jueves. 28.03.2024
cabeza
*Foto: Carmen Barrios

Los héroes son derrotados en muchas ocasiones. Y puede que hasta su cabeza ruede por el suelo, pero dejan una impronta sobre los demás que borra los perfiles del tiempo, traspasa eternidades y sus hazañas pueden llegar a perdurar en la memoria durante siglos.

Los griegos saben mucho de leyendas y de héroes. Puede que en parte por eso hayan dado una lección de dignidad y de democracia al resto de Europa, aunque su firmeza les costara la primera derrota en la batalla contra la Troyka.

Los medios de toda Europa y los poderosos de las finanzas, que les sustentan, respiraron aliviados al poder “vender” en sus portadas la cabeza de Varufakis y casi la de Tsipras, tras la última imposición del Eurogrupo -capitaneado con saña por Schaübel, el ministro de finanzas alemán- sobre el pueblo griego. Según las lecturas de estos días Tsipras se ha rendido a la Troyka.

Los que mueven los hilos del dinero y la Gran Coalición de liberal-conservadores y socialdemócratas (solo de nombre, porque de eso ya tienen poco) que les hacen el coro político en Europa estaban muy interesados en escarmentar a los griegos, que se atrevieron a desafiar dos veces su poder, su orden europeo y al Estado alemán, que quiere imponer sus políticas por encima de lo razonable en la Unión, aunque las costuras revienten: la primera eligiendo a un Gobierno de izquierdas, de Syriza, y la segunda teniendo la tremenda osadía de someter a votación democrática los acuerdos con la Troyka. El miedo no pudo subvertir el sentido de las votaciones en Grecia, porque sus habitantes decidieron que sus derechos democráticos estaban por encima de imposiciones económicas que huelen a un imperialismo de otras épocas. Total sus vidas ya estaban por el barro, pero la dignidad no se arrastra.

Los griegos mantuvieron su dignidad democrática y la respuesta de la Troyka ha sido sitiarlos. Las condiciones leoninas que Tsipras ha tenido que aceptar para que no les echaran del Euro han sido tan duras que los miembros del club europeo ya se están arrepintiendo. El poder se ha quitado la máscara, mostrando su verdadero rostro de verdugo implacable ante los necesitados. La historia enseña que a veces los excesos cuestan muy caros. Y querer aplastar así a los débiles, pero justos, ha sido un exceso que es difícil de explicar. En la propia Alemania ya están surgiendo voces que critican en la prensa la actitud despiadada de sus dirigentes.

Todos sabían de antemano que la deuda griega era impagable. Ahora, tras la última vuelta de tuerca, se están dando cuenta que los excesos de los ordoliberales alemanes al final pueden costar muy caros a la Unión. El Eurogrupo, liderado por Alemania, se está saltado todos los valores que sustentan la Unión Europea al apostar por políticas de austeridad a ultranza para los países del Sur que subyugan y empobrecen a muchos millones de ciudadanos, no solo griegos. En virtud de estas políticas en los países del Sur, se producen, en serie, parados y contratados precarios. En millones de casos la devaluación vital está cruzando la peligrosa línea del derecho a una vida digna. En la propia España la cifra de parados supera con creces los cinco millones de personas y el desempleo entre los jóvenes es casi del 50%, el más alto de Europa (incluso por encima del de los griegos). El trabajo precario se ha convertido en lo habitual, como si se estuviera volviendo a unas condiciones laborales propias del inicio del siglo XX, pero con pueblos y con personas educados en los valores y en los derechos del XXI. Un coctel difícil de sostener en la Europa actual.

PULSO DESIGUAL

Si para algo ha servido el pulso desigual mantenido por los griegos ha sido para que todos los ciudadanos de la Unión visualizáramos con nitidez el escaso valor democrático que otorga la Europa acreedora a los países deudores y cuánto les sobran a algunos dirigentes y poderosos los valores de solidaridad, igualdad, derechos y principios democráticos sobre los que se fundó la Unión Europea, cuando se trata de mantener determinados intereses.

La Troyka le ha impuesto al Gobierno de Syriza, para conceder el tercer rescate (y permitir su permanencia en el Euro), un nuevo paquete de duros recortes, que afectan a pensiones y derechos laborales, un trágala que confronta con el programa de este partido. Tsipras, con su partido (aunque dividido) detrás, no ha tenido más remedio que aceptar porque era eso o salir del euro, algo que tal y como está diseñada la política económica dentro de Europa se veía como un suicidio. Suponía pasar de muy mal a mucho peor que mal.

El Gobierno griego ha conseguido quedarse dentro del euro y ganar tiempo, algo extremadamente importante en política, porque después del verano hay elecciones en varios países del Sur, entre ellos España, y puede haber sorpresas. Pero a mi juicio ha conseguido algo mucho más importante que no se había producido hasta ahora: ha removido el panorama europeo y aunque derrotados y con la cabeza de alguno de sus héroes por el suelo, todos en Europa saben que la posición de Grecia era la correcta y no así la de Alemania y los países centrales. Todos saben hoy que el Gobierno de Tsipras actuó bien, democráticamente, como se debería hacer siempre, consultando a sus ciudadanos, que los griegos hicieron bien votando que NO, que así no se hacen las cosas, que la deuda griega tiene que ser reestructurada e incluso tendrá que haber una quita, como ya sucedió con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.

Todos sabemos hoy que no era una cuestión económica la que se dirimía. Sino política. Que se trataba de escarmentar en la cabeza de los griegos a futuros navegantes (como ha advertido recientemente en una entrevista Ignacio Fernández Toxo). Que ese mantra repetido hasta la saciedad de que las deudas hay que pagarlas y que los tratados no permiten lo contrario (como aseguraba Schaübel) es una falacia. Porque de sobra hemos visto, por ejemplo en España, como se han perdonado las deudas millonarias de personas poderosas vía amnistías fiscales cuando ha sido conveniente, o cómo se ha rescatado a entidades financieras privadas con ingentes cantidades de dinero público, que han pasado a convertirse en una deuda contraída por los Estados. Parece ser que sí ha habido dinero para rescatar depende a quiénes, pero no lo ha habido para rescatar a los griegos, básicamente porque votaron a Syiriza, una opción de izquierdas que no convenía a los intereses de la Troyka ni a los de algunos dirigentes políticos muy cortos de vista.

Hoy todos en Europa sabemos que la Unión de los valores de solidaridad y de respeto, la Unión que aboga por la defensa del Estado del Bienestar y la salvaguarda de los derechos humanos y sociales ha estado defendida, con todo el coraje de los héroes que luchan por la Justicia, por un pequeño país, Grecia (su economía solo representa el 2% del PIB de la UE), en el que gobierna un partido de izquierdas que cree que la construcción de Europa tiene que ir por otros caminos, en los que haya cohesión, derechos, solidaridad y dignidad vital para las personas. Otra Europa es posible. No se puede seguir construyendo la Unión Europea con las desigualdades tan sustantivas que se están desarrollando tanto dentro de los países como entre los países. Así no se construye Europa.

Los héroes griegos se han levantado y han caído, de momento, en esta batalla desigual. Pero otros surgirán. Porque los pueblos de Europa están repletos de personas dignas, de personas que se sacarán el lastre del miedo de los bolsillos cuando llegue el momento, y volarán, volaremos muy alto.

En España tenemos muy cerca una cita con las urnas. Es de esperar que las fuerzas transformadoras sean capaces de agruparse en un movimiento amplio, se llame como se llame (Podemos, Ahora en Común sí Podemos, Podemos todos en común… o lo que sea), pero lo suficientemente representativo para vencer las políticas de austeridad y a esa Gran Coalición que las apuntala.

Esa cabeza del héroe que está en el suelo nos recuerda que estuvo en pié, que se levantó, que su lucha fue justa, sí, pero que para poder vencer en esta guerra económica y política contra el poder económico necesitamos millones de héroes unidos, necesitamos millones de personas liberadas del lastre del miedo y unidas para ganar, porque no queremos ser héroes caídos. Españoles, portugueses, Italianos…los griegos nos esperan.


*La fotografía que acompaña este texto la tomé en Agrigento (Sicilia), en las ruinas de la Magna Grecia. La cabeza es una escultura moderna, realizada en bronce y de tamaño monumental, de Igor Mitoraj. Cuando visité este valle tuve la suerte de encontrarme con una exposición de este gran escultor de origen polaco, que ha dedicado una parte importante de su obra a los héroes caídos. Esta fotografía es una metáfora en sí misma, que dialoga con el texto escrito y le proporciona un imaginario preciso.

La cabeza del héroe