jueves. 18.04.2024
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Foto: ACNUR

Durante décadas Dinamarca fue conocida como uno de los países del mundo que más apoyaban la causa de los refugiados. No en vano fue la primera nación en firmar en 1951 la Convención de la ONU que establece los mecanismos para protegerles. Pero eso ha pasado a la historia.


Recientemente ha decidido que los sirios que huyeron de la guerra y la persecución deben volver a su país porque lo considera “un lugar seguro”.

Resulta escandalosa esa determinación cuando todos sabemos que el causante de la guerra y de la persecución sigue en el poder: Bashar Háfez al-Ássad.

Es verdad que han disminuido los combates, pero Al Assad controla la mayor parte del país y aquellas zonas en donde no ha puesto el pie están las fuerzas kurdas o yihadistas.

Lo que es evidente, es que no es un país seguro para aquellas personas que no comulgan con el dictador y que en su momento cruzaron su país, Turquía y media Europa para buscar un país que les diese refugio y respetase sus derechos.

Estos refugiados llegaron a Europa con lo puesto dejando atrás sus estudios, carreras universitarias, casas, familias, para lograr un poco de paz.

Y ahora Dinamarca decide por su cuenta revocar los permisos de residencia de los refugiados sirios, insistiendo en que es seguro regresar a algunas partes del país devastado tras diez años de guerra civil.

Una organización de prestigio como Amnistía Internacional ha denunciado que “cientos de personas refugiadas sirias cuyos permisos de residencia han sido revocados por las autoridades danesas corren el riesgo de sufrir tortura, desaparición forzada y detención arbitraria si son obligadas a volver”.

Estamos hablando de 380 personas, incluidos menores de edad, que han recibido una notificación del servicio danés de inmigración anunciándoles su expulsión del país.

Dinamarca, como si nada hubiese pasado en estos diez años, quiere retomar sus relaciones diplomáticas con Siria a cambio de los refugiados que viven en su país.

Realmente un hecho vergonzoso e inmoral que se salta los acuerdos internacionales que prohíben devolver a su país de origen a aquellas personas que tuvieron que huir para no ser asesinados o encarcelados.

“Cuesta creer que las autoridades danesas puedan considerar que ciertas partes de Siria son seguras para retornar, ya que es un país donde se detiene, tortura y somete a desaparición forzada de forma sistemática", añade Amnistía Internacional.

De momento las autoridades danesas están recluyendo a las personas refugiadas en centros llamados de devolución, sin acceso a empleo ni educación. Es una medida de presión para que se decidan a regresar.

 La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) reitera su llamamiento a los Estados para que no devuelvan por la fuerza a “ciudadanos sirios y ex residentes habituales de Siria”.

"Es posible que Damasco no haya visto hostilidades de conflicto recientemente, pero eso no significa que sea un lugar seguro para los refugiados. Muchos de los principales impulsores del desplazamiento desde Siria siguen siendo miembros del aparato de seguridad del gobierno y continúan llevándose a cabo detenciones arbitrarias, tortura, reclutamiento militar, acoso y discriminación”, según el organismo COI, (Información sobre países de origen).

ACNUR, Naciones Unidas para los Refugiados, en sus 'Consideraciones de protección internacional' con respecto a las personas que huyen de la República Árabe Siria, declara que “se ruega no devuelvan por la fuerza a los ciudadanos sirios y los antiguos residentes habituales de Siria, incluidos los palestinos que anteriormente residían en Siria, a ninguna parte de Siria”. Y añade que se “siguen violando los derechos humanos y los abusos generalizados”.

A pesar de las presiones de estos organismos, Dinamarca hace oídos sordos cuando a su país sólo llegaron algunos centenares de personas pidiendo ayuda mientras que la cifra de personas sirias que pedían refugio en el mundo alcanzaban los más de seis millones y medio, de los cuales llegaron a Europa algo más de un millón ya que la mayoría siguen en países limítrofes a Siria, en una situación penosa.

Con esta decisión mujeres como Manal, funcionaria del Ministerio de Justicia sirio que pudo reencontrarse con sus tres hijas, a las que creía que había perdido al ahogarse en una barcaza cruzando de Turquía a Europa, ven peligrar su vida en Dinamarca.

 

La casa de Manal fue destruida por bombas y balas con el estallido del conflicto. Después de recibir una amenaza directa de los rebeldes y tras el asesinato de un juez, se dio cuenta de que su propia vida estaba en peligro. Por eso huyó. Primero salió ella sola del país y a continuación lo hicieron sus hijas. Encontró de nuevo la vida en Dinamarca, ese país que ahora la quiere expulsar.

Pero el gobierno de Dinamarca mira hacia otro lado. Esperemos que alguien le pare los pies y otros países no se contagien.

Dinamarca: aliado de Siria