jueves. 28.03.2024
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@jgonzalezok | El Centro Simon Wiesenthal divulgó hace unos días la lista de 12.000 nazis que, desde Argentina, giraron sumas millonarias a una cuenta en Suiza, presumiblemente dinero expoliado a las víctimas judías del Tercer Reich. La lista fue encontrada casualmente en el depósito donde funcionaron las dependencias de una organización nazi en Buenos Aires.

La lista contiene nombres, direcciones y fechas con las transferencias al Schweitzerische Kreditanstalt, actualmente Credit Suisse. Entidad que tendría cuentas inactivas desde la Segunda Guerra Mundial, con depósitos que alcanzarían los 35.000 millones de euros. Lo notable es que se creía que esta lista había sido quemada tras el golpe de Estado de 1943, en el que participó el entonces coronel Juan Domingo Perón.

Uno de los nombres de la lista es Ludwig Freude, afiliado al Partido Nazi con el número 405, tan amigo de Perón que le prestó su casa en vísperas del 17 de octubre de 1944 -fecha fundacional del peronismo-, cuando buscó refugio antes de ser detenido brevemente por sus compañeros de armas. El hijo de Freude sería secretario de Perón cuando éste se convirtió en presidente.

Argentina se convirtió en las décadas del 30 y el 40 en un centro de actividades nazis

La lista que dio a conocer el Centro Simon Wiesenthal había sido elaborada por la Comisión Especial para la Investigación de Actividades Anti-Argentina durante el gobierno del conservador Roberto M. Ortiz. La Comisión fue impulsada por el diputado socialista Enrique Dikmann en 1939. Además de la citada lista, se denunció la existencia de organizaciones paramilitares y una red de espionaje que comandaba el agregado naval de la embajada alemana. La misma estaba financiada por el citado Ludwig Freude. El informe de la comisión provocó en su momento la salida del país del embajador alemán, barón Edmund Von Thermann, que era oficial de las SS y muy próximo a Heinrich Himmler.  

A pesar de la citada comisión, lo cierto es que Argentina se convirtió en las décadas del 30 y el 40 en un centro de actividades nazis. Especialmente a partir del golpe del general José Félix Uriburu, de septiembre de 1930. Dicho general fue también conocido con “Von Pepe”, por sus simpatías germanófilas. A partir de ese momento el nacionalismo rancio y antiliberal se apodera de los sucesivos gobiernos argentinos, que verán con simpatía los regímenes europeos que surgen en Alemania, Italia, Francia y Portugal. El mismo Perón, enviado a Italia en misión de estudios, no esconderá nunca su simpatía por Mussolini. Y la influencia alemana fue especialmente importante en el Ejército.

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Rodolfo Freude (segundo desde la izquierda) en una imagen con Perón (Foto: Wikipedia)

La neutralidad argentina durante las dos contiendas mundiales fue interpretada siempre como un apoyo implícito a los alemanes. Y en el caso de la Segunda Guerra Mundial, fue el principal motivo de discordia con los Estados Unidos. En enero de 1942 se celebró la Conferencia de Río de Janeiro, que recomendó a todos los países de la zona la ruptura de relaciones con los países del Eje. Veinte países aceptaron la recomendación y siete declararon la guerra. Argentina esperó dos años y solo el 26 de enero de 1944, cuando la guerra ya estaba decidida. rompió relaciones, siendo el único país de América Latina que mantuvo la neutralidad hasta entonces. El secretario de Estado norteamericano de aquél entonces, Cordell Hull, dedicaría años después varios capítulos de sus memorias a la relación con Argentina, acusando al país de no responder a la política de buena vecindad del presidente Roosevelt. Señaló que las acciones del país sudamericano durante la contienda constituyeron “un crimen contra la democracia” y “el ejemplo del mal vecino”.

Según el reciente libro de la historiadora María Sáenz Quesada, “1943”, había en la Argentina de ese año más de 200 establecimientos educativos alemanes y sus 15.000 alumnos fueron integrados al plan de adoctrinamiento nazi. La enseñanza la impartían solo maestros arios, debía preservarse la cultura alemana y evitar que los germanos se integraran al crisol de razas del proyecto argentino. “Sin tapujos, los símbolos del nazismo y la propaganda del régimen se introdujeron en las escuelas”, con honrosas excepciones.

El ambiente favorable a los nazis en Argentina se había intensificado a partir de 1933, llevando a los dirigentes de la comunidad alemana en el país a excluir a los judíos de las instituciones alemanes en el país, como los clubes, asociaciones culturales y benéficas. La persecución se extendió también a las empresas alemanas y a los médicos judíos que trabajaban en el Hospital Alemán. Según un estudio de María Oliveira-Cézar, fue esencial la recolección de fondos: a partir de 1937 la mayoría de alemanes que trabajaban en empresas alemanas fueron requeridos para que voluntariamente o no, entregaran entre el 6% y el 10% de sus sueldos para la causa.

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Acto nazi en el estadio Luna Park en apoyo al III Reich. (10 de abril de 1938).

En  abril de 1938 se celebró en el estadio Luna Park de Buenos Aires un acto de apoyo al Tercer Reich, siendo el más numeroso de los realizados fuera de Europa para celebrar la anexión de Austria. Acto al que asistieron algunos funcionarios del gobierno argentino, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco. Este clima explica la famosa “Circular 11”, de julio de 1938, que durante mucho tiempo fue secreta, con instrucciones a todos los consulados argentinos para restringir al máximo los visados a judíos que huían de la Alemania nazi.

El nuevo golpe militar, de 1943, fue organizado por militares integrados en la logia del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), en el que había muchos oficiales pro nazis. El principal impulsor del grupo fue Perón que, por su cargo miliar, en ese momento coronel, se mantuvo en un segundo plano. Los generales Rawson y Farrell ocuparían el poder formal, aunque Perón manejaba los hilos, ocupando la vicepresidencia, el ministerio de Guerra y la estratégica Secretaría de Trabajo y Previsión, desde donde construyó el poder que le llevaría a la presidencia, en las elecciones de febrero de 1946.

La tensión con los Estados Unidos fue máxima por esos años, acusando a Argentina de proteger a los nazis en su país

La tensión con los Estados Unidos fue máxima por esos años, acusando a Argentina de proteger a los nazis en su país. Entre 1942 y 1949 mantuvo un boicot económico y la tensión alcanzó su pico máximo con la llegada al país, en mayo de 1945, del nuevo embajador, Spruille Braden. Según el embajador británico en Buenos Aires, su colega americano llegaba “con la idea fija de que había sido elegido por la Providencia para derrocar al régimen Farrell-Perón”. Solo estaría en el país 127 días, ya que volvió a Washington para ocupar el cargo de Subsecretario de Estado. Pero se convirtió en el principal dinamizador de la oposición, señalando conexiones nazis y fascistas en el gobierno militar. Según el historiador Félix Luna, en su clásico libro “El 45”, la oficina de Braden, a tres manzanas de la Casa Rosada, se constituyó en la “virtual sede del estado mayor opositor”.

Estados Unidos publicaría antes de las elecciones de febrero de 1946 el Libro Azul, en el que detallaría sus denuncias. Eso le serviría a Perón para lanzar el slogan de Braden o Perón, de cara a los comicios.

Elecciones que ganaría Perón con el 52,4% de los votos. Ya en la presidencia, y acabada la Segunda Guerra Mundial, es sobradamente conocido el santuario que encontraron en Argentina muchos de los jerarcas del nazismo. Pero esta es ya otra historia.

Las huellas de los nazis vuelven a pasar por Argentina