jueves. 28.03.2024
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@jgonzalezok / Argentina se dispone a iniciar el proceso electoral que culminará en octubre, pero que tiene este 11 de agosto su primera cita con las elecciones primarias. Los principales partidos ya tienen decididas sus candidaturas y presentan un solo candidato, con lo que esta primera convocatoria es perfectamente inútil. Pero servirá para dibujar un mapa que las encuestas, poco o nada fiables, no pueden ofrecer en este momento. Y enmarca ya una campaña pasional y áspera, como es norma en Argentina.

Las urnas decidirán entre dos modelos de país, representados por las dos principales fuerzas políticas: el oficialismo del gobierno de Mauricio Macri y el peronismo dominado por la expresidente, Cristina Fernández. El actual presidente lleva como candidato a vicepresidente a Miguel Ángel Pichetto, un peronista que ejerció labores importantes durante los doce años de Kirchnerismo.

A pesar del balance negativo -si se quiere, profundamente negativo- que puede presentar el gobierno en el manejo de la economía, estos cuatro años convirtieron a la Argentina en un país normalizado política e institucionalmente. A pesar de la situación económica y social, el gobierno cuenta con que tiene posibilidades de conseguir la reelección de Macri. A sus votantes se les podría atribuir la conocida frase de Borges: “no los une el amor, sino el espanto”. Considerando el espanto lo que se puede venir si gana la fórmula peronista, incluso con Cristina Fernández en un teórico segundo plano.

La campaña del principal bloque de la oposición, la del peronismo/kirchnerismo, está siendo un compendio de errores no forzados que está erosionando sus posibilidades

La campaña del principal bloque de la oposición, la del peronismo/kirchnerismo, está siendo un compendio de errores no forzados que está erosionando sus posibilidades. El que fuera jefe de gabinete y ministro en los gobiernos de los Kirchner, Aníbal Fernández, acaba de decir que preferiría dejar a sus hijos con Barreda -un célebre femicida, que asesinó a su mujer, su suegra y sus hijas- antes que con María Eugenia Vidal, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, que es la figura política más popular de la Argentina.

Aníbal Fernández, con una imagen altamente negativa, fue en las elecciones de hace cuatro años el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, y todo el mundo coincide que fue el principal responsable de la derrota del kirchnerismo. Sus declaraciones de ahora son comparadas por numerosos analistas con otro episodio lejano, de 1983, cuando el peronista Herminio Iglesias quemó en el acto de cierre de campaña un cajón con las siglas de la UCR, el partido de Raúl Alfonsín, que días después sería elegido primer presidente después de la dictadura. El “cajón de Herminio” fue considerado en ese momento como uno de los episodios que sellaron entonces la derrota del peronismo.

Pero hay otros disparates que tienen como protagonistas a los Fernández importantes: Alberto Fernández, candidato a presidente, y Cristina Fernández, candidata a vicepresidente, pero que tiene el poder real. Alberto Fernández ha tenido serios encontronazos con periodistas, a pesar de que venía cultivando una imagen de moderación que pretende hacer olvidar los años de guerra abierta del pasado gobierno con los medios.

En los últimos días dejó otras dos declaraciones gravísimas: dijo que para él precio del dólar está atrasado, con lo que anunció de hecho una devaluación si gana las elecciones. O, peor, anima a una corrida cambiaria que podría ser letal para el actual gobierno, como pasó en 1989, cuando el futuro ministro de Menem, Guido Di Tella, anunció un dólar “recontra alto”, dando la puntilla al gobierno de Alfonsín, que tuvo que adelantar la entrega del gobierno en medio de una espantosa hiperinflación.

Fernández también dijo que, si era electo, dejaría de pagar los intereses de las letras Leliq (Letras de Liquidez), títulos que emite el Banco Central solo para bancos y que es una herramienta para controlar el dólar y frenar la inflación. Con ese dinero, dijo Fernández, se pagarían aumentos del 20 % a los jubilados. Cabe señalar que desde abril hay una apreciable estabilidad cambiaria, que coincidió con un repunte en la imagen del gobierno.

La expresidente Cristina Fernández, viene manteniéndose en un segundo plano. Sus actos de campaña los combina con la presentación de su libró, Sinceramente, y su grado de exposición es menor, lo que le asegura que no habrá contactos con periodistas que le planteen alguna pregunta complicada. Pero también ha cometido errores de bulto. “¿Se acuerdan que decían que si nosotros seguíamos nos íbamos a parecer a Venezuela? Bueno, sorry, pero hoy con la comida estamos igual que Venezuela”, se preguntó. A pesar de que citó a la FAO, los datos oficiales de dicha organización muestran que en el país de Maduro -al que oficialmente sigue apoyando el kirchnerismo- el porcentaje de personas subalimentadas es del 21,2 % de la población, mientras que en Argentina es del 4,6 %.

El escritor Martín Caparrós, autor de un libro que tituló El Hambre, aceptando que los datos de Argentina son intolerables, y más en un país productor de alimentos, también señaló: “Me impresionó que alguien pueda decir algo tan absolutamente falso y salir indemne, uno espera que los líderes planteen cosas que no sean mentiras cochinas”. Caparrós, por cierto, es muy crítico con el gobierno de Macri.

La expresidente también insistió en su confrontación con la prensa independiente, con la idea de que el gobierno goza de blindaje mediático y que existe un conjunto de “medios hegemónicos” que apoyan a Macri. Ignorando que todavía persisten numerosos medios que durante su gobierno vivieron casi exclusivamente de la publicidad oficial, que llevaba aparejada la sumisión política. Entre los medios kirchneristas que subsisten están Página 12, Ámbito Financiero, Crónica, BAE, Tiempo Argentino, Infonews, El Destape, Minutouno, Caras y Caretas, los canales C5N y Crónica TV, o las radios AM750 y Radio Del Plata.

La expresidente hizo también una infeliz declaración al recordar una de las pocas entrevistas que concedió al salir del poder a un periodista independiente. En este caso Luis Novaresio, un respetado hombre de televisión, que la entrevistó en septiembre de 2017. Dijo que había sido “un interrogatorio, faltaba la luz así, acá (señalándose el rostro) y alguien de atrás haciéndome alguna cosa (sic) para que responda”. Con la historia reciente de Argentina y su terrible dictadura, la comparación fue desafortunada. Claro que ella misma habló en su momento del secuestro de los goles que hacía una empresa del grupo Clarín, cuando tenía los derechos de transmisión del fútbol argentino.

La lista de estos errores sería larga, pero no se puede dejar de mencionar que hubo un actor kirchnerista que pidió una CONADEP del periodismo para juzgar la labor de los periodistas durante estos últimos años. La Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) fue creada por el presidente Alfonsín para investigar la violación de los derechos humanos durante la dictadura y el terrorismo de Estado. La propuesta del actor es un atentado a la libertad de expresión, pero es, sobre todo, una espeluznante banalización de los derechos humanos.

La campaña argentina entra en la recta final