viernes. 29.03.2024

Se querrá ver o no, pero estamos asistiendo al fin del funcionamiento de la democracia representativa en nuestro país basada en un sistema político, institucional y de partidos cerrado y bloqueado.

La crítica a la ley electoral, se hace -con razón- a la proporcionalidad que penaliza de forma escandalosa a los partidos minoritarios, pero a esta crítica hay que añadirle compromisos hacia la ciudadanía; porque la realidad es que en todos estos años no se han desarrollado mecanismos para garantizar la participación efectiva en la inmensa mayoría de las decisiones relevantes.

Los avances en ese terreno han sido irrelevantes. En nombre de una supuesta estabilidad, planteada en los momentos de la transición, el sistema político, institucional y de partidos ha permanecido inmutable. El margen de libertad del ciudadano y su capacidad de decisión es muy limitado, por no decir inexistente ya que se encuentra con un paquete completo bloqueado y cerrado, decidido por los partidos. Esto ha consolidado además del bipartidismo, el inmovilismo.

En este panorama es importante el debate de las primarias abiertas a la ciudadanía, que abrirían una posibilidad para abandonar la endogamia iniciando un proceso de vínculo más allá de las propias estructuras de los partidos y que reforzarían la intervención -y con ello el control - de los votantes, simpatizantes y a la ciudadanía en general.

Ahora bien, las primarias abiertas a la ciudadanía, son en este momento una condición imprescindible, pero no suficiente para provocar esta transición desde un sistema cerrado hacia un modelo donde la transparencia y el control ciudadano rompan el monopolio en la representación de los partidos políticos. Hay otros agentes políticos en la calle. Y si se quiere construir algo a futuro, y también con perspectiva electoral, se tiene que hacer sobre unas bases contundentes y de democracia real, transparencia y control ciudadano.

Es decir, tenemos que hablar de un cambio y un compromiso de fondo, no de golpes de efecto. Todos los partidos, sin excepción, deberían empezar por someterse a una auditoría ciudadana de su deuda y funcionamiento interno y poner sobre las mesa los compromisos para regular en serio la capacidad de decisión y control de la ciudadanía. En definitiva aplicar dentro aquello que se proclama hacia fuera. Ni más ni menos.

La desafección ciudadana ha hecho saltar todas las alarmas. En momentos así se abre paso la anti política o la crítica generalizada. Pero es justo reconocer que más allá de las tentaciones de instrumentalización en graves momentos de crisis, la realidad es que la política está contaminada y no se puede superar esta situación gravísima con lugares comunes como que “no todos somos iguales”. Ciertamente esto es así, pero la corrupción se ha convertido en algo estructural y el sistema sigue resistiendo con discursos rocambolescos que pretenden matizar, cuando no negar, unas evidencias que se proclaman a gritos en las calles.

Primarias abiertas sí, por supuesto y con ellas una propuesta global que implica necesariamente la regulación de los partidos políticos, de su financiación y funcionamiento.

Y además, mecanismos indispensables como la revocatoria de mandatos, candidatos jurídicamente responsables antes los electores de sus distritos electorales, transparencia real de cuentas, deudas o créditos en tiempo real, es decir, pública y publicada. Rendición de cuentas de forma periódica en audiencia pública de actividad y gastos.

Estas son condiciones mínimas para una transición urgente y serían un avance considerable, pero hay más. Estamos en la era digital y las posibilidades de trabajo en red, de redes de cambio, de consulta en tiempo real, de democracia líquida o de la democracia del bien común son también claves que deberían conformar un nuevo modelo de cooperación y colaboración alejado definitivamente de los planteamientos tácticos en clave de poder y representación o de mera aritmética electoral.

En EQUO hemos avanzado mucho en esta dirección, no sólo opinamos sobre lo que habría que hacer. Ya hemos hecho primarias abiertas a simpatizantes para todos los puestos a elegir, ordenados además por Voto Único Transferible, votaciones on line y presenciales, laboratorios de ideas o Congreso abierto. Sabemos –no obstante- que no tenemos todas las respuestas, por lo mismo, podemos compartir la construcción de las mismas.

Estamos construyendo un espacio donde la democracia real, la ecología política y los derechos universales son piezas y causas fundamentales. Estamos convencidos que son las claves que explican las alternativas para un mundo en crisis que no se sostiene en una espiral infinita de depredación de recursos limitados.

Desde esta visión, a la que no renunciamos, podríamos en un momento de emergencia democrática sumar con otros que compartan las condiciones mínimas en el método y las causas fundamentales. Pero también estamos convencidos que si queremos que las cosas cambien no podemos hacer siempre lo mismo. Las mil formulaciones tácticas y llamamientos a la aritmética electoral, no pueden construir respuestas contundentes y comprensibles a la actual hegemonía de políticas conservadoras. Lo que está en riesgo es la supervivencia de las personas en condiciones de dignidad y con derechos y, el equilibrio del planeta.

Primarias abiertas: imprescindibles pero no suficientes