jueves. 25.04.2024
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El terrorismo supremacista es la amenaza terrorista que más ha crecido en los últimos años. Que sea la que mas ha crecido no significa que sea la principal. El tamaño de su comunidad de referencia y bases de apoyo  indican que ha de ser considerado como la principal amenaza solo superada por el terrorismo yihadista. A ello ha de sumarse la espiral de acción y reacción que supone la coexistencia de ambos tipos terrorismo, pues la retroalimentación deriva en una suerte de radicalización complementaria. Según Europol, el año pasado un total de 44 personas fueron arrestadas en la República Checa, Francia, Alemania, Italia y los Países Bajos bajo sospecha de delitos relacionados con el terrorismo supremacista. 

El movimiento supremacista ha pasado de ser un fenómeno nacional a ser un fenómeno global cuya expansión se debe al uso de las tecnologías de información. Su agenda y marco conceptual se ha ampliado difuminándose el hecho territorial sin que su reacción responda ya a lógicas exclusivamente nacionales. De hecho, la guerra de Ucrania ha demostrado su capacidad de movilización y compromiso militante. A día de hoy, muchos de los llamados delitos de odio, no son catalogados de terroristas, aun cuando detrás de los mismos se esconda una ideología que ha demostrado a lo largo de los años una fácil transición hacia la acción terrorista.

Pese a que  la variedad de los grupos que componen esta amalgama, lo cierto es que existen en España algunos colectivos, grupos de odio, partidos extraparlamentarios, y comunidades digitales que podrían considerarse como parte integrante de esa red distribuida del movimiento supremacista actuando como vectores de transmisión

Sus teorías relativas a la conspiración inmigracionista, los supuestos planes de las elites globales y sionistas para acabar con la raza blanca, la guerra multicultural, la masculinidad y la cultura occidental se han visto reforzado en los últimos años, ha radicalizado a un numero considerable de individuos  y como no, ha derivado en una serie de atentados terroristas. Entre el 2017 y el 2019 se han producido numerosos atentados e incidente terroristas vinculados al supremacismo siendo estos los más reseñables: 

En enero de 2017 Alexandre Bissonnette, de 27 años abrió fuego sobre los asistentes a  la mezquita de la ciudad canadiense de Québec asesinando a seis de ellos. Tras la monitorización de sus búsquedas en Internet, se comprobó que Bisonnette se había interesado en Dylann Roof, supremacista blanco que asesino a nueve feligreses afroamericanos en una iglesia de Carolina del Sur. También se había interesado por Marc Lepine, ciudadano canadiense condenado por el asesinato de 14 mujeres en 1989 en la Escuela Politécnica de Montreal. Tambien se informo sobre grupos feministas en la diversidad de Laval. En redes sociales había manifestado su simpatía por Donald Trump y Marine Le Pen.

En junio de 2017, Thomas Mair jardinero en paro de 53 años, descrito por sus vecinos como algo taciturno, asesino a la diputada laborista Jo CoxMair estaba vinculado a grupos supremacistas en Estados Unidos y en Sudáfrica y  profirió gritos de "Gran Bretaña primero" o "Mantened Gran Bretaña independiente" en el momento de cometer el crimen.

También en junio de 2017, un hombre arrollo a varias personas con una furgoneta fuera de la mezquita de Finsbury Park. El saldo, un muerto y ocho heridos. El autor, Darren Osborne, de 47 años, padre de cuatro hijos y desempleado, fue descrito durante el juicio por su esposa como un "alcohólico funcional" de "temperamento impredecible". Según ella se radicalizó leyendo material político en internet y sobretodo  después de ver un drama de la BBC sobre una red de explotación infantil en Manchester en la que varios de sus integrantes eran de origen paquistaní.

En Charlottesville James Alex Fields un joven de 20 años atropelló a un grupo de contra manifestantes durante un mitin con el resultado de una mujer fallecida. Previamente, en la ciudad había habido enfrentamientos entre extremistas de derechas y contra manifestantes. El mencionado mitin había sido convocado por neonazis, miembros del Ku Klux Klan y simpatizantes del movimiento Alt Right. Durante el juicio, los abogados habían pedido al juez que tuviera compasión del acusado, ya que había  tenido problemas mentales desde niño.

El 3 de febrero de 2018 en la ciudad italiana de Macerata, Luca Traini, de 28 años de hirió gravemente disparando desde su coche, a seis inmigrantes africanos. Antes de entregarse a la policía tras realizar el saludo fascista con una bandera italiana como capa, profirió vivas ante el memorial al memorial de la guerra. En su casa se encontró una copia del “Mein Kampf“ junto a otro tipo de materiales. El terrorista declaró que el ataque fue una venganza por la muerte de Pamela Mastropietro, una joven de 18 años cuyo cuerpo mutilado fue hallado en dos maletas y por el que fue arrestado un ciudadano nigeriano al que se le había denegado el asilo un año antes. 

En octubre de 2018, en Pittsburg, Pensilvania, Robert Bowers, de 46 años, residente en Baldwin, entró en una de las sinagogas de la ciudad al grito de "Todos los judíos deben morir"  para después abrir juego contra los asistentes, asesinando a 11 de ellas y dejando decenas de heridos. Sus vecinos lo describen como un "fantasma" y de pocas relaciones sociales. Fue tomado bajo custodia policial y enviado a un hospital. Bowers realizó publicaciones antisemitas en las redes sociales previas al tiroteo  con mensajes como “Los judíos son los hijos de Satanás”. Votante registrado pero sin afiliación alguna en el condado de Allegheny, Pensilvania, el presunto asesino atacó también en sus mensajes al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acusándole de ser un globalista incapaz de detener la “infestación judía” de Estados Unidos.

Los atentados de Bottrop y Essen de 2019 fueron desarrollados pocos minutos después de la medianoche del 1 de enero de 2019. Andreas N., de 50 años, en sendos ataques intento a atropellar a varios grupos de inmigrantes con el resultado de cuatro heridos. Al ser detenido por la Policía, el conductor, pretendió justificar los atropellamientos alegando que los “extranjeros” eran un problema para Alemania que él quería solucionar por su cuenta. Algunos le atribuyeron un ataque de ira ciega y otros  traumas psicológicos derivados de su prolongado desempleo. El diario Kölner Stadtanzeiger aseguro que el agresor de Bottrop y Essen sufría esquizofrenia desde hace décadas y estuvo recluido en una clínica psiquiátrica en 2005.

El viernes 15 de Marzo, fueron perpetrados dos ataques terroristas contra dos mezquitas en la ciudad neozelandesa de Christchurch. El terrorista, llegó en su automóvil, aparcó y entró en una mezquita equipado con un arma semiautomática, casco provisto de cámara, gafas y chaqueta militar. Comenzó a disparar contra los presentes, dejando 42 muertos. Después se desplazo a otra mezquita a unos cinco kilómetros de la primera dejando un balance de 7 siete víctimas mortales. El autor, Brenton Tarrant, un australiano de 28 años plasmó sus creencias en un manifiesto de 74 páginas en la plataforma digital 8chan con los tópicos habituales del supremacismo como el “Gran Reemplazo” de Renaud Camus, que no deja de ser una actualización del famoso discurso de Enoch Powel, conocido como “Rios de Sangre”.

Declaro haber sido comunista, anarquista y libertario, pero que pasó a adoptar ideas supremacistas y ecofascistas, preocupado por los flujos migratorios y el calentamiento global. Este atentado posee elementos de sumo interés de cara el estudio del fenómeno terrorista de signo supremacista, pues además de las demostradas conexiones internacionales del actuante, se le suma el especial énfasis propagandístico del atentado, al ser grabado y retransmitido prácticamente en directo a través de GoPro que llevaba adherido al caso. 

El dos de junio Walter Lübcke destacado político de la gubernamental Unión Demócrata Cristiana apareció muerto en la terraza de su casa con disparo en la cabeza. Lübcke había defendido la decisión de la canciller Angela Merkel de abrir la puerta a cientos de miles de refugiados en 2015. Tras este apoyo recibió amenazas de muerte. El principal sospechoso, Stephan Ernst de 45 años confeso el asesinato. En 1993 ya había sido detenido por el ataque con un explosivo casero a un centro de refugiados y llegó a estar vigilado por las autoridades por sus contactos con la extrema derecha.

El 3 de agosto, 22 personas resultaron muertas, y otras 24 fueron heridas tras un atentado realizado por Patrick Wood Crusius, de 21 años. El autor dijo a la policía que su objetivo eran los "mexicanos" publico un manifiesto antes del atentado en el que Crusius afirmó que estaba "defendiendo" a Estados Unidos "del reemplazo cultural y étnico provocado por una invasión", “invasión hispana de Texas” y planteaba que  “Si podemos deshacernos de suficientes personas nuestra forma de vida puede ser más sostenible”. El texto promueve la teoría del supremacismo blanco  conocida como “el gran reemplazo”, en alusión al supuesto plan de las élites europeas para sustituir a la población blanca del continente por inmigrantes del norte de África y Oriente Próximo. Una teoría similar al Plan Kalergi de Gerd Honsik.

En agosto de 2019, un joven  entro disparando al centro centro islámico Al Noor, donde fue reducido por varios hombres que avisaron a las autoridades. El autor, Philip Manshaus, de 21 años que  entro con casco y uniforme fue acusado de matar a su hermanastra de 17 años antes de atacar el Centro Islámico Al-Noor en el suburbio de Oslo Baerum. Natural de Bærum, Manshaus pertenecía a una familia adinerada y carecía de antecedentes, no obstante fue objeto de interés policial hacía un año por su actividad en Internet. Según la policía noruega la investigación demostró que "que el autor tiene ideas de extrema derecha”. Según reveló el periódico Dagbladet, el detenido publicó horas antes del tiroteo mensajes en redes sociales en los que invitaba a la guerra y elogiaba al autor de los atentados de Christchurch. Pese a no declarar durante el juicio, si permitió ser fotografiado por la prensa a la cual dedico una sonrisa.

El 9 de octubre un hombre armado y vestido de comando asesino a dos personas cerca de la una sinagoga  en la que intentó irrumpir. Al no poder hacerlo asesino a una vía andante cerca del cementerio adyacente a la sinagoga y a un hombre en un restaurante de comida turca. El atentado fue grabado por el propio autor. El terrorista de 27 años, Stephan Balliet se describió ante el juez como “un hombre blanco insatisfecho”, aseguro que los judíos querían dominar el mundo asegurando además que estos eran responsables de la crisis de los refugiados  incidiendo en teorías de la conspiración. Pasaba días enteros en Internet y su abogado defensor aseguro que estaba socialmente aislado, estaba en paro y no se le conocen amistades.

El 28 de octubre, Claude Sinké de 84 años, exmilitar, exfuncionario del Ministerio de Educación y excandidato departamental del partido ultraderechista Frente Nacional intento prender fuego a la mezquita de Bayona. Al ser descubierto disparo sobre dos de los asistentes. Según ha declarado pretendía vengar la destrucción de la catedral de Notre Dame de París, pues señala a la comunidad musulmana como responsables del incendio, durante el registro de su vivienda la policía halló abundante munición, granadas, una pistola automática de calibre 9 milímetros y un fusil. En el 2014 escribió un libro “Francia a corazón abierto o mirada sobre la miseria humana”. Sus vecinos los han descrito como un “sujeto obsesivo que manifestaba ideas xenófobas”. De hecho el Frente Nacional lo excluyo por sus excesos verbales.

Como puede observarse, la naturaleza, objetivos y procedimientos de los atentados varían sustancialmente. Están los que podrían considerarse como espontáneos, carentes de planificación a aquellos que implican un grado de preparación considerable. Aquellos que exigen un alto grado de radicalización ideológica a aquellos que pueden vincularse con el llamado Síndrome Amok, como ataque homicida de carácter esporádico, donde las circunstancias personales juegan un papel tan importante como el ideológico.

De hecho, puede destacarse que cuatro  de ellos, con edades de 53, 50,47 y 46, parecen tener el perfil del denominado como “perdedor radical” por Hans Magnus Enzensberger. Y es que salvo los cuatro  individuos de edades comprendidas entre 27 y 28 años es de destacar la juventud de otros tres de los actuantes entre los 20 y 21. Tal y como quedo ejemplarizado en el caso de Alexander Breivik, a pesar de que alguno de ellos pudiera contar con algún tipo de apoyo, puede destacarse  el individualismo como seña de identidad.  

Este individualismo es fomentado desde la propia subcultura supremacista donde el sujeto  asume su propio destino y las consecuencias penales que de ello derivan. El hecho ritual, como es la  adopción de una estética paramilitar para un acto auto conclusivo en la carrera terrorista del actuante, da cuenta  de ello. De ahí que algunos de ellos hubieran preparado con anterioridad algún tipo de manifiesto como es el caso de Breivik, Brenton, Wood y Balliet. Tambien, Dylan Roof de 21 años y autor del atentado contra la  Iglesia Episcopal Metodista Africana de Charlestón  el 17 de junio de 2015 en el que murieron 9 de los asistentes dejo un manifiesto.

Esta forma de proceder se realiza sabiendo que su acción, limitada e individual tiene por objeto  dar visibilidad a sus teorías. El propio atentado seria prueba de ello y tendría como  objeto desencadenar una respuesta por parte de las comunidades afectadas, precipitar el conflicto vislumbrado y llamar a sus correligionarios a la acción. El acto tiene un valor ejemplarizante en un movimiento bajo la lógica de la  resistencia sin líderes tal y como apunto Jesús Pérez Triana a raíz de los atentados de Christchurch.

Es evidente que la prevención de la radicalización necesita incluir al movimiento supremacista. Los informes sobre terrorismo de Europol vienen incluyéndolos en su informe sobre la actividad terrorista desde el año 2007 en la categoría de Extrema Derecha. Algunos países, sobre todo en Alemania, Gran Bretaña y los países escandinavos hace tiempo que vienen tratado esta cuestión. 

En el informe de Europol TE-SAT 2007 se hablaba  ya de la dificultad de hablar de terrorismo de extrema derecha al considerarse que la violencia ultra se investigaba por aquel entonces como extremismo político y no como terrorismo. No obstante pese a que la violencia de extrema derecha persiste, no hay duda de que puede hablarse para algunas de sus manifestaciones como terrorismo de extrema derecha o supremacista aun cuando ambas categorías respondan a lógicas ideológicas diferentes. Aun así, no ha de confundirse el terrorismo con otras formas de interacción social violenta propias del extremismo político

La recién creada Oficina Nacional de Lucha Contra los Delitos de Odio puede jugar un papel importante tanto en la prevención y en el asesoramiento estratégico habida cuenta del contenido de sus funciones según la Instrucción 1/2018. Pese a que  la variedad de los grupos que componen esta amalgama, lo cierto es que existen en España algunos colectivos, grupos de odio, partidos extraparlamentarios, y comunidades digitales que podrían considerarse como parte integrante de esa red distribuida del movimiento supremacista actuando como vectores de transmisión, que como en el caso del salafismo no pueden considerarse terroristas, pero sí de extremista y antidemocráticos.

La amenaza del terrorismo supremacista