martes. 23.04.2024
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Justamente hace cuatro años escribía en estas mismas páginas un artículo sobre el irresistible ascenso de Donald Trump y quienes habían contribuido a su construcción. Ahora estamos viendo las consecuencias para la democracia norteamericana: un intento de golpe de estado en toda regla.

La “verdad alternativa”, proclamada como máxima justificación del gobierno de Trump, convierte a los golpistas que han asaltado el Capitolio siguiendo sus consignas, en patriotas defensores de la libertad y la Constitución, que quieren restaurar el orden y la ley, contra el fraude electoral del que se considera víctima. Considera a los demócratas, incluso de su propio partido, traidores, antiamericanos e ilegales. Imposible para los españoles no recordar el paralelismo en los argumentos de aquellos que condenaban a muerte por rebelión a los que defendían la legalidad republicana tras el golpe de los sublevados Mola y Franco.

Todo parece indicar que Trump, muy a su pesar, va a tener que dejar de gobernar, pero ni ha terminado su cabalgada, ni con él se va el “trumpismo”. Como no se acabó Hitler con el “putsch” de 1923 sino que aquel incidente le sirvió para que sus aberrantes ideas, basadas, como no, en “verdades alternativas”, regresasen por la vía legal al poder y luego se impusiesen por la fuerza.

Deconstruir a Trump no va a ser tarea fácil. Mucho del daño que ha hecho ya va a ser irreparable por decenios y tendrán que ser los propios norteamericanos, como lo fueron los alemanes tras el desastre producido por los nazis, los que hagan el trabajo principal. No será sencillo revertir a la racionalidad a los millones de personas que han abrazado creencias, como que la pandemia que nos azota forma parte de una conspiración de poderes satánicos o que el sistema democrático solo es válido cuando otorga la mayoría a quienes, por designio divino o destino universal, deben detentar el poder político y la supremacía social.

Desmontar la ideología sembrada por el jefe del estado más poderoso del planeta, es misión de quienes creemos en la libertad y la democracia por encima de todo

Desmontar la ideología sembrada por el jefe del estado más poderoso del planeta, es misión de quienes creemos en la libertad y la democracia por encima de todo. De aquellos que pensamos y sentimos que no debemos dar ni un mínimo paso atrás en lo que ha sido una conquista fundamental de los seres humanos.

De la izquierda desde luego, apostando con claridad por una Unión Europea que debe encabezar la lucha por los derechos humanos, la libertad y la justicia universales y desterrando definitivamente el oxímoron ideológico que supone el llamado “nacionalismo de izquierda”.

Pero también de la derecha democrática que en España está peligrosamente cerca del neo franquismo de VOX. Que tome nota del Partido Republicano norteamericano, de qué le pasa a un partido conservador cuando alimenta durante años a la ultraderecha. Lo que parece que no sirve para aleccionar a determinados dirigentes del PP que intentan situar a manifestaciones legales, realizadas en el marco constitucional, en el mismo nivel que la insurrección de Washington, cuyas imágenes nos hacían recordar inevitablemente a aquellas de nuestro Congreso ocupado por guardias civiles.

Hace varios años, con ocasión de un recorrido por las playas de Normandía, entablé conversación con un muy viejo veterano británico que, en silla de ruedas, con su chaqueta cubierta de medallas y una boina de veterano, asistía con su familia a despedirse del escenario del desembarco determinante en la liberación de Europa. Me contó algunos avatares de su participación para desalojar a las tropas nazis de los búnkeres artilleros cuyas ruinas visitábamos. Pero lo más importante fue lo que me dijo recordando aquella juventud que ignoraba si podría algún día llegar a la madurez: “No sabíamos a dónde íbamos, ni si íbamos a llegar vivos, solo sabíamos una cosa: íbamos a derrotar al fascismo”.

Como escribió Bertrand Russell: “Encuentro entre mucha gente en la actualidad una indiferencia hacia la verdad que no puedo menos de juzgar extremadamente peligrosa”.

Que la insurrección del 6 de enero en Washington sea una vacuna o el comienzo de una nueva etapa negra en la Historia humana, dependerá de que logremos deconstruir las falacias de los predicadores de las “verdades alternativas”.

Deconstruyendo a Trump