martes. 23.04.2024

Dos sucesos globales, el coronavirus Covid-19 y la baja en el mercado petrolero, hacen una mezcla explosiva para la economía mundial la cual está al borde de una crisis general.

Con el avance de la enfermedad que tiene en ascuas a Europa y amenaza con desplegarse por todo el territorio de Estados Unidos donde ya hace estragos con 41 muertos, el mercado bursátil tiembla a escala global y México no escapa a un nerviosismo que puede ser histeria colectiva entre operadores de bolsa e inversionista.

Wall Street se estremece ante cualquier información sobre la epidemia en un sobresalto in extremis lo cual se complica por una guerra petrolera liderada por Arabia Saudita que tiene como objetivo afectar a Rusia aun cuando se había logrado un entendimiento sobre los niveles de extracción para preservar precios internacionales aceptables por la Organización de Países Exportadores (OPEP).

China dejó de surtir piezas al resto de las plantas productivas del mundo, llegaron los desabastos y con este el cierre de plantas en otras naciones

Nadie duda de los efectos negativos para la economía mundial del nuevo coronavirus pero, aunque más solapadamente debido al enorme peso de la información del Covid-19, la crisis en el mercado petrolero es potencialmente tan dañina o más que esa pandemia.

Curiosamente ya el énfasis en el coronavirus no se pone en China por su evidente recuperación y las muestras de fortaleza que ha dado en este episodio su poderoso sistema socioeconómico.

Fue evidente en un principio de la epidemia una política informativa malintencionada para desacreditar al gigante asiático y hacerle daño económico, pero es tal la consolidación de su modo de producción que la epidemia no pudo derrumbar al país.

El consumo de gasolina bajó brutalmente, las plantas consumidoras de derivados de petróleo cerraron y el precio del crudo cayó pesadamente y produjeron crisis en los inversionistas de fracking en Estados Unidos por costos de extracción superiores al precio del barril de crudo. La reacción fue contra la OPEP

Por el contrario, hubo un efecto boomerang, primero hacia Europa, y en estos momentos hacia Estados Unidos, y quedó de manifiesto que la economía mundial no se mueve sin China ni Rusia. ¿Qué sucedió en realidad?

Fuera intencionada o no la mutación del coronavirus del animal al hombre, el nuevo virus detonó una sicosis en el mundo a partir de la infección en China cuando esta comenzó a cerrar fábricas y pueblos en un intento por contener los contagios.

China dejó de surtir piezas al resto de las plantas productivas del mundo, llegaron los desabastos y con este el cierre de plantas en otras naciones.

Wuhan se convirtió de paraíso del automovilismo a la pesadilla de esa industria por ser sede de plantas principales de GM, Honda, Nissan, Peugeot y Renault. Las ventas de automóviles en China se desplomaron 92 por ciento y afectó al mercado mundial.

El consumo de gasolina bajó brutalmente, las plantas consumidoras de derivados de petróleo cerraron y el precio del crudo cayó pesadamente y produjeron crisis en los inversionistas de fracking en Estados Unidos por costos de extracción superiores al precio del barril de crudo. La reacción fue contra la OPEP.

Arabia Saudita buscó como siempre hacer el juego a Estados Unidos y bajar la producción de petróleo para elevar los precios internacionales, pero Rusia y otros productores como Irán se opusieron. La reacción saudí fue prepotente y feroz e inició una irracional guerra de precios rematando su crudo.

Los precios del petróleo se desplomaron 20 % en minutos y los inversionistas vendieron activos que en su opinión representan un mayor riesgo en momentos de incertidumbre, como los mexicanos donde la acción de los sauditas ha sido demoledora.

El peso mexicano cayó 5% durante la apertura de los mercados de Asia el lunes y el dólar llegó a cotizar por encima de las 21 unidades.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, endureció su posición hacia las empresas con contratos a las que obligó a ser más productivas y extraer mayores cantidades de crudo en lugar de, como hasta ahora, especular con las licitaciones en el mercado de valores sin producir casi nada.

Esa actitud no fue del agrado de Estados Unidos. Dave Graham, un periodista de la agencia Reuters, reveló un conciliábulo en la Embajada en Ciudad de México entre estadounidenses, europeos y canadienses, para obstaculizar o impedir la idea del mandatario de otorgar un papel más relevante al Estado en la industria de los energéticos.

Según el periodista, el encuentro se realizó a principios de marzo en la embajada de Estados Unidos en México, con participación de diplomáticos de Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, España y los Países Bajos. Lo cierto es que la información no ha sido desmentida.

De ser cierta, esa conspiración rompe rápidamente los niveles de confianza que son la base de todo el sistema financiero internacional con lo cual aumentan los riesgos cuando México lucha a brazo partido por restituirla tras el deterioro causado por la corrupción, sobre todo en Pemex, la más afectada por la delincuencia de cuello blanco.

Regresando al tema principal, las alternativas para moderar o impedir que llegue a mayores una crisis económica global provocada por la explosiva combinación del Covid-19 y la guerra del petróleo, son solamente China con su enorme potencial productivo y Rusia con su crudo, porque Estados Unidos y Europa no son ya los motores principales de la economía mundial.

Las medidas de emergencia adoptadas por Donald Trump revelan la debilidad de su gobierno, contrariamente a lo ocurrida en China donde corroboraron la fortaleza del gigante asiático.

Covid-19 y guerra petrolera, una mezcla explosiva para la economía mundial