miércoles. 24.04.2024
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Soldados ucranianos. (Foto: Twitter)

Este artículo dispara sobre dos objetivos al mismo tiempo. Trata de cobrase dos pájaros de un tiro. Claro que usar disparos y cobrase piezas no son metáforas adecuadas para una columna de corte antibelicista, pero el lenguaje tácito nos viene dado. Haré ahora lo imposible por desarmar a los insensatos que no dudan en provocar dolor ajeno siempre que obtengan gratificaciones y beneficios. Intentaré algo similar con los fakes, con quienes apuestan y jalean las mentiras, estiran los bulos y difunden patrañas, sabedores de que en mitad del ruido general su ineptitud y su mediocridad queda disimulada.

Los promotores de guerras y de las mentiras que las sostienen tienen todo en común. Son sicópatas inmunes al dolor ajeno. Gente sin capacidad de compasión, estériles frente al mundo de las emociones sustrato de la humanidad. Entre Trump y Tucker Carlson, el periodista de la FOX que difundía mentiras sobre manipulación de los resultados electorales en USA que reconocía en privado ser consciente de que eran mentiras, existe una sintonía que los iguala en maldad y en perfidia. Algo similar podemos decir de A. Ferreras, Inda, la policía patriótica y su intento de borrar del mapa a Podemos. Quienes dictan el estado de guerra y envían al matadero a miles de jóvenes con toda la vida por delante son el mismo tipo de personas que, quienes amparados en la libertad de opinión y de expresión, ensucian con su loca verborrea cualquier intento de comprender qué nos pasa y cómo podríamos solucionarlo sin masacrarnos unos a otros.

Es propio de los seres humanos diferir, pero es igualmente humano encontrar vías de entendimiento. Los agentes de la guerra y los voceros que las anticipan y las jalean son sujetos despreciables sobre quienes deberíamos concentrar la atención para apartarlos de una vez por todas de nuestra vida. Pero como esto no es sino pensamiento desiderativo, ideas sostenidas por un deseo (que creo noble) lo más efectivo es tratar de poner en marcha una estrategia que impida o dificulte la guerra y la mentira. Tenemos referentes para lo que voy a proponer.

No amigos, no; si queréis guerra, guerra, pero vosotros en primera línea de fuego

En primer lugar que los caudillos, generales y ceos de las empresas armamentísticas que con tanta pasión defienden la guerra y el derecho a matar a otras personas (a quienes ni conocen ni desean hacerlo) sean enviados al frente en primer lugar y desplegados en formación de combate suicida. Qué es esto de que quienes dictan las declaraciones de guerra se escaqueen y se pasen los bombardeos descorchando botellas de champan, que también hacen pum, pero no matan más que de cirrosis y a muy largo plazo, no cuela. Qué es esto de que pasen las jornadas bélicas en compañía de sus amigos y familiares contando cadáveres ajenos y trasladando esas cifras a dólares/rublos por comisión en la compara de más y más armamento. Ni hablar, al frente a malgastar tu dotación de pedazos metálicos de muerte. Si realmente creen en la oportunidad y justicia de su opción guerrera, que hagan como Alejandro poniéndose al frente de sus macedonios a esparcir (por la fuerza) criterios de civilización Ática. O como el mismo Napoleón con las primeras tropas regulares paneuropeas a la búsqueda de una unidad supranacional continental. No amigos, no; si queréis guerra, guerra, pero vosotros en primera línea de fuego. Ya si eso os reemplazamos. Esto va por Putin, pero también por Borrell, Stoltenberg, Macron y la pandi.    

Con los embusteros y falsificadores de la verdad, otro tanto. Basta de dar jabón a mentiras que causan igual o más daño que las balas y bombas. Las mentiras son armas de destrucción mental masiva. Cuando ingenuos sujetos indefensos son abatidos por la mentira emitida con saña tarde tras tarde, hormiguero tras hormiguero, su recuperación para las causas virtuosas del buen vivir quedan amputadas, como las extremidades de quienes pisan una mina antipersona. Los segundos ya no podrán correr, los primeros ya no podrán confiar. No sé qué es peor, no hay ortopedia para la desconfianza. Cualquier comunicador cogido en falso testimonio, sea en las fases de ideación de la mentira, comunicación de la misma o divulgación de correlatos coherentes con la mentira, deben ser extirpados de la comunidad, expulsados, despropiados de la virtualidad de obtener beneficios comerciales terciados con los beneficiarios directos de la mentira orquestada.

Para sujetos de esta catadura moral, los griegos tenían una figura legal: el ostracismo; el alejamiento del sujeto de toda actividad ciudadana, particularmente de las que se desarrollaban en el ágora. Y por cierto, cuando Atenas se embarcaba en una guerra, la aristocracia (los mejores), los poderosos reunían sus armas y marchaban liderando las tropas al combate. Ni se escondían en cálidos balnearios ni rehuían el enfrentamiento con el mismo Jerjes y sus persas.  

Creo que el ostracismo para combatir a los falsos y la aprobación del coraje para los líderes, facilitarían la reducción de las guerras y las mentira asociadas, mientras ello ocurre, con Julio Anguita maldigo las guerras y los canallas que las provocan.

Cómo acabar con las guerras de una vez por todas