martes. 23.04.2024

@jgonzalezok / El segundo turno en las elecciones locales de Brasil (este domingo, 29 de noviembre), diseñó un mapa político muy diferente del que había tras las elecciones del 2018, que significaron el ingreso de la extrema derecha al poder, de la mano de Jair Bolsonaro. Es cierto que hace dos años eran elecciones generales y que el voto en las consultas locales no responde exactamente a las mismas motivaciones, pero hay conclusiones que se pueden sacar sin mucho temor a equivocarse.

El presidente Bolsonaro participó activamente en la campaña electoral, apoyando a 25 candidatos a alcalde en distintas capitales. Solo uno de ellos, Tião Bocalom, resultó elegido

El presidente Bolsonaro participó activamente en la campaña electoral, apoyando a 25 candidatos a alcalde en distintas capitales. Solo uno de ellos, Tião Bocalom, resultó elegido, en este caso como regidor de la ciudad de Rio Branco, capital del estado de Acre, de unos 400.000 habitantes. La aprobación de Bolsonaro en las encuestas cayó en la recta final de la campaña en 23 de las 26 capitales del país. Y en las dos principales ciudades, São Paulo y Río de Janeiro, sus candidatos fracasaron abiertamente.

En el caso de la capital paulista, Celso Russomano fue humillado, quedando en cuarto lugar, con una votación del 10% de los votos y sin posibilidad de pasar a la segunda vuelta, después de estar al frente de las encuestas hace algunas semanas. En 2014, antes de asociarse con Bolsonaro, había sido el candidato a diputado federal más votado de Brasil, gracias a su popularidad televisiva como defensor de los consumidores.

En Río de Janeiro, el actual alcalde, Marcelo Crivella, logró pasar a la segunda vuelta, pero fue derrotado claramente por el centrista Eduardo Paes, que ya fue alcalde de la ciudad en dos ocasiones. El candidato de Bolsonaro sacó solo el 35,93 % de los votos válidos, frente al 64,07 % de su adversario. El caso de la capital carioca es ilustrativo para entender la derrota de la extrema derecha.

Crivella es obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, creada por su tío, el controvertido Edir Macedo. El candidato apoyado por Bolsonaro se caracterizó por falsas acusaciones contra su adversario, como el anuncio de que Paes y sus aliados intentarían implantar la pedofilia en las escuelas (sic) o un supuesto “kit gay”. Al discurso homofóbico, Crivella añadió su posicionamiento en contra de la “ideología de género”.

A partir del comienzo de los años 90 es indudable el avance de los evangélicos en todo el país, donde ya constituyen casi un tercio de la población, con Río de Janeiro en lugar destacado. En estas elecciones, con el apoyo explícito de Bolsonaro, la Iglesia Universal del Reino de Dios intentaba capturar políticamente la capital carioca. El columnista del diario O Globo, Bernardo Mello Franco, escribió que el elector puso un freno a los planes de dicha iglesia, señalando que “en los últimos cuatro años, Río se convirtió en un laboratorio de un proyecto que mezcla fe y política”.

Bolsonaro, que suele recurrir a militares y evangélicos (“terriblemente evangélicos”) para todo tipo de puestos en el organigrama del  Estado, no pudo asegurar la victoria para Crivella, que como alcalde acabó con un enorme rechazo, por su ineficacia y por su agenda evangélica. En una ciudad donde se vive tan intensamente el carnaval, nunca visitó el sambódromo, suspendió el apoyo estatal a las escuelas de samba y se negó a entregar las llaves de la ciudad al Rey Momo, como es habitual. Con la pandemia, instaló un tomógrafo en un local de su iglesia en la favela de la Rocinha y fue acusado de intentar beneficiar a los evangélicos para evitar las listas de espera en los hospitales. “Hablen con Marcia”, les dijo a sus fieles, en referencia a una asesora, lo que les garantizaría evitar las colas.

En São Paulo el vencedor fue Bruno Covas, del PSDB, nieto del histórico Mário Covas (fallecido en 2001), que fue alcalde de la ciudad y dos veces gobernador del Estado. El PSDB -el partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso-, se consolida como el mayor espacio del centro político, a pesar de haber perdido votos respecto al 2016. Seguirán gobernando ciudades donde viven 34 millones de personas, un 15 % de la población. El actual gobernador, João Doria, que apadrinaba a Covas, se consolida como un claro candidato presidencial para 2022. El joven Covas, que lucha desde hace tiempo contra el cáncer, aunque nunca se apartó de la gestión, es el exponente de una nueva generación del partido.

Los desafíos de la izquierda

En la izquierda también se dibuja un cambio que se venía anunciando. El PT dejó de ser el partido hegemónico y, por primera vez en su historia, no consiguió vencer en ninguna de las capitales del país. En su mejor momento, en 2004, el PT logró administrar 9 capitales, en 2000 y 2008 venció en seis, y en 2016 solo en una, arrastrado por los escándalos de corrupción. En São Paulo, en cuya periferia nació el partido, el candidato no pasó ahora a la segunda vuelta. Con la particularidad de que Lula no apoyó al candidato del partido -Jilmar Tatto, que en la primera vuelta quedó en sexto lugar- sino a Guilherme Boulos, del PSOL, que sí pasó el corte y disputó este domingo con Bruno Covas.

El electorado del PT no disminuyó en la clase media, pero grupos importantes de electores en los sectores de más baja renta votaron en otras siglas de la izquierda, como el PSOL, PCdoB, PDT o PSB. Es decir, los pobres están abandonando al PT. La sombra de Lula parece explicar la decadencia electoral del PT. Además, lógicamente, del desgaste propio de los 13 años en el poder (dos turnos de Lula, uno de Dilma Rousseff), y las circunstancias de su salida, con los casos de corrupción. El ex presidente Lula, de 75 años, no ha permitido el crecimiento de un liderazgo alternativo. Sigue complicado judicialmente y su principal actividad política tiene que ver con la defensa de su inocencia y la exigencia de que los cuadros del PT se comprometan en la misma dirección.

En las elecciones presidenciales de hace dos años hubo un desentendimiento profundo en la izquierda, que facilitó la llegada de Bolsonaro

En las elecciones presidenciales de hace dos años hubo un desentendimiento profundo en la izquierda, que facilitó la llegada de Bolsonaro. El conflicto tiene dos nombres propios: el del ex presidente Lula, y el de Ciro Gomes (PDT), ambos con personalidades explosivas. La buena noticia es que, recientemente, ambos se volvieron a encontrar. No se superó el conflicto y Ciro Gomes dijo que había entrado a la reunión con las mismas ideas y había salido con las mismas convicciones. Añadiendo que Lula, ciertamente, “salió con las mismas convicciones que entró”. Pero restauraron el diálogo y fue Lula el primero que dio el paso, invitando a Ciro Gomes a conversar.

Ambos apoyaron ahora al candidato del PSOL a la alcaldía de São Paulo, Guilherme Boulos, que sale de la elección con una proyección nacional que no tenía, aun perdiendo. Hace solo dos años fue candidato a la presidencia y sacó 617.000 votos (un insignificante 0,6 %); ahora, consiguió algo más de un millón de votos en la primera vuelta y algo más de dos millones en la segunda.  Con solo 17 segundos en la propaganda electoral gratuita en televisión durante el primer turno, logró el segundo lugar. El PSOL es una escisión del PT y se fundó en el 2004 tras la ola de escándalos de corrupción.

Boulos es el líder de los sin techo de São Paulo. Curiosamente, su apoyo fundamental no está en las favelas y los sectores más pobres de la megalópolis brasileña, sino en la Zona Oeste de la ciudad, reducto de artistas, intelectuales y clase media alta. Hace dos meses era un candidato más al cargo de alcalde de la ciudad más populosa de Brasil, además de ser el corazón económico y financiero del país.

El ex presidente Fernando Henrique Cardoso dijo que ve a Boulos como una “líder emergente” y que le recuerda a Lula al comienzo de su carrera política. Destacó que ha demostrado una dedicación a las causas populares y que, pese a ser de clase media acomodada, fue a vivir cerca de los barrios populares. Claro que también señaló que Lula tenía detrás de él a los sindicatos, que es algo mucho más amplio que los movimientos de los sin techo.

Otro candidato del PSOL, Edmilson Rodrigues, consiguió la reelección en Belém, capital del estado de Pará. Aunque fue derrotada en la segunda vuelta, también se posicionó bien en el panorama de la izquierda Manuela D´Ávila, candidata del PCdoB (Partido Comunista do Brasil) en Porto Alegre, una de las ciudades importantes del sur del país. Y en Recife, capital de Pernambuco, se dio la circunstancia de dos candidatos de izquierda que pasaron a la segunda vuelta: João Campos (PSB), con solo 27 años de edad, derrotó a su prima, Marília Arraes, que estaba apoyada por el PT. Los primos se disputaron la herencia política de su abuelo, el mítico gobernador del estado, Miguel Arraes, muerto en 2005, que perseguido por la dictadura y sufrió un exilio de 14 años en Argelia.

Bolsonaro pierde y los electores le dan la espalda a la “nueva política” de extrema...