viernes. 19.04.2024
victoria alberto fernandez argentina
Seguidores de Alberto Fernández celebran la victoria en las elecciones argentinas. (Foto: Twitter)

@jgonzalezok | Alberto Fernández es el presidente electo de la Argentina al conseguir en torno al 48% de los votos, frente a los aproximadamente 40% de Mauricio Macri. A falta de los resultados definitivos, los votos consagraron a Fernández como el próximo presidente, a partir del 10 de diciembre. Todas las encuestas se equivocaron, ya que le daban al ganador una victoria por un margen mucho mayor. El resultado es contundente, pero Macri logró recortar los resultados de las primarias, del pasado 11 de agosto, cuando la diferencia fue de 15 puntos porcentuales.

Tan significativo fue el resultado en las elecciones presidenciales como los de la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país, donde venció el peronista/kirchnerista Axel Kicillof, ex ministro de Economía con Cristina Fernández en el gobierno anterior. Derrotó a María Eugenia Vidal, a pesar de que la actual gobernadora cuenta con la mejor imagen de toda la clase política. La victoria de Kicillof, con el 52% de los votos, ayudó a darle volumen a la victoria de Fernández. 

En la ciudad de Buenos Aires, el triunfo fue contundente para el actual alcalde, el oficialista  Horacio Rodríguez Larreta, con el 55% de los votos. Es la figura con mayor poder propio que le queda al actual gobierno. Este resultado confirma que la capital argentina es hostil al peronismo.

Un reciente artículo aparecido en la revista Foreign Policy recordaba que de 137 elecciones presidenciales en América Latina, entre 1953 y 2012, el 87% de los presidentes lograron ser reelegidos. Por tanto, muy difícil lo tiene que hacer un mandatario de la región para ser derrotado en las urnas. Entre el 13% que perdió está ahora el argentino Mauricio Macri.

Cuando Macri ganó las elecciones de 2015 pidió que se juzgara su gobierno por el éxito que tendría en la lucha contra la pobreza

Cuando Macri ganó las elecciones de 2015, pidió que se juzgara su gobierno por el éxito que tendría en la lucha contra la pobreza. Incluso llegó a hablar de “pobreza cero”. Al final de sus cuatro años de gobierno, el resultado no puede ser más desolador: el último dato oficial, correspondiente a la primera mitad del 2019, indica que el 35,4% de los argentinos están por debajo de la línea de la pobreza y de ellos el 7,7% están en la indigencia.

No se puede hacer una comparación exacta con la herencia que el actual gobierno recibió del anterior, ya que en 2017 “intervino” el Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), manipulando las cifras. El ministro de Economía de entonces, Axel Kicillof, llegó a decir que medir la pobreza era “estigmatizante”. Pero las estimaciones de consultoras privadas la sitúan en un 30% a finales del 2015.

alberto fernandezArgentina experimentó en los dos últimos años un acelerado proceso de deterioro en todos sus indicadores económicos. Y esta tendencia adquirió velocidad de crucero después de las elecciones primarias del pasado 11 de agosto, cuando anunciaron una rotunda victoria del candidato peronista/kirchnerista, Alberto Fernández. Desde ese día hasta las elecciones de este domingo, por ejemplo, las reservas del Banco Central cayeron en un tercio, perdiendo 22.500 millones de dólares. También hubo una huida de los depósitos privados en dólares, del orden de los 20.633 millones. Una muestra de la desconfianza de la población, que prefiere retirar sus ahorros de los bancos para esconderlos en sus casas o en cajas de seguridad.

En este mismo lapso de tiempo también se produjo una brusca devaluación: el dólar pasó de 45 pesos a 65 pesos. La inflación pegó un salto en septiembre, alcanzando el 5,9%, y el Fondo Monetario Internacional calcula que la cifra para el 2019 será del 57,3%. El mismo organismo pronostica que este año acabará con una contracción económica del 3,1%. A esto hay que agregar la imprescindible renegociación de la deuda, impagable a día de hoy con el calendario de vencimientos establecido.

Después de que las elecciones primarias anunciaran la posibilidad cierta de que Macri sería derrotado en las urnas sin necesidad, siquiera, de una segunda vuelta, el gobierno intentó reaccionar. Primero, para tratar de evitar el desastre que sería llegar a un nuevo default o suspensión de pagos, y también para tratar de darle la vuelta al resultado de las elecciones primarias con el fin de lograr que hubiera una segunda vuelta.

Para ello acudió a medidas de tipo kirchnerista, que tanto había criticado. En primer lugar, estableciendo un control de cambios. Después, dando marcha atrás en otras cuestiones que eran marca del gobierno, como la reducción del déficit. Decidió un aumento de las ayudas sociales, una reducción del IVA para productos de primera necesidad y una bajada de la presión tributaria. Todas medidas que aumentaban el gasto, contrariando los acuerdos con el FMI.

Para la asunción del nuevo presidente, el 10 de diciembre, quedan 43 días, que van a ser dramáticos y llenos de incertidumbre

Para la asunción del nuevo presidente, el 10 de diciembre, quedan 43 días, que van a ser dramáticos y llenos de incertidumbre. Seguramente habrá que tomar medidas que deberían ser consensuadas entre los gobiernos entrante y saliente. Pero ninguno querrá cargar con el costo político que puede resultar del aplicar medidas impopulares. El gobierno de Macri ha dicho estar dispuesto a colaborar en la transición.

Aunque es un hecho la mala relación personal del presidente con Alberto Fernández, Macri lo felicitó inmediatamente y lo invitó a desayunar este lunes, una costumbre que copió de los presidentes chilenos. El todavía presidente, además, anunció que hará una oposición “constructiva y razonable”. Hay que ver si también es razonable el comportamiento del peronismo triunfante en estos 43 días de transición y se puede llegar al traspaso del mando con normalidad, cosa que sería una novedad importante en la Argentina.

El presidente electo prometió encargarse inmediatamente de los pobres que dejó este gobierno, aunque no se sabe cómo podrá lograrlo sin acudir de nuevo a medidas populistas que fueron posibles gracias a condiciones externas irrepetibles. La multiplicación de los panes y los peces no está todavía a su alcance.

macri votando¿Por qué le fue tan mal a Macri?

Dicho esto, ¿por qué le fue tan mal a Macri? El todavía presidente pensó que después de doce años de populismo, de una política que se basó en los subsidios y los controles en la economía, de una Argentina que se aisló internacionalmente, recibiría una lluvia de inversiones. Esto nunca sucedió, a pesar de que en los dos primeros años de su mandato parecía encaminado a cambiar el rumbo del país. Nunca llegó a doblegar la inflación, pero solo al final de su mandato se desbordó. No logró crecimiento de la economía salvo en 2017. Y las cifras de pobreza, que en los dos primeros años consiguió rebajar, se le escaparon de la mano con la crisis de mediados de 2018. A los errores propios del gobierno hay que añadir que el país se vio afectado por una sequía histórica, que afectó al sector más dinámico de la economía, como es la agricultura y la ganadería; también hubo factores externos, como la crisis en Turquía y en Brasil, la guerra comercial de EEUU y China y la subida de los tipos de interés.

Macri optó por una política “gradualista”, frente a los que le pedían un shock para encarar medidas como las reformas previsional y del mercado de trabajo

Macri optó por una política “gradualista”, frente a los que le pedían un shock para encarar medidas como las reformas previsional y del mercado de trabajo. La reforma laboral nunca llegó a conseguirla, y la reforma en el sistema de jubilaciones, solo parcialmente. También mantuvo el gasto social, frente a los que auguraban que acabaría con los millones de planes sociales que había instituido el anterior gobierno. 

Aunque el balance final de todo gobierno tiene en la economía su principal punto de referencia, en el haber de Macri quedarán algunos -pocos- éxitos, que hicieron de la Argentina un país más normal durante los últimos cuatro años. En primer lugar la relación con los medios de comunicación, que el anterior gobierno quiso someter; el país mejoró ostensiblemente en los índices de Transparencia Internacional sobre corrupción; y abandonó el aislamiento en la política exterior. Son logros que tienen que ver, sobre todo, con la institucionalidad.

La principal tarea de Alberto Fernández será encarar la crisis económica y social, cuya gravedad e intensidad a nadie se le escapa. También tendrá que afianzar su autoridad en su propio tropa. No olvidemos que lleva como vicepresidente a Cristina Fernández de Kirchner, propietaria de gran parte de los votos que este domingo consagraron presidente a Alberto Fernández.

La Argentina que heredará Alberto Fernández