OPINIÓN | DANI MORCILLO Y YAIZA GARCíA

Mociones de censura. Oportunidad y oportunismo

En las últimas semanas, algunas agrupaciones del PSM andan preparando mociones de censura allí donde observan un conato de crisis institucional. Lo hacen y lo maduran siguiendo sus propias reglas y si la ocurrencia llega a buen puerto reclaman compañías de ocasión para la aventura. ¿Discurso de izquierdas, programa de progreso, demanda social, iniciativa de estabilidad institucional? No. El objetivo es la moción.

Izquierda Unida tiene una máxima que cumplirá en la Comunidad de Madrid en todos los procesos electorales: si las izquierdas consiguen más votos que las derechas no gobernará el PP, ni en la Comunidad ni en los ayuntamientos. Nuestra participación en los gobiernos vendrá determinada por programas que, en el ámbito de sus competencias, combatan las políticas de ajuste y de recortes y abran paso a la defensa de los servicios públicos, la igualdad y la justicia social. Si esto no fuera posible, y transcurrido un tiempo, algún partido presentara una moción de censura habría que cumplir determinados requisitos para que esta iniciativa no derive en una simple “operación derribo”. En un contexto como el descrito, uno puede creer tener razón, pero no estar en lo cierto. Las instituciones democráticas están siendo vapuleadas desde distintos foros, unas veces por méritos propios, otras como consecuencia de temerarias campañas contra las políticas públicas. Sea como fuere, lo que nunca debe hacer un responsable político  -local, regional o nacional- es activar procesos de cambio institucional por el mero hecho de haber aprendido a sumar.

En determinadas localidades de la Comunidad de Madrid, el PSM ha emprendido un sinuoso viaje a lo desconocido de la mano de la moción de censura. La secuencia es simple: indiscriminada estrategia de desestabilización; efecto boomerang en torno al bipartidismo; arrebato de reconquista institucional -quizás consciente de su caída social y electoral-; reagrupamiento de infantería para el asalto; escaso o nulo esfuerzo para sustanciar un programa de cambio; y si otras fuerzas como IU no le siguen en estas aventuras, “que caiga sobre ellas, todo el peso de la carga informativa”. Siempre podrá el PSM vengar su frustración y pérdida de liderazgo con desesperados alegatos a la responsabilidad de los otros.

A IUCM no le gusta esta forma de hacer política. No vale todo en el legítimo intento de tocar poder. Los que ayer hicieron posible los gobiernos de la derecha no pasan a ser compañía súbita de alternancia. No se puede bailar samba con el himno nacional. Seguramente, el nuevo mapa electoral de España y también de la comunidad de Madrid, obligue a diálogos plurales sobre programas de gobierno en pueblos y regiones; pero habrá que madurar los acuerdos, despejar estrategias y programas y fijar las prioridades de acción política.

IUCM lleva unos meses trabajando sin prisa pero sin pausa para construir un nuevo tiempo en Madrid. Son muchos años de gobierno de la derecha en ayuntamientos y en la Comunidad, muchos años de fuerte deterioro social y democrático, de recorte y/o eliminación de derechos y de modos de gobernar profundamente autoritarios. La derecha asocia la movilización social y democrática a inestabilidad y desorden. Criminaliza lo que no controla y reduce la democracia a un edulcorado juego de próceres. Ignora la reflexión crítica y solo escucha la “voz de Dios”. Este modelo de sociedad camina peligrosamente hacia atrás.

Ser y parecer

Debemos en todo momento decir y hacer las mismas cosas. Al final uno no es lo que dice sino lo que hace. El PSM ha de aprender a dialogar con sus iguales. No puede dirigirse al resto de las fuerzas políticas, singularmente a las izquierdas, reclamando adhesiones a iniciativas políticas que ha decidido en soledad, y atrapado por la profunda crisis del bipartismo. Tampoco debería jugar con la salud de las instituciones democráticas. Las corporaciones locales son, quizás, el principal pilar de las sociedades abiertas, un pilar por cierto, que el PP pretende socavar y devaluar a través de la reforma local, con la más que sospechosa ambigüedad socialista. Si un equipo de gobierno municipal pierde la mayoría institucional en el transcurso de su mandato, los partidos de la oposición, antes de lanzarse a la yugular del gobernante, deben demostrar responsabilidad y máxima transparencia. En cualquier caso, tienen que fundamentar su oposición a la acción de gobierno con acreditada capacidad de propuesta alternativa, y por encima de todo, con programa de mayorías dentro y fuera de la institución. No vaya a ser que lo que uno tiene claro en su club no acaben de comprenderlo sus militantes, sus electores y el tejido social organizado de su ámbito.

IUCM estará siempre dispuesta a hablar de programas para el cambio, a tomar las medidas oportunas para mejorar la vida de la gente, especialmente de quienes más sufren la crisis económica. Pero huirá del oportunismo y la aventura, consciente de que su renovado compromiso por impedir gobiernos de derechas tras un proceso electoral, no puede ni debe significar voluntad obsesiva por protagonizar operaciones de manifiesta insolvencia programática y dudosa ética política.


Dani Morcillo | Coordinador de la Presidencia de IUCM

Yaiza García | Secretaria de Política Municipal de IUCM