martes. 23.04.2024
francia

Quedan dos meses. El próximo 23 de abril, los franceses emitirán su primer veredicto y nombrarán en la primera vuelta a los dos finalistas de la elección presidencial del 7 de mayo. Quizá estos sean los comicios más inciertos de la Quinta República: nunca la extrema derecha había partido como favorita indiscutible y jamás el Partido Socialista había mostrado tal fragilidad a solo unos días del escrutinio. Si a ello le añadimos el escándalo de los presuntos empleos ficticios de la mujer del candidato Fillon, que puede condicionar la fidelidad de los electores conservadores, y la efervescencia -¿pasajera?- del indefinible Macron, Francia va a vivir 60 días de delirio político. Pese a ello, a día de hoy todavía quedan sin despejar varias incógnitas:

1.  ¿Marine Le Pen será capaz de romper el techo de cristal del Frente Nacional para llegar al poder?

Después del “inesperado” Brexit y de la elección de Donald Trump nadie se atreve a gritarlo a viva voz. Hasta hace unos meses parecía evidente que quien disputara la segunda vuelta contra Marine Le Pen ocuparía el despacho del Elíseo. A día de hoy parece evidente que la presencia del discurso identitario, anti-inmigración, anti-europeísta y fundado en la prioridad nacional de la extrema derecha estarán en la segunda vuelta. Sin embargo, la duda reside no solo en la identidad de su contrincante sino en su capacidad -sea quien sea- de atraer al resto del electorado para hacer frente a Marine Le Pen. Las pasadas elecciones regionales de 2015 mostraron que pese a la clara ventaja en la primera vuelta del Frente Nacional en la región Norte y en la Provenza-Alpes-Costa Azul, la unión del resto de los partidos llevó a una derrota incontestable de la extrema derecha en la segunda vuelta. Sin embargo, el rechazo que generan Hamon y Mélenchon entre los electores conservadores y centristas y la aversión de la izquierda hacia Macron y Fillon permiten a Marine Le Pen soñar con una abstención elevada en la segunda ronda del escrutinio, hecho que la acercaría más que nunca al poder. La estrategia de convertir al Frente Nacional en un partido convencional habría dado sus frutos.

2.  ¿Será finalmente François Fillon el candidato de la derecha?

Lo que hace unos meses parecía un paseo glorioso de la derecha conservadora hacia la recuperación del poder se ha transformado en una trágica pesadilla. Penelope Fillon recibió durante ocho años el pago de 900.000 euros como asistente parlamentaria de su marido y como consejera literaria de una publicación propiedad de un amigo del propio Fillon. En ninguno de los dos casos hay demasiadas pruebas del empleo ejercido por la mujer del candidato de una derecha cada vez más dividida. Quien fuera elegido masivamente en las primarias conservadoras como el candidato irreprochable contra un sarkozysmo moralmente turbio está hoy cubierto del lodo de un presunto enriquecimiento personal ilegal que corre el riesgo de extirpar la legitimidad de cualquier argumento: la defensa del bien público tras el “Penelope-gate” así queda en entredicho. El 17 de marzo es el día de la presentación de candidaturas; la evolución de la investigación judicial en estas próximas semanas podría llevar a Les Républicains a elegir un candidato de urgencia en el último minuto.

3.  ¿Macron será el nuevo Giscard?

Pese a haber sido asesor del presidente François Hollande y ministro de Economía en el gobierno de Manuel Valls, Emmanuel Macron quiere reencarnar la nueva política. Si a ello le añadimos su pasado en la banca de inversión, el joven candidato es, pese a todo, el perfecto hijo del sistema. Macron es el yerno ideal, el joven que se emancipó de las oscuras dinámicas partidistas para lanzarse en solitario. Sin una estructura de partido sólida, progresista en lo social y liberal en lo económico, los sondeos le otorgan a día de hoy la segunda plaza. Apoyado por una buena parte del high-tech francés y mimado por los grandes medios de comunicación, sus frases muchas veces polémicas hacen dudar de su capacidad para resistir la recta final de la campaña. Pese a todo, el centro se ha quedado vacío tras la victoria del muy progresista Hamon y del muy conservador Fillon en las primarias de sus respectivos partidos. Un escenario con Manuel Valls como candidato del Partido Socialista y Alain Juppé de Les Républicains habría reducido las posibilidades de un Macron que sueña con una segunda vuelta frente a Marine Le Pen.

4.  ¿Qué futuro le espera al Partido Socialista?

El Partido Socialista francés está quizá viviendo una pasokización light. Enclaustrado entre dos disidentes (Macron a su derecha y Mélenchon a su izquierda), Benoît Hamon ha heredado el control de un partido más dividido que nunca. La controvertida reforma laboral del pasado año y el legado liberal de la presidencia Hollande han llevado a una situación insospechada. El presidente de la República no será reelegido por voluntad propia para un segundo mandato y las primarias del partido en el poder otorgan la victoria al ala crítica con la política gubernamental. Hamon recuerda a Ségolène Royal en 2007; transmite una modernidad muy alejada del aparato inerte del partido. Sin embargo, el peso de las siglas no permitirá el milagro. El gran dilema en las filas socialistas es la reconstrucción del partido tras el 23 de abril.

5.  ¿La izquierda será capaz de unir sus fuerzas frente a la hegemonía de la extrema derecha y del neoliberalismo?

Muy improbable. Jean Luc Mélenchon lanzó su candidatura personal hace un año (sin el beneplácito del Partido Comunista que se uniría más tarde). Su proyecto de La France insoumise se opone de manera frontal a la política del quinquenio Hollande pero es paradójicamente muy próximo a los postulados del socialista Hamon. Mélenchon no quiso participar a las primarias de la izquierda (como Macron) y juega la carta del electrón libre. La victoria de Hamon ofrecería así una alianza “natural” de una extrema izquierda más próxima que nunca al candidato socialista. Sin embargo, las ambiciones personales y la imposibilidad de separarse del aparataje de partido bloquean toda posibilidad de construir una suerte de frente popular. La única alianza probable -e inútil-: la de Hamon con el candidato ecologista Yannick Jadot.

6.  ¿Quién impondrá la agenda en las últimas semanas antes de las elecciones?

Benoit Hamon y François Fillon mostraron en las primarias de sus respectivas corrientes políticas que definir el núcleo del debate aporta una notable ventaja frente a las urnas. La Renta Básica Universal propuesta por Hamon y la reducción de 500.000 funcionarios planteada por Fillon borraron otras cuestiones y llevaron a ambos candidatos hacia el control de sus formaciones políticas y a una victoria abrumadora -e inesperada- en las primarias. Marine Le Pen no necesita arriesgar ; su silencio le otorga votos ante el descontento generalizado de la ciudadanía hacia los partidos « del sistema » : el Frente Nacional relanzará la cuestión de la prioridad nacional aunque todo acercamiento a la xenofobia puede alejar a una parte de su « nuevo » electorado ; en la segunda vuelta, el Frente Nacional podría agitar la bandera de la soberanía nacional frente a Europa en aras de atraer a los votantes de la izquierda críticos con la globalización y con la deriva neoliberal de la Unión Europea. La imposición de la laicidad y de la seguridad como grandes temas de la campaña beneficiarían a la derecha, del mismo modo que el debate sobre la justicia social o sobre la ecología favorecerían a los candidatos progresistas en las últimas semanas antes del escrutinio. Todo ello se verá regulado por una estructura mediática que enmarca y establece la agenda del debate público. 

6 incógnitas a 60 días de la primera vuelta