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NUEVATRIBUNA.ES - 14.10.2009

Ricardo Costa ya no es ni secretario general del PPCV ni portavoz del Grupo en Les Corts. Su traumática salida ha puesto bocabajo la autoridad misma de Mariano Rajoy, cuyo liderazgo, maltrecho por la crisis de Valencia, ha vuelto a ser cuestionado en la filas del partido. Las últimas veinticuatro horas vividas en torno al ‘caso Costa’ han llenado de desconcierto a la mayoría de los dirigentes del PP. En Madrid, la actividad parlamentaria en el Congreso quedó solapada con el culebrón gurtelero y los pocos diputados que se pasaron este miércoles por la Cámara Baja ni se atrevían a pergeñar un análisis de lo ocurrido.

Rajoy no acudió a la sesión de control al Gobierno. En él es habitual cuando no asiste el presidente José Luis Rodríguez Zapatero a quien interpela, pero en esta ocasión, su falta, se tradujo como una muestra más de su inmovilismo al negarse desde hace meses a aparecer ante los medios para dar la cara.

En su lugar, Soraya Sáenz de Santamaría capeó el temporal. Asediada por las preguntas, afirmó que el cese de Costa era “efectivo” y que la decisión ya estaba tomada. Como vienen haciendo en los últimos días los voceros del PP para “marcar” su propia agenda -arrebatada por los escándalos de la trama corrupta- la portavoz parlamentaria intentó en vano introducir otro asunto de crítica al PSOE sin conseguir despertar el más mínimo interés de la prensa que sólo esperaba oír una frase comprensible: “Si se encasilla (Costa) en una situación en la que no tiene que estar e impropia de su condición se aplicarán los procedimientos disciplinarios”, dijo finalmente. El mensaje era calcado al que la secretaria general María Dolores de Cospedal estaba lanzando desde la misma noche del martes en un plató de televisión. Minutos después, se conocía la noticia: el cese real de Costa. Y digo real, por lo que se produjo en el Comité Ejecutivo Regional del PPCV convocado por Francisco Camps fue un paripé.

En los pasillos del Congreso se bromeó con este asunto. De Vicente Martínez Pujalte se puede esperar que no se muerda la lengua pero que el “lío” de Valencia, como él mismo lo calificó, le produzca risa da que pensar. El sector zaplanista se la tiene jurada a Camps desde hace tiempo y la explicación que da un destacado dirigente del PP del porqué el presidente valenciano no planteó a su ejecutiva la votación del cese de su número dos es precisamente por la “correlación de fuerzas” dentro del propio PPCV. Los únicos que hablaron en el comité fueron Camps y Costa, y los zaplanistas, presionados por Génova, no levantaron la voz, aunque alguno, como José Joaquín Ripoll, se negara a aplaudir. Y es que, Camps temía más la juerga padre que se podía montar en el seno de su partido que desobedecer las órdenes de Madrid, donde miembros de la dirección dicen haber sido engañados cuando el viernes pasado el barón valenciano prometió una cosa y el martes no la cumplió.

[Y, a todo esto, ¿Qué será de Eduardo Zaplana? Él está apartado, no dice nada. Está encantado. En Telefónica. Llevándose una pasta”].

LA TRISTEZA DE RICARDO COSTA

El paripé de la reunión celebrada por la ejecutiva del PPCV ha quedado bien a la vista. “En el orden del día, en lugar de figurar el punto de ruegos y preguntas figuraba no se admiten preguntas”, comentaba entre risas un diputado del PP, el mismo que lamentaba con una enmienda en la mano que de lo único que se hablara en el Congreso fuera de la Gürtel, de Costa y del lío valenciano: “Y yo aquí con las gasolinas…”.

La cosa pintaba tan esperpéntica poco antes de conocerse el cese definitivo de Costa que la responsable de Organización el PP, Ana Mato, decidió salir por la puerta trasera del hemiciclo para evitar toparse en pasillos con la prensa. En su caso, el problema de la Gürtel le toca de cerca. Su ex marido, Jesús Sepúlveda, está imputado en el sumario, pero como es “funcionario” de Génova sigue cobrando nómina en el PP nacional. Demasiado que explicar con tanto follón de por medio.

Pero para explicaciones las que deberá dar Rajoy a los suyos si es que un día de estos se da por aludido. Los más afines a él justifican su impasible talante en su natural forma de ser: “Él es así, es su manera de actuar”. Otros hacían un mohín sobre su actuación y gestión de la crisis valenciana y hasta la posibilidad de ganar las próximas elecciones generales les suena a ciencia ficción: “Yo digo que el próximo líder todavía está en COU”, dijo un diputado para resaltar la larga travesía en el desierto que le espera al PP.

En esta tragicomedia se han mezclado risas y llantos. Como dijo José Blanco, “la fiesta continúa en el PP” . Sólo hay que ver las caras de los dirigentes valencianos tras el comité celebrado en Valencia (en la foto), una imagen que aún cuelga de la web del PPCV bajo el titular El PPCV sale más unido y reforzado tras la celebración del CER. (¿?)

Pero eso fue el martes. Porque hoy le ha pintado la cosa muy distinta al ‘número dos’ de Camps. “Muy afectado”, tras una reunión “muy dura y triste” (la que mantuvo el presidente de la Generalitat valenciana con su Grupo Parlamentario para proceder a la sustitución de su portavoz) y hasta “humillante”.

Costa no pudo por menos que ponerse a llorar: “¡Ya está bien presidente!”.

Sonrisas y lágrimas