viernes. 26.04.2024

@jgonzalezok y @gab2301 | Rodeado de militares, líderes religiosos y políticos próximos, el presidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha, transformó este miércoles, las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia de Brasil en podio electoral a 25 días de las elecciones presidenciales en las que intentará la reelección. Los jefes de los demás poderes -Legislativo y Judicial- no lo acompañaron, pese a que fueron invitados. En ceremonias en Brasilia y Río de Janeiro, el presidente ignoró la fecha histórica. Se dedicó a pedir el voto, a atacar a su principal adversario y líder en las encuestas Luiz Inácio Lula da Silva y reforzó su discurso conservador. Recitó pasajes bíblicos y al mismo tiempo usó un lenguaje sexual vulgar y de dudoso gusto, exaltando su propia supuesta virilidad. 

Antes de la ceremonia oficial, durante un desayuno con ministros en el Palacio de la Alvorada, Bolsonaro lanzó amenazas veladas, al mencionar momentos de ruptura democrática, como el golpe militar de 1964. “La historia se puede repetir, el bien siempre venció al mal”, lanzó. 

Después presidió un desfile militar conmemorativo en la explanada de los ministerios de Brasilia, con la presencia de los presidentes de Portugal, Cabo Verde y Guinea Bissau. Ni siquiera la presencia de los mandatarios extranjeros lusófonos impidió que redujera el Bicentenario a un acto de campaña ultraconservador. Al punto que, en determinado momento, al lado del presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa, visiblemente incómodo, Bolsonaro desplegó una bandera de Brasil con el diseño de un feto y la frase “Brasil sin aborto”. En Portugal el aborto es legal desde 2007.

La mayoría de los medios brasileños, así como la oposición, coincidieron en señalar que Bolsonaro secuestró lo que debería haber sido una fiesta de encuentro de todos los brasileños

Bolsonaro participó de dos actos multitudinarios después de la ceremonia oficial y en ambos repitió amenazas golpistas, aunque de forma menos directa que el 7 de septiembre del pasado año, cuando amenazó abiertamente a las instituciones, especialmente al Supremo Tribunal Federal (STF). 

Sin embargo, hubo un gesto de indudable provocación al STF, al convocar al palco oficial a algunos de los empresarios que están siendo investigados por dicho tribunal por sospechas de actividades golpistas. Uno de ellos se colocó entre el presidente de Brasil y el de Portugal, contra todos los usos protocolarios. La supuesta moderación también estuvo ausente entre sus seguidores, que exhibieron carteles defendiendo el golpe militar, atacando al Poder Judicial y a algunos periodistas críticos de Bolsonaro.

Bolsonaro tiene grandes dificultades para avanzar en las encuestas. Por eso atacó las empresas de sondeos que, unánimemente, le dan perdedor

Esta vez evitó criticar el sistema electoral y las urnas electrónicas, centrando sus ataques en su rival de las elecciones del 2 de octubre, el ex presidente Lula, al que se refirió como “pandillero de 9 dedos”, en alusión de mal gusto al hecho de que Lula perdió un dedo en un accidente laboral. Dijo que las elecciones serán una lucha del bien contra el mal, “el mal que soportó por años nuestro país, que casi quebró nuestra patria y que ahora desea volver a la escena del crimen”. Y no dudó en señalar que el ex presidente debería ser extirpado de la vida pública. 

Tanto en Brasilia como en la orla de Copacabana, en Río, Bolsonaro consiguió obtener las imágenes que buscaba a menos de un mes del primer turno de las elecciones: multitudes de seguidores en las calles, vistiendo los colores nacionales -verde y amarillo-, ondeando banderas de Brasil y exaltando su gobierno ultra derechista. 

Bolsonaro tiene grandes dificultades para avanzar en las encuestas. Por eso atacó las empresas de sondeos que, unánimemente, le dan perdedor. Tachó de mentirosa a Datafolha, la más reconocida, que, en su último estudio, del 1 de septiembre, daba a Lula un 45% en intención de voto, frente a un 32% para Bolsonaro. Cuatro días más tarde, Ipec publicaba su último estudio que básicamente coincidía, 44% frente a 31% a favor de Lula. 

La mayoría de los medios brasileños, así como la oposición, coincidieron en señalar que Bolsonaro secuestró lo que debería haber sido una fiesta de encuentro de todos los brasileños, en sucesivos mítines políticos, a cargo del presupuesto del Estado, para hacer proselitismo. 

El PT (Partido de los Trabajadores) y el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) anunciaron que denunciarán a Bolsonaro ante el Supremo Tribunal Electoral por abuso de poder económico y político en los actos de este miércoles: “Bolsonaro convocó a los manifestantes a las urnas, usó el slogan de campaña y usó a las Fuerzas Armadas para hacer una arenga política”, dijo Sâmia Bomfin, líder del grupo parlamentario del PSOL en el Congreso. 

El ex presidente Lula criticó el uso del 7 de septiembre por parte de Bolsonaro, recordando que cuando él fue presidente nunca usó la fecha como instrumento de política electoral: “En vez de discutir los problemas de Brasil, intentar decirle al pueblo brasileño como va a responder al problema de la educación, la salud, el desempleo, la desvalorización del salario mínimo, intenta hablar de campaña política e intenta atacarme”, dijo el ex presidente, añadiendo: “Ahora, él debería estar explicando al pueblo cómo es que su familia juntó 26 millones de reales en efectivo (unos 5 millones de euros), para comprar 51 inmuebles, es eso lo que él tiene que explicar”. 

Bolsonaro ignora el Bicentenario de la Independencia, ataca la democracia y hace...