viernes. 19.04.2024

A las 9 de la mañana del 24 de abril de 2013 en Dhaka, la capital de Bangladesh, se derrumba una fábrica. Rana Plaza. En ella se confeccionaba ropa para algunas de las más conocidas marcas globales de la moda. Oficialmente el edificio sólo tenía cinco pisos, pero en realidad eran ocho. Pocos días antes, sus trabajadores y trabajadoras, viendo el peligro que anunciaban las visibles grietas en el edificio, se resistían a entrar. Sin embargo la dirección de esa empresa los forzó a acudir a sus puestos de trabajo con amenazas de despido. El resultado: 1.138 personas fallecidas, o mejor dicho asesinadas, por la avaricia y la crueldad de esos empresarios, y más de 2.500 heridas. 

Rana Plaza enfrentó al mundo con una realidad concreta: las pésimas condiciones de trabajo en las que millones de trabajadores textiles en Bangladesh tenían que trabajar día tras día, convirtiéndose en símbolo de los abusos en la industria de la confección: bajos salarios, largas jornadas laborales, violación de los derechos fundamentales del trabajo, libertad de asociación entre ellos, y condiciones de trabajo inseguras.

La dirección de la empresa les forzó a acudir a sus puestos de trabajo con amenazas de despido. El resultado: 1.138 personas fallecidas

Nunca más Rana Plaza” fue el grito que agrupó la indignación encabezada y promovida por el movimiento sindical internacional frente a esta catástrofe. Provocó una reacción y una acción concreta que se plasmó en una negociación con el sindicalismo por parte de algunas de las más importantes marcas globales de la moda. La negociación concluyó con un acuerdo histórico para la prevención de incendios y para la seguridad de los edificios industriales de Bangladesh conocido como Accord. Un acuerdo firmado al poco tiempo por 220 grandes marcas multinacionales de producción y distribución textil del mundo (entre ellas las grandes españolas: Inditex, Mango, Corte Inglés y Mayoral) y las Federaciones Sindicales Internacionales, la de la industria y la de los servicios (IndustriALL Global Union y UNI), junto con las organizaciones sindicales del país apoyados por las más importantes ONGs (Clean Clothes entre ellas) dedicadas a la defensa de los derechos de los trabajadores. 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ayudó a impulsar aquella negociación estableciendo el tapete de juego que facilitó el Accord. Éste fue la expresión del Diálogo Social Internacional más potente que jamás se había conocido en las relaciones laborales e industriales. Fue el primer acuerdo legalmente vinculante sobre salud y seguridad de los trabajadores en la industria de la moda que reconocía de hecho que las medidas voluntarias por sí solas, como se ha venido demostrando, no fueron ni son suficientes para garantizar el “trabajo digno y seguro” al carecer de la necesaria transparencia y exigibilidad, así como de la imprescindible garantía de la representación de los trabajadores como son sussindicatos. 

Rana Plaza debe quedarse, no solo en la memoria de lo que es la injusticia, sino también como acicate para combatirla en la dura batalla por el trabajo decente

El Accord supuso importantes inversiones de las marcas de moda para llevar a término inspecciones en cerca de 2.000 fábricas, realizados por un equipo formado por unos 100 ingenieros. Y, como informó el director ejecutivo de Accord, Rob Wayss, a los cinco años de la firma del acuerdo habían detectado casi 200.000 problemas en las fábricas de esta industria, que iban desde la falta de puertas contra incendios, sistemas de rociadores, salidas de emergencia y extintores, hasta defectos graves de seguridad en la construcción de los propios edificios. Inspecciones que dieron lugar a importantes reparaciones y que ha representado evidentes mejoras en la industria textil de Bangladesh y para la seguridad de sus trabajadores y trabajadoras. Esto no significa sin embargo que no sigan existiendo graves problemas en la industria de la confección de Bangladesh, como son los bajos salarios, carencias en la protección social básica y la violación de los derechos básicos, en muchas empresas de este país.

Por todo ello, este año a la vez que seguimos gritando: ¡Rana Plaza, nunca más!, y que rendimos homenaje y recuerdo a las personas muertas y heridas aquel 24 de abril de hace diez años, es también una buena ocasión para reconocer el esfuerzo que representó por parte de las organizaciones sindicales y empresariales que intervinieron en la negociación y la firma de Accordmuy especialmente del sindicalismo mundial, que estuvieron al frente de este acuerdo, su negociación, firma y aplicación, y que luego ha ampliado su proyección, más allá de Bangladesh, para convertirse en un Acuerdo Mundial, un avance muy importante, que han suscrito 194 marcas mundiales, con aplicación inmediata a Pakistán.  

El Rana Plaza desapareció físicamente debajo de los escombros como expresa la fotografía que acompaña a estas líneas. Pero también hay que decir que debe quedarse, no solo en la memoria de lo que es la injusticia, sino también como acicate para combatirla en la dura batalla por el trabajo decente.

10 años de Rana Plaza: ¡¡Nunca más!!