viernes. 29.03.2024
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España esta de luto, de negro por el fallo de un Tribunal Constitucional que ha dado luz verde completa a una Ley Wert

La educación en nuestro país ha vivido en los últimos días un nuevo episodio en lo que a la vuelta al nacionalcatolicismo se refiere. Y todo ello, de la mano de la Ley Wert, ese Frankenstein de compendio de regulación educativa que a modo de vuelta al pasado nos ha permitido para incredulidad de propios y extraños asistir a un fallo, el del Tribunal Constitucional, digno de una capacidad de interpretación y creatividad inusual en sus señorías. No por menos, asistir a la defensa de la financiación pública de aquellos centros educativos que segregan por sexos en las clases con el argumento generalista de la libertad de enseñanza, no puede más que poner los pelos de punta de quienes entendemos que la educación en igualdad debe ser un principio básico para la construcción de sociedad cohesionadas y diversas. 

Hoy, España esta de luto, de negro por el fallo de un Tribunal Constitucional que ha dado luz verde completa a una Ley Wert que entre sus virtudes está la de eliminar la educación para la ciudadanía, suprimir las competencias a los consejos escolares, estructuras que ahora incluso verán tras el fallo más reducido si cabe la participación de las familias del alumnado en la vida de los centros e impulsa la entronación de la asignatura de religión, contando la puntuación obtenida en esta asignatura de la misma forma que aquellas otras de contenido fundamental como lengua y literatura, matemáticas o geografía. Parece ser así, que en la España del Siglo XXI en la que cual nuestros jóvenes deben de estar más preparados si cabe para afrontar los retos y desafíos de la denominada cuarta revolución, la importancia del conocimiento bíblico o de los evangelios se presentan como elementos fundamental en su formación curricular. 

Y si en todo caso, esto no fuera poco el nuevo modelo educativo nos viene a aportar la importancia del conocimiento de los flujos migratorios, esos responsables de la inseguridad y el riesgo a juicio de los temarios que desde el ministerio de defensa la ministra de ramo introduciría en el temario anual que tendrán que estudiar la nueva generación de niños y niñas de nuestro país, una generación que no sólo parece que estará preparada, sino también catolizada y españolizada en los conceptos de la religión, las fuerzas armadas y la identificación del extranjero como riesgo a la estabilidad nacional. Suma y sigue así el gobierno del PP en su línea de dar voz a la derecha más caduca y menos europea. Parece así que el cumulo de nuevos errores llevados a cabo por el PP calentara aún más calles en ese estallido de indignación social que tras los pensionistas y las mujeres ahora tendrá en el sector estudiantil otro frente al que el PP deberá enfrentarse, en este caso por la configuración del nuevo modelo educativo, hoy puesto de actualidad a raíz del fallo del Tribunal Constitucional. Y todo ello, mientras en el bancada naranja, Albert Rivera suma y sigue a derecha e izquierda.

Así, ante este panorama, parecen lejanos ya los principios que nuestra Constitución nos aportó, esos que hablaban de un estado laico en donde la igualdad fuera un pilar fundamental de la bóveda de los derechos y libertades acuñados tras años de dictadura. Esa no tan lejana, aun cuando el postmodernismo hace a veces de elemento adormilante y borrador de la memoria aún reciente de la bota militar y del silencio. Ese que impedía la libertad de expresión en pos del patriotismo y la España de cara al sol.

En definitiva, toca alzar la voz para exigir que la educación a la ciudadanía y la educación laica sean pilares de nuestro sistema de enseñanza público y al mismo tiempo exigir que el pacto en pos del interés general sea la clave del acuerdo en un país en donde la educación y la sanidad pública, la igualdad, el sistema de bienestar y pensiones o la dignificación del empleo estén por encima de las cuitas y guerras políticas que sólo nos llevan a la lucha de clases, al impacto social y a la inmovilización de una sociedad que necesita avanzar.


Josu Gómez Barrutia | Embajador en Andalucía The Future Society At Harvard Kennedy School | Presidente de la Fundación Glocal | Miembro de la Red de Escritores/as por la Tierra

Una España en blanco y negro