viernes. 19.04.2024
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Siempre se habla de que hay que invertir los términos, y que gastando más, y de manera ordenada y coherente, en prevención disminuye el gasto en extinción. Por ejemplo, parece ser que una hora de helicóptero en la lucha contra un incendio sale por unos 6.000 euros. De forma que un helicóptero trabajando tres o cuatro días en un incendio cuesta un cuarto de millón

También el Bronx neoyorquino sufría incendios continuos en los años 70, que fueron convirtiendo al barrio en un espectro desolado. Lo que había surgido como un barrio obrero, se había convertido en un territorio marginal, a partir de una desastrosa planificación urbanística que fue deteriorando la vida de barrio, modificando las características de sus pobladores y degradando la convivencia. En los 70, los incendios, provocados o no, protagonizaban de manera habitual los acontecimientos del barrio. Sólo a partir de una nueva planificación e intervención social y urbanística, a partir de los años 90, se logró reconducir la situación hacia unos parámetros razonables de habitabilidad.

Pues el bosque necesita -como las ciudades- ser objeto de planificación y de una gestión positiva y eficiente.

Es muy significativo que en Galicia, con un 48% de superficie forestal sobre su extensión total hayan ardido desde 2011 hasta ahora cuatro veces más hectáreas que en Extremadura, con un porcentaje parecido (45%) de masa forestal sobre su superficie. Y la proporción se hace más adversa si la comparación se hace con Cataluña, con un 50% de superficie forestal sobre su extensión total.

Es posible que –entre los muy diferentes factores- influya, por ejemplo, el tipo de especie forestal predominante. En Extremadura el 87% es encina, alcornoque y roble, mientras en Galicia en torno al 50% es pino y eucalipto. Con una tendencia creciente a la repoblación de eucalipto, por tener un crecimiento y maduración más rápidos, y por tanto una posible rentabilidad a más corto plazo. Y según dicen algunos expertos el eucalipto y el pino arden más fácilmente.

Pero también el tipo de especies predominantes tienen mucho que ver con la explotación, el cuidado y la prevención. La dehesa extremeña convive habitualmente con explotación agrícola y ganadera de distinta índole. Y un campo explotado y cuidado es –dicen los expertos- el que mejor encaja en la prevención de los fuegos.

Galicia-incendios-Cotobade-Mondariz-Caldas_EDIIMA20160809_0068_18Siempre se habla de que hay que invertir los términos, y que gastando más, y de manera ordenada y coherente, en prevención disminuye el gasto en extinción. Por ejemplo, parece ser que una hora de helicóptero en la lucha contra un incendio sale por unos 6.000 euros. De forma que un helicóptero trabajando tres o cuatro días en un incendio cuesta un cuarto de millón de euros…

Cuando llega la temporada de incendios, siempre se habla sobre la intencionalidad de los mismos. E incluso de las diferentes pretensiones de los incendiarios: urbanísticas, futura roturación del terreno para uso agrícola y ganadero…, y cuanto más especulemos, más explicaciones imaginativas se nos ocurrirán. Y todos maldecimos a los criminales que queman el monte. Pero no solemos escuchar –ni los ciudadanos ni las instituciones públicas- a muchos expertos que claman contra el abandono, contra la falta de planificación y prevención, y contra la ausencia de un proyecto de ordenación forestal y de su planificación teniendo en cuenta la explotación agrícola y ganadera y la propia explotación forestal.

En el Parlamento gallego se ha debatido este año sobre las limitaciones a la plantación de eucalipto. Y se habla de la elaboración de un Plan Forestal. Habrá que ver cómo concreta cada partido en su programa para el 25-S sus propuestas para ese Plan Forestal, y para resolver de una vez por todas un problema que afecta al 50% de toda la superficie territorial de Galicia.

De incendios y programas electorales