viernes. 29.03.2024
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En el trigésimo aniversario de la matanza de Tiananmen, China se encuentra de nuevo, como entonces, en una encrucijada. En 1989 se trataba de saber si la apertura económica impulsada una década antes por el menudo pero correoso Deng Xiao Ping iba a arrastrar una cierta democratización del país. Los tanques despejaron la cuestión con contundencia. Ahora, 30 años después, el régimen parece haber cerrado un ciclo de fortalecimiento económico y asertividad internacional sin que el Partido Comunista haya cedido un ápice en su designio de control social y político.

Todos los medios occidentales y publicaciones especializadas dedican estos días numerosos reportajes y artículos a los acontecimientos de junio de 1989 y a los factores sociales y políticos que condujeron a la masacre (1). En realidad, permanecen muchas zonas de sombra, y la menor no es el número de muertos.

En Tiananmen quedó definitivamente descartada la deriva rusa que concluyó en la liquidación del régimen soviético dos años y medio después

En Tiananmen quedó definitivamente descartada la deriva rusa que concluyó en la liquidación del régimen soviético dos años y medio después. China dejó bien claro al mundo que la adopción de un comunismo de mercado no llevaría aparejada la construcción de un sistema político liberal. Desde entonces los órganos de poder no han dado indicio alguno de que esa línea de conducta pudiera ser revisada.

Los mandarines de la nueva China han imprimido ciertas correcciones de rumbo, pero todas ellas en el plano económico, financiero y social, modificando prioridades, subsanando errores o incluso justificándolos.  El único cambio político de consideración desde 1989 ha sido el clásico del régimen comunista chino: la purga de elementos considerados nocivos o perjudiciales para los logros pretendidos.

En los años sesenta del pasado siglo se eliminó a los dirigentes considerados poco revolucionarios, a raíz de la llamada Revolución Cultural. En la segunda mitad de los setenta, tras la muerte de Mao, cayeron los radicales maoístas, liderados por “banda de los cuatro”. A finales de los ochenta, les tocó el turno a los modernistas, partidarios de llevar la apertura al campo político, seguidores de Deng pero mucho más aventureros que su maestro (Hu Yao bang o Zhao Zi Yang, entre otros).  Y, desde los años noventa a la actualidad, las principales víctimas políticas han sido los “corruptos”, es decir las manzanas podridas del sistema, o presentadas como tales para justificar su liquidación.

UN LIDERAZGO DE HIERRO…

chinaCon la llegada al poder de Xi Jinping, la habitual prudencia china del consenso y las decisiones colegiadas que caracterizaron los mandatos de Jiang Zemin y Hu Jintao dieron paso a un estilo más autoritario o personalista, más asertivo, menos cauteloso.

El actual líder chino ha concentrado en sí prácticamente todo el poder. Es él la voz superior en el partido, en las Fuerzas Armadas y en el Estado. Ya no puede hablarse de  un primus inter pares, sino un líder indiscutible. Xi pretende situarse en la historia al nivel de Mao y Deng, al reconocérsele la autoría de un Pensamiento o doctrina. Ha adquirido la categoría de guía de la nación.

El proyecto de Xi se organiza en torno a tres grandes ejes:

1) Una mayor vigilancia del sector privado en la economía (en el 70% de las empresas existen comités del partido para asegurar el cumplimiento de los intereses del Estado;

2) Una política exterior de exhibición de fuerza: militarización del Mar del sur de China, presión endurecida sobre Taiwan, creciente control sobre Hong Kong, la iniciativa conocida como moderna ruta de la seda (Belt and Road, según codificación internacional) para favorecer la penetración económica y política en todo el mundo en desarrollo… y desarrollado, también, acercamiento táctico pero cauteloso a Rusia (2).

3) El control reforzado de todos los niveles de la estructura política del régimen mediante la manipulación conveniente de la dinámica represiva contra la corrupción (más de un millón de purgados sólo en los últimos dos años).

En 30 años China ha conseguido el sueño de Deng: convertir al país en una gran potencia económica. Sin embargo, aún está por conseguir su principal designio: que los chinos disfruten de una prosperidad similar a la de las clases medias occidentales (según los parámetros de los años setenta, no lo actuales).

…PERO CON GRIETAS VISIBLES

El desarrollo chino lleva años dando señales de fatiga, de agotamiento. La acumulación lograda en tres décadas le ha permitido extender sus tentáculos por todo el mundo en desarrollo y en amplias zonas de Occidente, hasta alcanzar la percepción de amenaza, por sus prácticas de manipulación monetaria y de ventajismo comercial.

Trump se ha propuesto frenar la arrogante ascensión china. Pero lo ha hecho de la peor manera posible, después de molestar a sus aliados asiáticos y proyectar una imagen de arrogancia e incomprensión de otros intereses legítimos. La actual dinámica de confrontación comercial puede, sin duda, hacer daño a la economía china, pero también a la norteamericana y perjudicar al crecimiento global (3).

Una de las especialistas occidentales en China, Elisabeth C. Economy, ha escrito recientemente un ensayo sobre lo que ella denomina “problemas del modelo Xi”(4).  

El aniversario de Tiananmen ha atraído más interés externo que interno. A los chinos les preocupa más su prosperidad actual y futura que las libertades, por incómoda que pueda resultar esta afirmación

El catálogo de problemas es amplio y los males que describe resultan de complicada solución. A saber: estancamiento de la economía, persistencia del bajo índice de natalidad pese al abandono de la política de un solo hijo, tensiones sociales crecientes en fábricas y aparatos administrativos, retracción de la inversión privada, relajación en los controles ambientales, falta de confianza en el exterior sobre la solidez de las empresas chinas por la sospecha de que actual como caballo de Troya (el caso de Huawei es sólo el más notorio de una larga lista), el empeoramiento de la imagen internacional de China por el endurecimiento de la represión (de disidentes o en regiones enteras como Xijiang, contra la minoría uigur, de confesión musulmana).

Naturalmente, el diagnóstico de Economy y de otros investigadores (5) reflejan una visión occidental convencional. Otros plantean perspectivas distintas, que encajan la conducta china bajo el mecanismo defensivo y cuestionan el mito de la amenaza china (6). Sea como fuera, el país afronta desafíos enormes e incluso apremiantes.

El aniversario de Tiananmen ha atraído más interés externo que interno. A los chinos les preocupa más su prosperidad actual -y futura- que las libertades, por incómoda que pueda resultar esta afirmación. La vía de confrontación que el presidente hotelero ha abierto, lejos de debilitar al régimen, puede proporcionarle una oportunidad de cohesión nacional, de protección frente a lo que allí se percibe como un intento desesperado del mundo occidental de frenar el ascenso de China a la condición superpotencia del siglo XXI. El fatigado gran dragón asiático puede encontrar el aliento que le empezaba a faltar, pero sus achaques son inquietantes.


NOTAS

(1) Destacamos algunos de los trabajos más interesantes:

  • “The new Tiananmen papers”. ANDREW J. NATHAN. FOREIGN AFFAIRS, 30 de mayo;
  • “China tried to erase the crackdown from memory. But its legacy lives on”. THE WASHINGTON POST, 2 de junio.
  • “30 years after Tiananmen Square. A personal recollection”. JEFFREY A. BADER. BROOKINGS INSTITUTION, 29 de mayo;
  • “30 years after Tiananmen Square. A look back to Congress’s forceful response”. RICHARD C. BUSH. BROOKINGS INSTITUTION, 29 de mayo.

(2) “A Russian-China partnership is a threat to U.S. interests”. ANDREA KENDALL-TAYLOR Y DAVID SULLMAN. FOREIGN AFFAIRS, 14 de mayo.

(3) La publicación FOREIGN AFFAIRS ofreció el 31 de octubre del año pasado una selección bibliográfica sobre las relaciones pasadas y presentes entre Estados Unidos y China, las dos grandes potencias del siglo XXI, y las prospectivas de futuro. https://www.foreignaffairs.com/lists/how-to-understand-the-united-states-and-china

(4) “The problems with Xi’s China Model. Why its successes are becoming liabilities”. ELISABETH C. ECONOMY. FOREIGN AFFAIRS, 6 de marzo.

(5) “Chine veut modifier l’ordre Mondial à son avantage”. Entrevistas con JEAN-PIERRE CABESTAN. LE MONDE,  31 de mayo; “Chine à l’assaut des Nations unies”. LE MONDE, 3 de junio; “Desmystifiying Belt and Road. The struggle to define Chine’s project of the century”. YUEN YUEN ANG. FOREIGN AFFAIRS, 22 de mayo.

(6) “¿Hay que temer a China?”. KISHORA MAHBUBANI. LE MONDE DIPLOMATIQUE (en español). Abril, 2019.

China: la fatiga del dragón