Rato calla ante la prensa mientras se negocia su futuro en Caja Madrid

ISABEL G. CABALLERO
Junto con Boyer, Solchaga y Solbes, el también ex ministro de Economía presentó un libro sobre la crisis financiera en un acto en el que eludió hablar de su candidatura a presidir la Caja. Al mismo tiempo, los teléfonos en Génova y la Puerta del Sol echaban humo, intentando cerrar un acuerdo que finalmente se desbarató.
NUEVATRIBUNA.ES 27.10.2009

Cartel de lujo para la presentación del libro La primera gran crisis financiera del siglo XXI de Guillermo de la Dehesa. Nada menos que cuatro ex ministros de Economía, tres socialistas y uno del PP. Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes y Rodrigo Rato fueron anoche el centro de todas las miradas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Hablaron, sí, de economía, de mercados, de regulación, de reformas estructurales, pero callaron ante la avalancha de periodistas que pedían su opinión sobre el culebrón de Caja Madrid y la disputa interna en el PP.

Rato soportó con mucho aplomo la presión de los medios y con gesto sonriente declinó comentar su candidatura a presidir la cuarta entidad financiera del país. “No voy a hacer ningún comentario” fue la única frase que salió de sus labios a la entrada y a la salida del acto. Tampoco quisieron hacer ninguna valoración los que como él han ocupado la cartera de Economía y Hacienda pasando por los gobiernos de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Solo faltaba la actual vicepresidenta Elena Salgado, cuya ausencia excusó el autor del libro por tener que atender sus tareas parlamentarias.

AGUIRRE NO SE MOVIÓ DE LA PUERTA DEL SOL

Pero la tarde dio mucho de sí y mientras Rato disertaba sobre el libro en cuestión, los teléfonos en Génova y la Puerta del Sol echaban humo. La presidenta de la Comunidad de Madrid recibió una llamada de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que aunque cordial fue muy clara en cuanto a los mensajes a transmitir. La dirección del partido no aceptará en ningún caso a Ignacio González para presidir la entidad financiera. La noticia implicaba una orden a Esperanza Aguirre para que se someta a la disciplina en un partido, que como ya recordó Alberto Ruiz-Gallardón, es nacional y como tal, el presidente Mariano Rajoy, impone que se acate la decisión de colocar a Rato en la presidencia de la Caja.

Pero la respuesta de Aguirre no fue menos tajante. Si ya el lunes se negó a reunirse con Rajoy a la espera de una contundente sanción a Manuel Cobo, el martes permaneció en su despacho de la sede del Gobierno regional para repetir el plante: Hasta que no se castigue al vicealcalde por las críticas vertidas en una entrevista en El País, no hablará sobre la presidencia de la Caja. El órdago de la lideresa estaba respaldado por muchos alcaldes de la región que firmaron un manifiesto exigiendo a Génova la apertura de sanciones disciplinarias contra Cobo, unas “presiones” que Rajoy no parece aceptar porque no tiene intención de abrir al número dos del alcalde un expediente por sanción grave como claman los aguirristas.

LAS RECETAS DE LOS EX MINISTROS

Por su parte, el protagonista de toda esta historia y ex gerente del Fondo Monetario Internacional, charlaba amigablemente con Solbes y apostaba por las reformas estructurales –“imprescindibles”, afirmó- al margen de las medidas de estímulo económico que están poniendo en marcha todos los países desarrollados para afrontar la recesión económica. En clave política, Rato desmontó la idea de que un gobierno puede perder unas elecciones por hacer reformas si estas se acometen en la primera parte de la legislatura, es decir, durante los dos primeros años, para que los ciudadanos tengan otros dos para valorar los resultados.

Pero si Rato soltó su ‘perla’, su predecesor tampoco se abstuvo y aunque avanzó al inicio de su intervención que no iba a hablar en concreto de España –“lo que a nadie le extrañará”, ironizó-, sí habló de “la calidad” del gasto público” al margen de “abrir o cerrar zanjas”, que no deja de ser una medida “más sofisticada”, señaló Solbes como crítica a la gestión económica del Gobierno.

Con un recuerdo de su mandato no tan cercano en el tiempo, Boyer y Solchaga dieron también su versión sobre la crisis económica discrepando en las recetas. El primero abogó por mantener medidas de estímulo fiscal y no abordar grandes reformas en el mercado laboral hasta que pase la crisis; el segundo, por recetas que figuran en las propuestas que la CEOE planteó en la mesa de negociación colectiva: modificar los sistemas de contratación y también los seguros por desempleo que “no estimulan”, a su juicio, la búsqueda de trabajo.