miércoles. 24.04.2024
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“La fuerza de un artista se encuentra en su obra y en los lazos que puede tener su obra con las masas, con su pueblo”. M. Theodorakis

El pueblo del archipiélago heleno sigue en lucha contra la opresión económica de la que tanto se habla estos días. En mi anterior artículo sobre las semejanzas entre España y Grecia, decía que es un pueblo empobrecido por culpa del gran capital de centro Europa, filial del norteamericano, pese a ser los griegos, hace unos años, un pueblo rico con una renta per cápita de las mayores de Europa. De esa pobreza el pueblo no tiene la culpa y está pagando con ella una crisis inventada por la Troika, y provocada, entre otras cosas, por la venta de armas de las fábricas alemanas con la disculpa de protegerse de la constante invasión de Turquía, su último enemigo, como les hacían creer los militares dictadores y luego los diferentes gobiernos, que como en España, se alternaban en la represión y en el poder. Decía en mi anterior artículo que Grecia, como España, son países muy atractivos para las invasiones y el gran capital, porque son dos países donde gracias a Dios y a su naturaleza, se vive de p... madre. Por eso venían antaño a invadirlos, y por eso quieren hoy hacerse dueños de estas tierras otros países donde pese a su aparente nivel de vida, su calidad de vida es peor, entendiendo ésta como clima y alimento. Así es, y a la misma vida me remito, si no, a qué tanto turismo a un lugar atractivo donde estar disfrutando de la vida, tanta inversión como segunda vivienda de recreo de los ricos nórdicos, tanta ansia de sol, y tanto tratarnos de vender lo que no se come... 

Contra tales invasiones, de uno u otro cariz, han luchado siempre los griegos, pese a sus gobiernos corruptos, como el de España, sobremanera en estos últimos años, donde muchos de sus políticos están en la cárcel y otros muchos con el dinero en Ali-Ba-Suiza y otras cuevas ajenas. Demos gracias que por lo menos ahora tienen y mantienen un gobierno realmente demócrata que vela por el  interés social y se somete contra viento y marea a los dictámenes del pueblo.

España y Grecia mantienen una historia paralela. Hasta hace 40 años luchamos los españoles contra una dictadura que duró también 40 años, tratando de implantar un régimen respetuoso con los derechos humanos

Desde la invasión/opresión del antiguo imperio persa, los griegos han venido sufriendo cada cierto tiempo nuevas invasiones. Están, pues, acostumbrados a la lucha, desde entonces no han cesado, y hoy día siguen en esa lucha por recuperar su dignidad, y parece ser que con el gobierno actual lo pueden conseguir, al menos eso tratan, pese a los impedimentos que la falsa Unión Europea les está poniendo e imponiendo.

Mantenía en mi anterior artículo que España ha seguido y sigue una historia paralela a la griega. La Unión, a la que entró a formar parte junto a Grecia y otros del Mediterráneo, como países pobres, les está abocando a apretarse un cinturón que ya no tiene más agujeros que los que ha tenido. Agujeros negros, por otra parte. En ambos países ha aumentado la pobreza hasta afectar a más de un tercio de su población. En ambos países -mantenía que son los más ricos de Europa pues producen buenos y variados alimentos, base de toda vida- hay niños, en pleno siglo XXI, que pasan hoy hambre, lacra que pensábamos sufrían únicamente países subdesarrollados o desérticos como en África o Asia. Pero no, esto es Europa, esta es la Unión Europea, la que tira leche y tomates a la calle, la que arranca vides y olivos, la que impide producir y cultivar alimentos porque dice que sobran... No queremos los españoles esta unión. No podemos aceptar españoles y griegos esta unión para el mal. No podemos perder nuestra soberanía. No se pueden aceptar nuevas dictaduras, sean militares, políticas o económicas. Hasta hace bien poco las hemos sufrido y sabemos a dónde conducen.

España y Grecia mantienen una historia paralela. Hasta hace 40 años luchamos los españoles contra una dictadura que duró también 40 años, tratando de implantar un régimen respetuoso con los derechos humanos. Grecia, cuna de la democracia y la cultura, también ha sufrido la dictadura de los militares y de los partidos políticos que se alternaban en el poder haciendo el juego a las potencias europeas. Si hubiera que plasmar en un nombre, en una persona, en una inicial esa lucha contra la opresión, sería la letra M, con la que comienzan sus nombres propios: Marcelino Camacho, en España, y Mikis Theodorakis en Grecia, en esta última etapa de la común historia. Del primero sabemos mucho, tanto de su actividad como de su persona, y del segundo me permito dar unas pinceladas por la semejanza en esa heroica y elogiable rebeldía para conseguir una sociedad más justa.

MIKIS THEODORAKIS, ENCARNACIÓN DE LA LUCHA GRIEGA

Este artista reconocido internacionalmente, compositor musical, folclorista, e intelectual griego nacido en la isla de Quíos, cumple este mes de julio 90 años. No solamente es conocido y reconocido por su extensa obra musical, sino también por su activismo político, opuesto a todo régimen que atentara contra las libertades. Elegido diputado a su regreso del exilio en varias ocasiones y nombrado ministro griego tras la caída de la dictadura de los coroneles, ha dedicado toda su vida al rescate del folclore heleno, a la lucha por los derechos humanos y en pro de la libertad y la justicia. Una lucha que todavía perdura y que le ha llevado a manifestarse estos días junto a su pueblo contra los recortes, la desigualdad y la pobreza, que, por mor de países ajenos de una Unión desunida, sufre Grecia. Aún le quedan fuerzas entre sus canas enmarañadas para enfrentarse a la policía y aguantar con filosofía estoica la paliza que en una de las últimas manifestaciones sufrió. Si como intelectual y artista goza de reconocido prestigio, su valor humano no le va a la zaga, a pesar de haber sufrido tortura y haber sido separado de su familia y de su pueblo en varias ocasiones, que le obligaron a vivir durante largo tiempo exiliado en París y otros países. Ni las adversidades políticas ni la persecución, le doblegaron;  allá donde iba, difundía sus ideas y el rico folclore griego junto al canto de sus poetas, y composiciones musicales de obras consideradas clásicas ya, así como partituras de películas, sinfonías y otras piezas que fueron prohibidas durante muchos años en su patria, “la patria amarga”, como la definió una vez, pero que se convirtieron en himnos de libertad. 

Theodorakis estaba convencido, así lo expresó en varias ocasiones, de que “la fuerza de un artista se encuentra en su obra y en los lazos que puede tener su obra con las masas, con su pueblo”. En estas palabras resume los objetivos de una vida intensa de lucha artística y humana.

A partir de 1961 su actividad política se convierte en militancia, entrando en 1964 a formar parte del Parlamento griego como diputado. Con el golpe militar de 1967 es detenido, torturado y encarcelado. Gracias a la presión de la opinión pública internacional -salvo España que aplaudía ese régimen- le autorizan a que vaya al exilio, y busca refugio en París. Junto a otra artista y amiga, Melina Mercouri, también exilada, convirtióse en el más acérrimo enemigo de la junta militar. Junto a su persona, desterraron también su música. Estaba prohibido tocar, cantar, distribuir y vender su música que era parte de su lucha, la lucha del pueblo griego. Sin embargo, nunca cayó en el olvido. Secretamente Grecia le admiraba. Para sus compatriotas, escuchar su música era un acto de liberación, sabedores de que sus partituras expresan los sentimientos y deseos del pueblo heleno, utilizando sus formas folclóricas de enraizada tradición popular.

Con la caída del “régimen militar” en 1974, Mikis Theodorakis vuelve a su país, y en un concierto celebrado en el estadio de fútbol de Atenas ante cincuenta mil espectadores es proclamado como héroe popular.  

En España, en la plaza de toros de las Ventas, ofreció un concierto al inicio de nuestra democracia, su único concierto, cuyo tema central era el “Canto General” de Pablo Neruda, a cuyos versos, como a los de otros premios Nobel, ha puesto música, convirtiéndose en éxitos internacionales. 

VIDA Y OBRA, UNIDAS

A los 17 años dio su primer concierto y entró a formar parte de la “resistencia” en la II Guerra Mundial, luchando contra el fascismo, primero contra la Italia de Mussolini,  y luego contra la Alemania nazi. En 1943 fue descubierto, detenido y torturado. Siguió componiendo, y en la década de los cincuenta escribe la Suite nº 1 para piano y orquesta, con la que consigue el primer premio en el Festival Internacional de Moscú. Debido a su extensa y variada obra clásica, iniciada con el Ballet Antígona, su rescate y adaptación del folclore, y a bandas sonoras para películas como Z, Estado de Sitio, Sérpico, y la famosa Zorba, el Griego, y otras piezas sinfónicas, es propuesto en el año 2000 como el mejor compositor de Europa.

A la par, trabaja como político y activista para mejorar las relaciones entre Turquía y Grecia, y se convierte en líder de una campaña contra la energía nuclear prosiguiendo su intensa actividad en favor del respeto a los derechos humanos, que reivindica también con sus conciertos, por ejemplo, el que ofreció contra la actuación de la OTAN en Kosovo, o en contra de la invasión de Irak. Actualmente, sigue participando en las manifestaciones contra la política de austeridad que quiere imponer la ignominiosa Troika. Contra él, anciano, lanzaron las fuerzas del desorden gases lacrimógenos, de los que tuvieron que protegerle los compañeros manifestantes.

Varias veces ha sido propuesto para el premio Nobel de la Paz. Se lo merece. Que cumpla muchos años. Y que esa Grecia libre y justa, por la que tanto ha luchado, y continúa luchando, lo vea.

El emblema de la lucha griega