viernes. 29.03.2024

En la película “Cartas desde Iwo Jima” hay una conversación entre el general japonés al cargo de la isla y un subordinado suyo. El mando felicita al subalterno, expresándole que es un buen soldado; y éste contesta: “Yo no soy un buen soldado, soy un buen panadero”. El sábado pasado todos los medios de comunicación del mundo daban cuenta de las próximas elecciones en España. La imagen que más se reiteraba era la de un hombre de rictus serio, un tanto cabizbajo, que, entre otras cosas, decía que volvía a León, su tierra, y se retiraba de la política. En una primera lectura, me quedo con ese perfil personal, con el valor humano de dicha imagen. José Luis Rodríguez Zapatero no es panadero, pero su profesión tampoco es la de Presidente del Gobierno. Estaba de paso, por vocación política y en consecuencia, por compromiso ciudadano. Y por ello, hay que tenerle todo el respeto.

Ha tenido dos legislaturas de gobierno donde la crisis ha actuado como catalizador, como reactivo; propiciando dos polos muy contrapuestos. En la primera legislatura, su gobierno cosechó importantes éxitos de ciudadanía, siendo una referencia para una gran parte de la izquierda internacional. Incluso, en Italia, triunfó un documental llamado “Viva Zapatero” que ansiaba para el pueblo italiano la figura del presidente español. Sin embargo, en esta segunda legislatura, las medidas llevadas a cabo para sortear las presiones de los mercados financieros internacionales le provocaron una Huelga General; convocada por los sindicatos de clase y donde muchos de sus votantes la secundaron. El viernes cuando anunció la convocatoria de elecciones, todas las opciones políticas y sindicatos, excepto IU, saludaron la medida. Era la prueba más palpable del agotamiento de su mandato.

Así pues, de nuevo, a las urnas. Las cábalas sobre las fechas se han despejado y a más de un dirigente político se le han aguado las vacaciones de agosto. Deberán estar desde la playa con el móvil encendido; no vaya a ser que les descabalguen de las listas electorales.

En estos comicios generales, la izquierda ciudadana se juega mucho. Después del fuerte desalojo institucional del pensamiento progresista en municipios y Comunidades Autónomas, es necesario que exista algún contrapeso que amortigüe a la derecha. El Partido Popular lleva camino de convertirse en el partido más poderoso de la historia reciente en España.

Las opciones políticas que vienen a representar a la ciudadanía de izquierda están en constante ebullición, fruto de su propia crisis. Una crisis del pensamiento progresista que se produce en toda Europa. El PSOE pugna, en contra del reloj, por recuperar la confianza perdida de sus bases en las pasadas elecciones de mayo. Las otras opciones de este espacio no acaban de configurar un polo propositivo común. Presentan múltiples formas orgánicas e inorgánicas que aventuran más bien la dispersión que la unidad.

Pero, de todo eso, habrá tiempo para hablar. De momento, constatar que se ha abierto la Caja de Pandora. Una caja donde estaban alojados todos los bienes y todos los males. Pandora al abrirla provocó que todos los males se esparcieran por el Mundo y que todos los bienes subieran al Olimpo. Todos los bienes subieron, menos uno, la Esperanza. Ésta, se quedó en la caja y desde entonces es el único bien que nos queda a los mortales.

Urnas y más urnas