sábado. 20.04.2024
Manifestación en las calles de China: papel blanco, muda reivindicación de libertadManifestación en las calles de China: papel blanco, muda reivindicación de libertad
Manifestación en las calles de China: papel blanco, muda reivindicación de libertad

China está hoy en portada de la atención mundial. Por su historia reciente, cuando ha pasado de ser el taller del mundo a empezar a ser también un importante mercado del mundo. Y, desde la pandemia del Covid-19, con una particular experiencia de cómo hacerle frente con indudables éxitos estadísticos en una primera etapa, aunque provocando el cuestionamiento de cómo avanzar en la necesaria gobernanza mundial y local al presentarnos una experiencia de duro autoritarismo. Pero inmersa hoy en una grave crisis

Pero su ordenada, aunque autoritaria, conducción de la pandemia en este mes de diciembre de 2022 han derivado hacia el caos. Después de su XX Congreso del PCCh (otro XX Congreso para la Historia, con un ordinal igual a aquel del PCUS), que consolidaba el carácter del Partido (el Partido Comunista de China) y confirmaba a su actual líder Xi Jinping como indiscutible dirigente sin fecha de caducidad, se han producido acontecimientos que pueden marcar el inicio de una nueva etapa en este país, y, por su significación, en el mundo.

En muy pocos días hemos visto pasar bruscamente de unas rigurosas normas de confinamiento máximo, con la referencia al covid cero, a nuevas normas de permisividad que están ya provocando el caos hospitalario y millones de contagios y de fallecimientos. No voy a detenerme ahora en las consideraciones sanitarias del problema. Los medios están abordando ampliamente este aspecto del viraje chino. Pero sí merece detenerse en las causas que lo han provocado, porque no han sido razones de los expertos sanitarios, sino la decisión política de las instituciones de gobierno de este país como respuesta a una enorme e inesperada, y aparentemente novedosa, reacción de la sociedad china. 

Su ordenada, aunque autoritaria, conducción de la pandemia en este mes de diciembre de 2022 han derivado hacia el caos

China ha abordado esta problemática tras su reciente XX Congreso del Partido Comunista, la única organización que vertebra la sociedad de este gigante mundial. Sobre esta importante efeméride se han publicado numerosos trabajos. De los más interesantes considero el de Xulio Ríos, aunque éste me lleva a subrayar lo que me parecen lagunas importantes en él, presentes habitualmente en los análisis de lo que está pasando en este país.

Sorprende los escasos estudios marxistas sobre las clases sociales en China, tanto por parte de los teóricos del neoliberalismo como de los autoproclamados marxistas-leninistas. Interesante me ha parecido el de David SG Goodman (director del Departamento de Estudios Chinos de la Universidad de Xi’an Jiaotong-Liverpool, en Suzhou), aunque en éste como en los demás se presta más atención a la evolución (con importante incremento de las desigualdades) del nivel de vida y a la significativa disminución de la pobreza, que a las relaciones sociales de producción, a la estructura de propiedad pública y privada, al control y gobierno de los medios de producción, así como a la generación y apropiación de la plusvalía por los empresarios privados o por la nomenclatura del Partido y de las instituciones del Estado.  

Manifestación en las calles de China: papel blanco, muda reivindicación de libertad
Manifestación en las calles de China: papel blanco, muda reivindicación de libertad

Unas carencias en el análisis que se traducen en la ausencia de un estudio de la “lucha de clases” como “motor de la historia”, que Marx enfatiza en el Manifiesto Comunista. Es más, en el antes citado trabajo de Xulio Ríos se atribuye tal concepto a la Revolución Cultural, como si la juventud, particularmente la estudiantil, fuera una clase social. Y aunque en todos ellos se apunta al carácter dictatorial de la función del Partido, se apuntan excusas señalando la “especificidad” del modelo, pero se evita profundizar en lo que podría ser la democracia interna en éste para constituirse en expresión democrática de la sociedad y su pluralidad social. 

El “sindicato” oficial no es capaz de abordar, ni lo pretende, los conflictos reales que explosionan de vez en cuando, con huelgas importantes desde hace años

La nueva China, en su modelo de Socialismo con particularidades chinas, con un importante sector público y grandes empresas privadas, a la vez que con un creciente mercado interior, está desarrollando una nueva estructura social con una creciente diferenciación de clases sociales con lógicos intereses no coincidentes. Y sin mecanismos establecidos para resolver las inevitables contradicciones, la inevitable “lucha de clases”, con los necesarios instrumentos de búsqueda de la “síntesis” tras las correspondientes “tesis” y “antítesis”. La clase trabajadora, tanto en empresas públicas como privadas, no dispone hoy de formas de defensa de sus intereses colectivos, habiendo incluso desaparecido la huelga de la Constitución y de las normas laborales. El “sindicato” oficial no es capaz de abordar, ni lo pretende, los conflictos reales que explosionan de vez en cuando, con huelgas importantes desde hace años, como he comentado en diversos trabajos al respecto, expresión de mi aproximación a este mundo en la decena de veces que viajé a ese país en los que pude visitar una cincuentena de fábricas y entrevistarme con representantes de instituciones locales y nacionales.

Para entender ese país hay que abordar la inexistencia de una organización institucionalizada de representación de la clase trabajadora, hay que examinar el carácter y la función del Partido Comunista, partido único que asume la responsabilidad de la plena dirección del país, sin perjuicio de la existencia de organismos casi decorativos que resultan de tímidas formas de representación, como la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.

Las manifestaciones en las calles de China de estas últimas semanas y la rápida y radical modificación de la política oficial china para hacer frente a la pandemia han puesto de manifiesto dos importantes cuestiones, fáciles de interiorizar por parte de la sociedad china. Una, que Dios (el Partido) puede equivocarse (tanto en las primeras medidas frente al Covid como en las nuevas improvisadas y sin soporte sanitario y organizativo adecuados). Y otra, que la movilización ciudadana puede obligar a los que mandan a modificar sus decisiones. En definitiva, que este Dios no es todopoderoso, invencible.

No hay instituciones e instrumentos en la sociedad china para la negociación y el acuerdo social, como parte necesaria de la apuntada lucha de clases

Este aprendizaje de la sociedad china puede acabar siendo clave ante el problema de fondo que supone la crisis económica que se apunta. Después de varios decenios de muy alto crecimiento del PIB, así como de los salarios (que en las zonas industriales superaron a los de algunos países de la Unión Europea) durante años muy por encima de la inflación con evidente mejora de las condiciones de vida de millones de trabajadores, el esquema puede ser inviable en la actual coyuntura, como ya me manifestaron algunos empresarios en mis últimos viajes al país. Y ante todo ello, insisto, no hay instituciones e instrumentos en la sociedad china para la negociación y el acuerdo social, como parte necesaria de la apuntada lucha de clases, para resolver las inevitables contradicciones sociales.

En un plazo breve las viejas y nuevas contradicciones de la sociedad china pueden llevar a estallidos sociales mucho más graves que los vividos en las últimas semanas. La solución de las crisis del modelo chino es evidentemente de primera importancia para el pueblo chino, pero de interés para todos. Atentos pues desde este nuestro Extremo Occidente mundial. También nos interesa que la sociedad china encuentre un camino de avance no traumático. El mundo está cambiando. Hemos entrado en una nueva etapa de la globalización y en ella el despertar del pueblo chino puede tener gran incidencia.

China 2023: ¿del covid a la lucha de clases?