amplia red de periodistas, intelectuales, académicos, científicos, políticos, agentes secretos y representantes empresariales. Durante unos veinte años pudo llevar una batalla cultural: una batalla por Occidente y en nombre de la libertad de expresión.

Tras el colapso de la Unión Soviética, la ideología de “lucha contra el comunismo”, ya no servía para disimular los motivos imperialistas, por lo que tuvieron que ser recubiertos con un idealismo moral estadounidense: luchar por la libertad, la democracia y los derechos humanos. Dejemos la falacia del idealismo moral y de una “hegemonía benévola” como legitimadora para la opinión pública, ya que lo que hay debajo es imperialismo puro y duro.

George F. Kennan, uno de los brillantes estrategas políticos estadounidenses y representante la escuela realista, ya en 1948, lo expresó muy claro y con contundencia:

Tenemos cerca del 50% de la riqueza mundial, pero solo el 6,3% de su población… Nuestra verdadera tarea en los próximos tiempos es encontrar una forma de relación que nos permita mantener esta desigualdad de riqueza sin comprometer seriamente nuestra seguridad nacional. Para lograrlo, tendremos que renunciar a todos los sentimentalismos  y ensoñaciones; y en todas partes tendremos que concentrar nuestra atención en nuestros propios proyectos nacionales. No debemos engañarnos pensando que hoy podemos permitirnos el lujo del altruismo y la felicidad mundial… Deberíamos dejar de hablar de objetivos vagos -y para el Lejano Oriente- poco realistas como los derechos humanos, la mejora del nivel de vida y la democratización. No está lejos el día en que nuestras acciones deban estar guiadas por un pensamiento de poder sobrio. Cuanto menos nos obstaculicen los eslóganes idealistas, mejor”.

El historiador social estadounidense William A. Willians revela las verdaderas razones de las políticas imperialistas: “El resorte principal de este imperialismo es, y siempre ha sido, la falta de voluntad para vivir dentro de sus posibilidades”.

En comparación con las cifras antes citadas de Kennan, la situación en 2012 ha empeorado, según la revista Scientific American: EEUU representa menos del 5% de la población mundial y consume el 33% del papel del mundo; el 23% del carbón; el 27% del aluminio y el 19% del cobre. Nuestro consumo per cápita de energía, metales, minerales, productos forestales, pescado, cereales y agua potable hace que el consumo total de todos los habitantes del Tercer Mundo parezca ínfimo. Los estadounidenses solo representan el 5% de la población mundial, pero generan el 50% de los residuos globales. Hasta aquí, me he basado en el libro de Rainer Mausfeld.

Gasto militar

Que los EEUU es un imperio especialmente benévolo lo podemos constatar en otros indicadores. En primer lugar, en su gasto armamentístico, que es tanto como la suma total de todos los países que figuran en los nueve puestos siguientes. En 2022, EEUU alcanzó los 877.000 millones de dólares en gasto militar, casi el 40% del gasto mundial y por lo menos tres veces más que la cantidad destinada por China, que acumuló 292.000 millones y que ocupó el segundo lugar. Un informe de SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), proyecta que Europa ha incrementado desmedidamente sus gastos militares.  Europa llegó a su máximo nivel en términos de gastos militares, batiendo récords. El informe refleja que, en 2022, tras una dura inflación, las naciones europeas incrementaron en un 13% sus gastos militares, en comparación al 2021, el mayor aumento en más de 30 años. El Investigador Principal del Programa de Producción de Gastos Militares y Armas de SIPRI, doctor Nan Tian, aseguró que “el gasto militar en Europa está en su nivel más alto, desde la Guerra Fría”. Según datos del Centro Delàs de Estudios por la Paz, el gasto militar español –que incluye, aparte del presupuesto consolidado del Ministerio de Defensa, el resto de partidas de carácter militar repartidas en otras carteras– será de 27.617,43 millones de euros, el equivalente a 75,7 millones de euros diarios. No hace falta explicar las razones de este incremento en gasto militar.

Retornamos a los EEUU, “el imperio benévolo”. Todo su descomunal gasto militar es necesario para dominar el espectro completo. Es decir, el control de la tierra, de todos los mares, del espacio aéreo, del espacio exterior, el ciberespacio y todos los recursos importantes. La inversión para controlar la opinión pública también supera a la de todos los países juntos. De ahí, sus numerosas agencias distribuidas por todo el mundo. The New York Times informó en 2014 sobre los asesinatos y atentados cometidos por la CIA con respecto a un informe de la propia organización. Noam Chomsky señaló que la conclusión de tal informe era clara: los EEUU -según sus propios criterios para definir un Estado terrorista- era un Estado terrorista de primer orden.

En el mantenimiento de esas políticas imperialistas de los EEUU se entiende que sus tropas u otro personal militar operan en 160 países. Como señaló en 2015 George Friedman, un asesor político y fundador del think tank Stratfor, EEUU controla todos los océanos del mundo, algo que no ha ocurrido nunca. Por ello, está capacitado para invadir a otros países, pero ellos no pueden invadirlos a ellos. Tiene 800 bases militares en 80 países. Cerca del 95% de las bases militares del mundo en el extranjero, con un gasto de 150.000 millones de dólares al año. Gran Bretaña tiene siete. Francia cinco en antiguas colonias, y Rusia ocho en antiguas repúblicas socialistas y una en Siria.

Expansionismo

Y en este contexto podemos entender el expansionismo de la OTAN, que sigue a rajatabla los designios de los EEUU,  en los países del norte y el este de Europa, que explica en parte la explosión de la guerra en Ucrania. Rusia siempre ha sido un objeto de deseo especial para los EEUU, y la presidencia de Yeltsin despertó enormes esperanzas de un saqueo económico y político. Dado que estas esperanzas se vieron frustradas con su sucesor, Putin, EEUU ha intentado alcanzar este objetivo por otras vías, como, insisto, estamos contemplando en la guerra de Ucrania. Un inciso, en absoluto justifico la actuación de Putin.

Todo ese expansionismo de los EEUU por el mundo, que obedece a sus intereses meramente imperialistas, como acabo de mostrar de una manera fehaciente, lo reflejaré a continuación. Es el país que más guerras ha emprendido en el curso de su historia, el que mantiene el mayor número de tropas fuera de su territorio y el que encabeza, con mucho, las cifras mundiales del gasto en armamento, como acabo de mostrar. Un pequeño recordatorio de sus actuaciones en política exterior. Derrocar a Mossadegh para imponer el tirano Reza Pahlavi en Irán; armar a los saudíes en contra de los progresistas árabes; apoyar a las dictaduras fascistas de Franco en España, Salazar en Portugal y de los coroneles en Grecia; usar a los fascistas de Europa occidental para montar el Gladio; apoyar al tirano Batista en Cuba, el apartheid en Sudáfrica, a la Rodesia racista (Zimbabwe); asesinar a Lumumba para imponer al tirano Mobutu; instalar la dictadura de Suharto; apoyar al dictador Pinochet para derrocar a Allende, a los generales asesinos en Argentina, al nazi Stroessner en Paraguay, a los dictadores Banzer en Bolivia y Duvalier en Haití; quitar a Bosch en Santo Domingo y a Zelaya en Honduras; armar a Bin Laden y a los talibanes en Afganistán; financiar y armar a la ‘contra’ en Nicaragua; invadir Granada; financiar a Mubarak en Egipto; apoyar los crímenes de Israel en contra de los palestinos; e invadir Irak... Todo justificado, ya que según Bush II su país ha sido destinado por Dios para realizar una misión histórica. En 2001 con una simpleza rayana en la estupidez dijo: “Me confunde ver que hay tanto malentendido de lo que es nuestro país y que la gente nos pueda odiar... Simplemente no puedo creerlo, porque yo sé cuán buenos somos. Tenemos que explicarnos mejor”.

Guerra de Ucrania

Quiero fijarme ahora sobre la guerra de Ucrania, para ello me basaré en el análisis de Enzo Girardi, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) en Argentina en su artículo La paz es un sueño eterno publicado en la revista Anfibia.

Sobre la guerra de Ucrania se están utilizando dos enfoques: 1) Una guerra de reconstitución imperial y 2) una guerra de poder por la hegemonía global.

1) Este es el enfoque sobre el que se asienta el discurso mainstream de Occidente. Responsabiliza al presidente Vladimir Putin por la guerra, al que ve como un líder nacionalista que ejecuta una agresiva estrategia geopolítica para recuperar y consolidar la influencia de Rusia en espacios nacionales de la ex URSS. Putin advirtió que la mayor tragedia geopolítica del siglo XX fue la desaparición de la URSS”. Y, en línea con esa interpretación, los pasos que ha dado la política exterior de su gobierno han sido obstinadamente coherentes con el fin de restaurar el poder y la gloria perdida.

2) Es la interpretación del eje Moscú-Pekín y describe a la guerra en Ucrania como un eslabón más en el proyecto de recomposición de hegemonía global de EEUU frente al creciente poder económico, comercial y tecnológico chino. Afectar, debilitar, desestabilizar a Rusia supone una condición necesaria también para desestabilizar a China. Evitar que Moscú y Berlín (ahora también Pekín) coincidan en un proyecto geopolítico común es una línea fundamental, esencial, en la doctrina geopolítica del mundo anglosajón. Washington no podría construir su hegemonía mundial si prospera alguna de aquellas alianzas.

La guerra en Ucrania ha puesto en marcha un tipo de “economía de guerra” que tiene un único ganador: el complejo militar-industrial estadounidense

Y no se vislumbra una salida a este conflicto. Amenaza con agravarse cada vez más -con más actores y con más poder de fuego-, algo que provocará más inseguridad e inestabilidad global. El pasado febrero Joe Biden en Kiev confirmó el compromiso de Estados Unidos con el país; y en Polonia, añadió que “Ucrania no será nunca una victoria para Rusia”. A la vez, Putin en un discurso ante las cámaras del Parlamento en Moscú, aseguró: “Occidente quiere destruirnos, de una vez y para siempre”. Por ello, afirmó que el país suspendería su compromiso con el Start III, el tratado de desarme nuclear aún vigente con Estados Unidos. Y para confirmar los peores pronósticos, el presidente Volodimir Zelenski pidió más armas: además de tanques, aviones de combate. La paz hoy es una utopía. No podemos prever cuál será el futuro. Lo que sí podemos, es hacernos una pregunta. Cui prodest? Es un viejo aforismo romano, muy usado por Cicerón, que señala que aquel que resulte beneficiario de un crimen o delito ese es su autor.  ¿Quién se beneficia de la guerra de Ucrania? El complejo militar se llena los bolsillos. La guerra en Ucrania ha puesto en marcha un tipo de “economía de guerra” que tiene un único ganador: el complejo militar-industrial estadounidense. Las corporaciones que producen y venden armas tienen récord de pedidos e incluso advirtieron que van a demorar los contratos ya firmados con las fuerzas armadas de EEUU porque su capacidad de producción está saturada.

Hoy Europa está agotando sus arsenales y reservas. A la hora de reemplazarlos, muy pronto, será un gran cliente. Es decir, la Unión Europea no sólo va a solventar las consecuencias del conflicto (por ejemplo, financiando la futura reconstrucción de Ucrania), sino que también va a financiar con sus compras al complejo militar-industrial norteamericano.

Todos pierden, menos Estados Unidos. Además de Ucrania, cuya existencia misma está en juego, la UE y Rusia serán los principales derrotados en la guerra. Rusia porque, más allá del resultado, está camino a perder su estatus de gran potencia ya que saldrá debilitada económica y militarmente, y desprestigiada política y diplomáticamente. Una derrota militar, incluso, podría suponer una instancia de inestabilidad interna extrema que hasta pondría en riesgo la integridad territorial del país. La UE, por su parte, perdió a su fuente de abastecimiento barato de energía (Rusia era la estación de servicio de Europa), algo que pone en duda la supervivencia de su modelo industrial y la competitividad global de sus exportaciones. Hacia adentro, el conflicto está poniendo en evidencia grietas entre sus miembros que impactan en la cohesión interna. Hacia afuera, la UE se está reconfigurando como un aliado debilitado de Estados Unidos en una relación asimétrica que se profundiza, ya que dependerá de este para su seguridad y para su consumo energético. En ese contexto hay que situar el sabotaje a los gasoductos Nord Stream, al que se puede interpretar como un hecho de imperialismo explícito del eje anglosajón en contra de la UE. Este hecho puso en evidencia elocuentemente las carencias estratégicas de la UE.

Por todo lo expuesto, creo que están más que justificadas las palabras siguientes, extraídas del libro de Rainer Mausfeld: ¿Por qué callan los corderos?

“El principal fiscal estadounidense en los juicios de Nuremberg, Robert H. Jackson, declaró en su momento. Que los principios jurídicos desarrollados en Nuremberg eran universalmente válidos y que, por lo tanto, tendrían que utilizarse también como base en futuras evaluaciones jurídicas de los crímenes cometidos por otros Estados, incluido Estados Unidos. Si se tomara en serio está afirmación, entonces, como afirmó Noam Chomsky, todos los presidentes estadounidenses de la posguerra deberían haber sido colgados como criminales de guerra".

Estados Unidos: “el imperio benévolo”