sábado. 20.04.2024
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(Fotografía: Gentileza ES)

La intervención de la firma Vicentín, el proyecto que impulsa un impuesto a la riqueza, y la inminente confirmación de una renta básica destinada a trabajadores informales, ha provocado la reacción de los sectores económicos concentrados que responden a través de sus voceros en los medios hegemónicos.

En la prensa escrita, radial y televisiva, periodistas e intelectuales de derecha sostienen que el gobierno argentino pretende convertir al país en “Venezuela”, una falacia ya convertida en clásico que hace mella en ciertos sectores sociales cuya reacción es agitar banderas y expresar su postura respecto de lo que es y lo que no es una democracia. Ejemplo de esto fue la reacción de grupos minúsculos pero ruidosos que el pasado sábado 20 de julio, Día de la Bandera, rompió los protocolos del aislamiento social en varias ciudades del país para manifestar su desacuerdo con el proyecto de intervención de la empresa Vicentín. En nombre de la libertad y de la democracia unos cuantos miles de argentinos defendieron a una firma que saqueó el dinero de esos mismos argentinos, lo fugó y dejó una deuda millonaria al Estado.  

La retórica de los medios de comunicación gestiona el descontento social. El periodismo de guerra acciona todos sus mecanismos, gestando una falsa realidad que salta a las portadas

La retórica de los medios de comunicación gestiona el descontento social. El periodismo de guerra acciona todos sus mecanismos, gestando una falsa realidad que salta a las portadas. Desde que el gobierno de Alberto Fernández decretó la cuarentena obligatoria, opinólogos y pseudocientíficos ocuparon lugar en los platós televisivos para confrontar -con argumentos de dudosa procedencia- con las medidas que evitaron el contagio masivo; las mismas que elogió la OMS al poner a la Argentina como “ejemplo de lucha contra el Covid-19”. 

En la construcción de realidad de los medios hegemónicos “estamos frente a un Estado totalitario que coarta las libertades civiles y económicas”. La efectividad de tal retórica quedó expuesta en las marchas anticuarentena, en los slogans esgrimidos a bocajarro, sustentados en opiniones de editorialistas de los diarios Clarín y La Nación. 

La estrategia es siempre la misma. Cuando el poder lo conquista un gobierno soberano, se agita inmediatamente el algoritmo mediático que distorsiona la entidad verdadera y emite a diario su versión de un gobierno pro-Venezuela, filo-comunista. Se propaga una suerte de “justificación” del descontento social que se inocula lentamente desde la pantalla mediante noticias falsas, opiniones de periodistas enardecidos que trazan oscuros juegos de palabras (“Argentina vive una infectadura”), y comodines de la oposición que instan sin ninguna discreción a tomar las calles, a “recuperar la democracia”    

Es el golpe blando. La estrategia de un establishment dolido que sabe convocar desde sus medios a quienes mañana, aún ignorándolo, volverán a cacerolear contra sus propios intereses y a defender los privilegios de una clase a la que no pertenecen. 

Periodismo de guerra contra Alberto Fernández