martes. 23.04.2024
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Mientras el foco de la prensa internacional está puesto en el avance de la pandemia en los países centrales, las cifras de contagios y muertes en el Continente Africano se aceleran, duplicándose cada dos semanas, a pesar de las medidas sanitarias tempranas impuestas por la mayoría de los países. El hambre y la malnutrición que padecen millones de africanos explica las razones que han producido el aceleramiento de los contagios, ya que el virus impacta con mayor fuerza en quienes tienen sus sistemas inmunitarios debilitados.

La Organización Mundial de la Salud advirtió el pasado 10 de junio que la cifra de infectados en África podría alcanzar a 10 millones de personas antes de fin de año. Lo cierto es que en la mayoría de los países africanos el acceso a la sanidad, a la educación y al agua potable sigue siendo una deuda pendiente; de manera que las prevenciones y las medidas adoptadas por los gobiernos han sido insuficientes, y estériles en vastas regiones. La precariedad de los sistemas públicos de salud hace imposible la atención de otras afecciones graves que padecen los habitantes de zonas rurales. A esto se le suman los rebrotes de ébola detectados en marzo y denunciados por la Organización Mundial de la Salud.

Como el hambre no ha sido prioridad para los factores de poder que no han querido trabajar en medidas estructurales de fondo para erradicarlo, la emergencia ahora cobra otras dimensiones

Matshidiso Moeti, directora regional de la OMS para África, aseguró que en diez de los 54 países africanos las cifras de contagios de coronavirus han crecido. Más del 70 por ciento de las muertes se producen en Argelia, Egipto, Nigeria, Sudán y Sudáfrica; mientras que más de la mitad de los países de África están experimentando la transmisión comunitaria del COVID-19. Este fenómeno no sólo se está produciendo en las grandes capitales, sino también en las provincias. Sudáfrica es el país más afectado en cuanto a contagios, acumulando el 25 por ciento del total en el continente, con 55.421 casos y 1.210 fallecimientos. África está en el último lugar en tests per cápita, con 2596 pruebas por millón de habitantes.

El 80 por ciento de los recursos dedicados a la salud están destinados combatir al Covid-19. Esto limita los fondos necesarios para responder al brote de cólera y malaria en Camerún y otros países; el hambre y la malnutrición. Desde el Programa Mundial de alimentos alertaron que el hambre, especialmente en la región del África subsahariana, ha alcanzado su punto más alto en los últimos diez años.  En países como Sudán del Sur, más de la mitad de la población vive en situación de inseguridad alimentaria. En República Democrática del Congo, con un resurgimiento de ébola que afecta al noreste del país desde agosto de 2018 y otro de sarampión que ha matado al 16 por ciento de la población, el hambre produce más muertes que ninguna enfermedad.

El director para África Oriental y Austral de Amnistía Internacional, Deprose Muchena, advirtió que “muchas personas se ven obligadas a elegir entre cumplir las medidas de confinamiento y pasar hambre, o salir para obtener comida y arriesgarse a ser penalizados por ello”; una realidad que pone de manifiesto que la pandemia más grave que sufre históricamente África es el hambre. Pero como el hambre no ha sido prioridad para los factores de poder que no han querido trabajar en medidas estructurales de fondo para erradicarlo, la emergencia ahora cobra otras dimensiones.

África, entre el coronavirus y el hambre