viernes. 26.04.2024
Luiz Henrique Mandetta
Luiz Henrique Mandetta.

@jgonzalezok / En medio de la pandemia del coronavirus, y después de semanas de desentendimientos sobre cómo afrontar esta crisis, el presidente brasileño acabó removiendo a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta. Bolsonaro, uno de los últimos negacionistas del coronavirus, no aceptaba la estrategia del aislamiento social, mientras que su ministro, apoyándose en la ciencia y los expertos, mantenía la necesidad del confinamiento. El mismo Bolsonaro rompió el aislamiento en varias ocasiones, exhibiéndose en lugares con mucha gente, saludando y besando a sus seguidores.

A última hora de la tarde de este jueves, el presidente brasileño intervino por televisión para anunciar su decisión, presentar al sustituto y justificar su posición. Mientras hablaba se escucharon cacerolazos y gritos contra Bolsonaro en numerosos barrios y ciudades de todo el país.

Antes de su intervención televisiva, el presidente se había reunido durante media hora con Mandetta. “Fue un divorcio consensuado”, dijo Bolsonaro, que no quiso criticar directamente a su exministro, concediendo que éste hizo lo que consideraba que debía hacerse. Pero insistió en que la economía debía seguir funcionando y la vuelta a la normalidad debía producirse lo antes posible. 

El nuevo ministro será el oncólogo y empresario en el sector de la salud Nelson Teich. Ya figuraba entre los candidatos y es un nombramiento que indica que no fue la elección más ideológica. Si bien está ligado al bolsonarismo, también defendía hasta ahora el aislamiento social. Y al ser presentado como ministro aseguró que no habrá cambios radicales en la política adoptada hasta ahora, que tomará las decisiones necesarias con base a criterios técnicos, aunque señaló que existe un alineamiento completo entre él y el presidente Bolsonaro.

En una entrevista en televisión, el ya exministro admitió sus diferencias con Bolsonaro lo que fue interpretado por los bolsonaristas como un desafío público al presidente.

Esta crisis pone de manifiesto que en el seno del gobierno brasileño conviven varias tendencias, aunque el presidente escucha sobre todo al sector más radical, al llamado “gabinete del odio”. También que Bolsonaro no soportaba ver cómo su ministro de Salud actuaba por libre, adquiría vuelo propio, ganaba peso político y, además, no ocultaba sus diferencias. Para una personalidad autoritaria, aunque insegura, como el presidente brasileño, tampoco era auspicioso que mientras él bajaba en las encuestas, aunque no demasiado, su ministro subía y contaba con el apoyo del Congreso y la mayoría de los gobernadores.

El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, dijo nada más conocerse la destitución del ministro que Mandetta deja un legado para que Brasil pueda enfrentar la crisis del coronavirus. Y alabó su dedicación, competencia y capacidad de comprensión del problema. Ensalzó también su habilidad para construir las soluciones y dialogar con el Parlamento.

El líder del PSDB en la Cámara, Carlos Sampaio, también lamentó la dimisión y dijo que las críticas e intrigas que enfrentó en los últimos días se debían a que estaba haciendo un buen trabajo, alineado con la ciencia, los organismos y las autoridades internacionales: “No es posible que todo el mundo esté equivocado, son vidas que están en juego y el esfuerzo para preservarlas debe estar por encima de las disputas políticas e ideológicas”.

A lo largo de las últimas semanas el conflicto se había agudizado. Pero este jueves el entorno más próximo del presidente, compuesto por sus tres hijos mayores y los militares que integran el gobierno, le bajaron el pulgar. El punto más alto del enfrentamiento se produjo a raíz de la larga entrevista que Mandetta concedió al programa Fantástico, de la red Globo, el pasado domingo, día 12. Ante millones de telespectadores, Mandetta admitió sus diferencias con el mandatario, lo que fue interpretado por los bolsonaristas como un desafío público al presidente.

Además de las diferencias por la política de reclusión, Bolsonaro venia insistiendo en promover el uso de la hidroxicloroquina para tratar la pandemia, un medicamento sobre el que no existe suficientes evidencias respecto a su eficacia. El mismo Mandetta afirmó que le llegaron a presionar, encerrándolo en una sala con dos médicos, para que firmara un decreto estableciendo un protocolo a favor de dicho medicamento, usado contra la malaria y enfermedades autoinmunes.

En entrevista con la revista Veja, el exministro describió cómo habían sido las últimas semanas de su relación con el presidente: “Son 60 días en esta batalla. Esto cansa. Sesenta días teniendo que medir las palabras. Usted habla hoy, la persona entiende, dice que está de acuerdo, después cambia de idea y dice todo lo contrario. Va de nuevo, conversa, parece que está todo arreglado y, enseguida, el camarada cambia el discurso de nuevo. Ya basta, ¿no?”.

El conflicto tenía que ver, también, con la sobre exposición mediática del ya exministro. Y no gustaba que estuviera en la misma onda que la red Globo de televisión, la empresa de comunicación más importante y poderosa de Brasil, a la que Bolsonaro considera como enemiga.

Un reciente artículo en el diario Folha de S. Paulo de Mathias Alencastro, politólogo e investigador del Cebrap (Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento), señaló como incuestionable que el Jornal Nacional -el informativo más visto de la televisión brasileña-, con su dramática campaña informativa contribuyó a la movilización popular en la lucha contra la COVID-19. Incluso que Globo dictó al gobierno y al Congreso las medidas económicas que había que tomar. “La televisión volvió a ser formadora de la opinión pública y el gobierno de Bolsonaro, viciado en las redes sociales, perdió el control de la narrativa política”. Y resaltó también: “No se trata solo del negacionismo biológico y del activismo contra las medidas preventivas. Se trata de la ausencia total de empatía de Jair Bolsonaro con el sufrimiento de las víctimas directas e indirectas de una enfermedad cruel que sofoca, segrega y aísla”.

Este jueves, día 16, Brasil registró 188 nuevas muertes por la pandemia, elevando el total de muertos a 1.924. Pero un estudio divulgado hace unos días, efectuado por investigadores de diversas entidades del país, indicaba que Brasil podría tener hasta 12 veces más casos de coronavirus de los que se admite el gobierno. Esto significa que solo el 8% de los casos reales estarían siendo registrados. Todo un desafío para el nuevo ministro de la Salud de Bolsonaro.

Bolsonaro echa a su ministro de salud