martes. 19.03.2024
covid revolucion 960

Se ha escrito mucho y se seguirá haciendo sobre las causas y secuelas el Covid-19. Ante una pandemia tan grave la tónica general a nivel mundial ha sido la colaboración incondicional de la oposición con el gobierno de turno. Sirve de ejemplo Jean-Luc Mélenchon, el referente de Unidas Podemos en Francia: “Nuestra estrategia hasta ahora era la del choque frontal sobre todos los temas, como generador de conciencia política, pero en este tiempo de coronavirus el choque frontal no favorece la toma de conciencia; hace lo contrario, la bloquea. De ahí que hayamos pasado de esa política del choque a una oposición propositiva y constructiva”. En España somos diferentes, las derechas no solo no apoyan al gobierno ante la pandemia, sino que van todavía más lejos al utilizar los muertos para derribar el gobierno. Y algo increíble es el incremento de los ataques a medida que se van reduciendo los muertos y los contagios. Evidentemente la derecha española es excepcional con respecto a las derechas de países de nuestro entorno, como, por ejemplo la portuguesa, la cual a través de su líder del partido PSD, Rui Rio, dijo “atacar ahora al gobierno “no es patriótico”. Esta es la derecha que tenemos. Hay razones históricas de este comportamiento, que las expuse en un artículo en este mismo medio La irrupción de VOX es una consecuencia de que el fascismo no fue vencido en España.

En cuanto a la actuación  de algunos medios de comunicación y de algunos “periodistas” que contribuyen a esta labor de acoso y derribo del gobierno de Sánchez, creo que no merece la pena perder más tiempo. ¿Los Inda, Marhuenda, María Claver, Federico Jiménez de los Santos son periodistas? Decía Upton Sinclaire: “Es difícil conseguir que un hombre entienda algo, cuando su salario depende de que no lo entienda”. Y el periodista Rizard Kapuscinski: “Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

No cabe esperar colaboración alguna en este proyecto de “reconstrucción nacional” por parte de esos patriotas de farfolla

Parece que hay una campaña perfectamente orquestada, dirigida desde el grupo Prisa con la intervención de Felipe González -vaya socialista- coincidente con la de Aznar desde FAES, para derribar el gobierno de Sánchez y establecer otro de concentración nacional o de coalición de PSOE-PP, obviamente sin Pedro Sánchez. En el caso que no alcancen su propósito ahora, lo intentarán de nuevo cuando afloren en el próximo otoño, tras un relativo control de la pandemia, aunque ya se vaticina un rebrote en otoño, las muchas dificultades de la crisis económica, que se vislumbran en el horizonte, entre ellas unas cifras muy grandes de parados. El otoño será caliente. La calle será un polvorín. No cabe esperar colaboración alguna en este proyecto de “reconstrucción nacional” por parte de esos patriotas de farfolla. El futuro está lleno de nubarrones.

La naturaleza se rebela

Ahora quiero fijarme en una visión más global sobre el COVID-19, que nos puede servir para oxigenarnos un poco de la asfixiante temática nacional. Nos conviene. En cuanto a las causas de su irrupción muchos especialistas lo vinculan con la explotación sin control de la naturaleza, la cual al final se ha rebelado, ha dicho “basta”. Tampoco es una novedad, está en el ADN del neoliberalismo, el maltrato de la naturaleza con el objetivo exclusivo del beneficio, sin tener en cuenta que la Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos.

Para Silvia Ribeiro, investigadora y periodista uruguaya, responsable de programas del ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración) en México, hay tres causas complementarias que han producido todos los virus infecciosos expandidos globalmente en las últimas décadas, como la gripe aviar, la gripe porcina, las cepas infecciosas de coronavirus. La principal es la cría industrial y masiva de animales, especialmente pollos, pavos, cerdos y vacas. Todas las pandemias recientes –con excepción del HIV– están asociadas a un origen animal. Luego la agricultura industrial y química, en la que el 75% de la tierra agrícola del planeta se usa para la cría masiva de animales, para sembrar forrajes. La tercera es el crecimiento descontrolado de la mancha urbana y las industrias que la alimentan y por ella subsisten.

En la misma línea se expresa, aunque más poéticamente Enrique Dussel filósofo, historiador y teólogo de padres argentinos, naturalizado mexicano y de ascendencia europea: “Hoy, la madre naturaleza se ha rebelado; ha jaqueado a su hija, la humanidad, por medio de un diminuto componente de la naturaleza (naturaleza de la que es parte también el ser humano, y comparte la realidad con el virus). Lo hace a través de un organismo (el virus) mucho más pequeño que una bacteria o una célula, e infinitamente más simple que el ser humano que tiene miles de millones de células. Es la naturaleza la que hoy nos interpela: ¡o me respetas o te aniquilo!”.

El coronavirus como sujeto revolucionario

Hoy un análisis muy original y que no he podido leer hasta ahora en ningún medio, sobre el COVID-19 que nos lo proporciona la filosofía. Existe una Bitácora argentina, de la BFV, Biblioteca  de la Filosofía Venidera, donde aparece el apartado Pensar la pandemia. La filosofía interpelada por el COVID-19, donde distintos filósofos dan su visión, y entre ellas destaca la de Fabián Ladueña Romandini La peste y el fin de los tiempos. Este autor pude conocerlo a través del filósofo colombiano Oscar Guardiola-Rivera, autor del libro Si Latinoamérica gobernase el mundo, el cual he citado en algún artículo anterior. Óscar me señaló que Fabián Ladueña, era de lo mejor que había leído desde el ámbito de la filosofía sobre el COVID-19. Reflejaré algunas reflexiones del filósofo argentino. Es un artículo muy amplio. Extinguida cualquier posibilidad de revolución, ya que la clase obrera ha dejado de ser esa clase revolucionaria, sin que se vislumbre en el horizonte grupo alguno que la sustituya en esa tarea emancipadora, según Fabián Ladueña: “Es posible sostener, con un poco de ironía histórica, que esta vez el SARS-CoV-2 se ha transformado en el primer sujeto revolucionario no humano de la historia global de los Póstumos (es decir, los «humanos» después del desmantelamiento de la Modernidad Humanista). Cuando ya ningún ser hablante creía en el ideal de la Revolución, un virus se transformó en sujeto de una revolución instantánea que paralizó todos los resortes de la economía mundial, hizo colapsar las democracias occidentales para transformarlas en estados de excepción, sembró el fantasma de la extinción de la especie y detuvo el funcionamiento de la esfera pública y toda la maquinaria de la producción global de mercancías. Por unas semanas, los cielos de las grandes capitales brillaron con menos contaminación y un aire de alivio recorrió las calles desiertas de las ciudades abandonadas y recuperadas, no debe sorprendernos, por algunas otras especies animales que retornaban a los sitios de donde habían sido exiliadas. Cuando nadie creía en ella, un virus logró un conato de Revolución nada despreciable”.

Son muchos los aspectos a considerar sobre esta pandemia. No solo los presentes, sino también los futuros. Obviamente tras el factible y deseable control del COVID.19, lo que requerirá una vacuna, las secuelas sociales y económicas van a ser muy duras. ¿Cómo haremos frente a ellas? ¿Con medidas semejantes a las que se usaron para combatir la crisis del 2008 o diferentes? ¿Cuál es el objetivo: el retorno a la normalidad, a la situación anterior a la pandemia? ¿O por el contrario un mundo totalmente nuevo diferente al actual que nos ha llevado a la crisis del COVID-19? Son preguntas de profundo calado. Para responder a estas preguntas son muy adecuadas las palabras de Arundhati Roy escritora, periodista y activista india, que suponen un fuerte aldabonazo a las conciencias dormidas: «El coronavirus ha puesto a los poderosos de rodillas y ha frenado al mundo como nada más podría. Nuestras mentes aún están dando vueltas sin parar, y anhelan el regreso de la «normalidad», intentan unir nuestro futuro con nuestro pasado y se rehúsan a reconocer la ruptura. Pero la ruptura existe. Y en medio de esta terrible desesperanza, se nos ofrece una oportunidad de repensar la máquina del fin del mundo que construimos para nosotros mismos. Nada podría ser peor que un regreso a la normalidad. Históricamente, las pandemias han obligado a los seres humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. Esta no es diferente. Es un portal, una puerta entre un mundo y el siguiente. Podemos optar por cruzarlo arrastrando tras nosotros las carcasas de nuestro prejuicio y odio, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos e ideas muertas, nuestros ríos muertos y cielos llenos de humo. O podemos atravesarlo caminando ligeros, con escaso equipaje, listos para imaginar otro mundo. Y listos para luchar por él».

En cuanto a ese otro mundo que podemos imaginar y conseguir si nos lo proponemos, y que supondrá cambiar muchos hábitos a la hora de configurar nuestra sociedad, me parece una buena opción la expresada por Yayo Herrero, una de las voces principales del ecofeminismo. Nos dice queramos o no queramos escucharlo, necesitaríamos actuar en tres ejes distintos: Aprender a vivir con lo suficiente. Cuando hablamos de esto, quiere decir para todas las personas. Eso supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. El segundo sería la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo suficiente, es necesario abordar la redistribución de la riqueza, y también de los tiempos y trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Y, por último, y acompañando a los otros dos, una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. No hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca.

Yayo Herrero dice muy bien, si queremos construir un mundo nuevo tiene que comenzar en la escuela, y con una frase lapidaria y contundente cualquiera puede entender: “Estamos educando a los niños y a las niñas en contra de su propia supervivencia”. En nuestras escuelas se educa con unos valores neoliberales, para propiciar el consumo. Se crean determinadas subjetividades, que se manifiestan en el currículo explícito y en el oculto. El Homo economicus, que considera el dinero como móvil fundamental de su comportamiento vital. El Homo consumens, obsesionado por el afán consumista, para satisfacer necesidades artificiales y muchas prescindibles. El Homo debitor, que se ve precipitado en la necesidad de la deuda con el objetivo de mantener el consumo.

El COVID-19 se ha trasformado en el primer sujeto revolucionario no humano de la...