viernes. 29.03.2024
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Al parecer mantuvo un criterio diferente al de los técnicos de su departamento en relación con sanciones administrativas a unos establecimientos de ocio, generando una situación de posible agravio comparativo con otros establecimientos similares. Y se armó la polvareda

El concejal responsable de Espacios Ciudadanos del Ayuntamiento de Compostela, Jorge Duarte, ha sido denunciado, y posteriormente citado a declarar como “investigado”, por un presunto delito de prevaricación. Al parecer mantuvo un criterio diferente al de los técnicos de su departamento en relación con sanciones administrativas a unos establecimientos de ocio, generando una situación de posible agravio comparativo con otros establecimientos similares. Y se armó la polvareda.

No parece que el asunto tenga especial importancia en cuanto a la materia que se toma en consideración. Y pensamos honestamente que la acusación se cierne sobre uno de los concejales más valiosos con los que cuenta el equipo de gobierno de Compostela. Alguien que ha dado la cara desde el primer momento, y que –aunque ha dicho claramente que no dimitirá- ha propuesto al alcalde que le retire las competencias en la materia objeto de la investigación judicial. Pero sí pone al descubierto algunas paradojas y contradicciones dignas de consideración.

Es verdad que la reacción de los grupos de la oposición ha sido prudente, y que se han limitado a señalar ciertas contradicciones en las actitudes de En Marea, con utilización de doble vara de medir respecto a hechos similares de cargos públicos de otros grupos. Sólo el portavoz del BNG –coherente con la posición que su grupo mantuvo en la Diputación de Lugo- ha afirmado que si estuviera en el pellejo de Jorge Duarte, él sí dimitiría.

Pero la paradoja está en el Código Ético de En Marea. Código Ético que ha sido esgrimido tanto por el alcalde Martiño Noriega como por el portavoz de En Marea en el Parlamento de Galicia, Luís Villares. Afirman que Duarte no debe dimitir “porque no ha cometido prevaricación con ánimo de lucro”. Y en efecto, están citando el famoso código ético que en su artículo 3.7 afirma exactamente eso como compromiso de renuncia: Artículo 3.7. Compromiso de renuncia de forma inmediata de todos os cargos, ante imputación pola xudicatura de delitos relacionados con corrupción, prevaricación con ánimo de lucro, tráfico de influencias, enriquecemento inxusto con recursos públicos ou privados, suborno, malversación e apropiación de fondos públicos, ben sexa por interese propio ou para favorecer a terceiras persoas”.

Ahí comienza la primera paradoja: la prevaricación es una resolución arbitraria a sabiendas de que es injusta. Y en ese artículo del código ético la están asimilando con el cohecho, que sí contempla lucro personal. Extraña confusión, y -¿en qué estarían pensando?- olvido grave de que alguien puede prevaricar no sólo por dinero, sino por prepotencia, animadversión, o por mala fe: y estos supuestos quedan fuera del Código Ético de En Marea.

La segunda paradoja es que el portavoz Luís Villares, juez él, incurra en esa confusión, desconociendo el espíritu y la letra del Código Penal. Y por cierto: si finalmente la prevaricación existe en la materia investigada, la resolución sí se habría producido “para favorecer a terceras personas”.

¿No habría sido más fácil poner el acento en que la resolución de marras no se hizo “a sabiendas de que fuera injusta”, que es uno de los condicionantes que la convertirían en prevaricación? Y que es lo más probable que haya ocurrido de verdad. Especialmente difícil de probar es la arbitrariedad y mucho más la conciencia de que se está cometiendo una injusticia.

En todo caso, sí parece que En Marea debería enmendar su código ético. Y ser consecuente con el espíritu de lo que exigen…

Paradojas en el Ayuntamiento de Compostela