viernes. 29.03.2024
1 bangladesh
Trabajadoras en una fábrica de Bangladesh

Dos periódicos de Bangladesh, Dhaka Tribune y New Age, en su edición del 3 de junio informan que la Unión Europea aporta 131 millones de euros para pagar una compensación económica a 1 millón de trabajadores de la industria textil del país que hayan quedado en paro como consecuencia del Covid-19, del cierre de fábricas y la cancelación de pedidos. La previsión es el abono de 3.000 takas mensuales, poco más de 30 euros, durante 3 meses, con posibilidad de prolongar este apoyo otros 3 meses. Otro rotativo, The Business Stándar, afirmaba también esta semana que el apoyo financiero podría llegar a 500 millones de euros.

Estos rotativos de Bangladesh informan que tales aportaciones europeas se vehiculan a través de las asociaciones empresariales de la industria del vestido del país, BGMEA y BKMEA, y que en la gestión de este acuerdo han intervenido dirigentes sindicales de Bangladesh.

Me parece una noticia de enorme interés por la asunción de una directa responsabilidad de la UE en relación con un país, aunque no el único, cuya industria textil depende esencialmente de las grandes marcas multinacionales, la mayoría europeas. Y en un momento en el que, según los medios citados, el volumen de pedidos cancelados asciende a unos 3.000 millones de dólares y está en peligro de desaparición el 50% de la industria textil de un país en la que estaban trabajando unos 4 millones de trabajadores, mujeres la gran mayoría.

Sorprende que esta información difundida en Bangladesh no haya tenido aún ningún eco en los medios europeos. Tampoco desde las organizaciones europeas y globales, sindicales y empresariales, cuando es una expresión tanto de la interdependencia global como de la necesaria corresponsabilización en el ámbito mundial.

Al mismo tiempo, resulta también una expresión de desorden en la gestión de los problemas del momento, sin aún una directa implicación de las grandes marcas multinacionales, beneficiarias durante años de las precarias condiciones de trabajo en los países emergentes, Bangladesh entre ellos, junto con Camboya, Myanmar, Vietnam, India, Pakistán..., en todos los cuales se plantean problemas similares.

Para hacer frente al caos comercial e industrial que se apunta, y no sólo en la industria del vestido, para corregir el previsto incremento de pobreza en el mundo en unos 500 millones de personas y una pérdida de unos 300 millones de empleos, sería necesario un gran acuerdo de reconstrucción mundial, con directo protagonismo de las instituciones globales (ONU, OIT, OMC, OMS, FMI, BM…), junto con las organizaciones sindicales (CSI, IndustriALL…) y empresariales (las grandes multinacionales en primer lugar) internacionales. Un gran acuerdo para lo que Guy Ryder, Director General de la OIT, calificó de “nueva y mejor normalidad”, y para la que Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, preconiza un “nuevo contrato social”.

La decisión de la UE aportando 131 ó 500 millones de euros para una compensación económica puntual a trabajadores en paro en Bangladesh demuestra que no se trata de planteamientos utópicos. Pero hay que impulsar iniciativas más amplias, más concretas, más urgentes, de las que aún no hay noticias en este momento.

Rescate para un millón de trabajadores de Bangladesh