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NUEVATRIBUNA.ES - 11.03.2009

Si ha sido evidente el rodillo del PP en la comisión de investigación parlamentaria sobre el espionaje político en Madrid, también ha quedado claro el talante y las formas antidemocráticas con las que el partido de Esperanza Aguirre se mueve en las aguas políticas de esta comunidad.

La trama de los espías es tan grave como bochornosa y esperpéntica. Se han vulnerado derechos humanos y se ha violado la intimidad de las personas. Y todo ello con fondos públicos, con el dinero de los contribuyentes. El Gobierno de Esperanza Aguirre lo niega, pero muchos compañeros de su partido no, entre ellos el espiado ex consejero Alfredo Prada �ahora miembro del equipo de Rajoy- a quien el PP de Madrid ha llamado mentiroso y ladrón por quedarse con dos portátiles que él mismo pidió pagar (contenían información personal) nada más ser cesado por la presidenta de Madrid.

La comisión ha estado viciada desde el inicio. El PP ha impuesto el calendario y el formato. Comenzó pasadas las elecciones del 1-M (a petición de Génova) y aunque iba a durar hasta el 31 de marzo, se ha agotado a una semana de comenzar.

Tres diputados populares han actuado de valedores de la teoría de la conspiración: el portavoz David Pérez; Juan Soler �que se ha significado por sus comentarios insidiosos contra la oposición- y el jovencísimo Pablo Casado, presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y que pretende quitar el puesto a Ignacio Uriarte, presidente nacional de la organización juvenil y marianista hasta la médula. El raca raca constante de los tres repitiendo hasta la saciedad que en las comunidades gobernadas por la izquierda no se aprueban comisiones de investigación se ha quedado en una soporífera estrategia que además intenta tomar por tontos a todos los demás: oposición, periodistas y ciudadanos. Como tú lo haces, yo también.

El PP comenzó imponiendo a Benjamín Martín Vasco como presidente de la comisión. En días tuvieron que sustituirle por Rosa Posada al estar implicado en la ‘trama Gürtel’. Aún no se ha podido demostrar la relación de los espías y la corrupción política pero ya hay tres diputados del PP en la Asamblea de Madrid señalados: el citado Benjamín, Alfonso Bosch Tejedor y el ex consejero de Deportes, Alberto López Viejo, quien tuvo que dimitir de su cargo. Todos siguen sentados en sus escaños, mientras Prada sigue sin acudir a la Asamblea, donde también es diputado del PP.

El PP ha censurado la mitad de la documentación que ha pedido la oposición. Cercenó asimismo la lista de comparecientes hasta reducirla a la mínima expresión: al final han comparecido 11 personas (entre ellos el consejero Francisco Granados) de los 29 nombres inicialmente aprobados. Los que ellos ( el PP) han querido, los que les han servido para dar a luz su montaje, al dictado del diario El Mundo, el montaje del desmontaje. Manipuladores hasta el extremo.

No han acudido los espiados (Prada y Manuel Cobo); tampoco la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. No ha dado tiempo. El PP ha cortado por lo sano. Intentando demostrar que no hay trama se han agarrado a una errata de El País para montar su película.

La actitud antidemocrática del PP ha quedado patente hasta los mínimos detalles y Rosa Posada ha contribuido a ello. La que ha sido presidenta de la comisión ha impedido en más de una ocasión que la oposición tomara la palabra “por alusiones”. Nada de repreguntar. Una vez hecha la intervención del compareciente quedaba cerrada la sesión.

Rosa Posada Impidió que la diputada de IU, Reyes Montiel, escribiera en un foro social en Internet mientras permaneciera dentro de la sala.

Rosa Posada corrigió a la oposición por que las portavoces de PSOE e IU recordaban a los comparecientes que estaban sujetos al código penal y a las penas estipuladas por no decir la verdad. Precisamente lo mismo que ha hecho Granados �según la oposición- cuando ha sido él el que ha presidido una comisión.

Rosa Posada ha impedido abrir turnos de declaraciones y ha regañado a las portavoces Maru Menéndez e Inés Sabanés por hacer tantas preguntas, preguntas que debían formular de una sola vez al compareciente que si quería podía coger notas o no cogerlas.

Rosa Posada ha exigido a la oposición atenerse al objeto de la comisión y al interrogatorio pero no ha utilizado la misma vara de medir para los diputados del PP que han dedicado todas sus intervenciones para atacar. Si bien es cierto que en las primeras sesiones David Pérez se atuvo al objeto de la investigación, desde el pasado viernes, el portavoz cambio de discurso y de estrategia centrándolo todo en la falsedad de la trama y en la “falsedad documental” de los 33 partes de seguimiento que obran en poder de la Fiscalía.

Antidemocrática también ha sido la actitud insultante del PP hacia el diario El País, hacia la cadena SER, y a todo el Grupo Prisa en general. Les acusa de haberse inventado todo, les llama “medios de cabecera” del PSOE y del juez socialista Garzón. Argumentario de FAES, como dice Sabanés. Argumenario fascista, ni mucho menos liberal.

Antidemocrática postura la esgrimida por Aguirre y sus secuaces, aquellos que aún no han perdido su favor. Arremeten contra los sindicatos, arremeten contra los rojos, arremeten contra los periodistas que no comulgan con ellos. La Asamblea de Madrid se ha convertido en un cortijo. Es, sencillamente, una vergüenza.

Las conclusiones se reducen a que en el PP se espían unos a otros, la lucha fratricida por el poder es tan evidente que de nada sirven las fotos de unidad (aguirre-gallardón, o rajoy-aguirre-gallardon). Nadie se fía de nadie y ahora resulta que es la oposición la que, con artimañas, quiere derrocar un gobierno.

Un parlamento antidemocrático