jueves. 28.03.2024

Una «moción de censura» se presenta o no se presenta, se gana o se pierde, pero es un arma política que siempre, siempre, tiene consecuencias parlamentarias. Se puede cambiar a un presidente del gobierno, tras exigirle responsabilidades o se fuerza un debate sobre los temas que el gobierno elude.

En España está prevista la figura de la «moción de censura» en los artículos 113 y 114 de la Constitución: «El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura» La moción debe ser constructiva, esto es que la propuesta (apoyada al menos por la décima parte de los Diputados), tiene que incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno. Otra institución bien distinta es la «cuestión de confianza». Aquí, es el presidente del gobierno quien puede utilizarla, para forzar el favor parlamentario en momentos de crisis o de pérdida de apoyos. En ambos casos la mayoría absoluta parlamentaria es crítica; se gana la censura o se pierde la confianza si se obtiene.

Desde que se aprobó la Constitución en 1978, se han presentado dos mociones de censura y en otras dos ocasiones, se han planteado cuestiones de confianza, con diferentes resultados y conclusiones.

Fue en mayo de 1980, cuando el Partido Socialista Obrero Español, presentó la primera  «moción de censura» al presidente Adolfo Suárez, apoyado por el partido o coalición de su creación Centro Democrático y Social (CDS). La iniciativa originó un desgaste tremendo para el gobierno y fue el principio del fin, que llegó en 1982. La moción, fue defendida por Alfonso Guerra y rechazada por el diputado Rafael Arias-Salgado y el candidato a la presidencia alternativo propuesto Felipe González. Fue rechazada por los únicos 166 votos del grupo parlamentario centrista, que se quedó solo en el rechazo.

La segunda «moción de censura» la presentó Alianza Popular contra el gobierno socialista de Felipe González, el 23 de marzo de 1987. Igualmente la moción fue rechazada; en esta ocasión por 195 votos en contra (PSOE, Izquierda Unida, PNV, EE), 67 a favor (AP y Unión Valenciana)  y 70 abstenciones (CDS, CiU, PDP, PL, PAR, AIC y CG). Alianza Popular, quiso repetir la jugada de los socialistas contra el CDS, pero no les salió bien y la censura favoreció decididamente al gobierno que volvió a ganar las elecciones siguientes y estuvo en el poder hasta 1996.

Las dos únicas iniciativas de «cuestión de confianza» presentadas, las han utilizado Suárez y Felipe González, en situaciones políticas diferentes. En los dos casos, la economía y las autonomías fueron protagonistas. Suárez, el 16 de septiembre de 1980, para poner en marcha un programa de austeridad económica y desarrollar el Estado de las autonomías; y Felipe González, el 5 de abril de 1990, para llevar a cabo un plan a favor de una economía competitiva en el marco de la Europa sin fronteras, impulsar la política exterior y progresar en el desarrollo de las autonomías. Ambas cuestiones fueron ganadas por quienes las presentaron y acometidas las propuestas debatidas.

Y ahora estamos donde estamos. Políticas injustas que perjudican a la mayoría social, la economía no sale adelante y el fraude y la corrupción tienen cercadas al gobierno, a su partido y al presidente por el caso Gürtel/Bárcenas ­—que cada vez es más el caso financiación ilegal del PP—. Mientras el gobierno calla; el partido ofrece declaraciones vergonzantes, cuando lo hace; y el grupo parlamentario popular, poniendo trabas, blinda al presidente y permite que Rajoy burle al Parlamento. Todo para evitar su comparecencia en sede parlamentaria y que ofrezca su opinión y aclare lo que ya se está aclarando en sede judicial. La ley del silencio se ha instalado entre todos. Malas artes, las que utiliza la famiglia genovesa.

La diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, ha pedido a la oposición que recurra a la «moción de censura», si el PP rechazaba la comparecencia de Rajoy. La portavoz del PSOE, Soraya Rodríguez, asegura que no tienen prevista la medida, pero no la descartan si fuera necesario. Desconozco la posición de Izquierda Unida y de otros, pero Cayo Lara ya dijo en febrero que «IU descarta una moción de censura, porque (a Rajoy) deben echarlo los ciudadanos». Pues en eso estamos. Veremos.

Mi opinión será siempre a favor de la acción. La oposición parlamentaria tiene que presentar una «moción de censura», consciente de que se va a perder, pero que sería una victoria política, al forzar el debate parlamentario sobre la corrupción, el fraude y la financiación ilegal del PP —investigados por la justicia, sin mucha convicción—. Retornaría el debate al Parlamento, terminando con la judicialización de la política, que tanto daño está haciendo.

Si no es conveniente ahora, después de verano, pero algo hay que hacer; lo que sea, lo que sea…, desde el Parlamento y desde la calle. Los grupos parlamentarios en la oposición pueden boicotear las sesiones del parlamento, ausentándose, mientras que Rajoy y su camarilla no comparezca y de explicaciones antes de presentar su dimisión. El PP, en su legalidad, ha perdido la legitimidad social para seguir gobernando contra el pueblo llano. Los grupos parlamentarios en la oposición, tienen que continuar con una política de gestos y acciones, como el que ayer protagonizaron los grupos —con la excepción de UPyD y el PP—, en la Ponencia de la ley de Transparencia.

Y en la calle, movilización ciudadana. La democracia no se ejerce solo cada cuatro años. La democracia es participación crítica y responsable, cada vez que algún gobierno subvierte el sistema con políticas injustas socialmente o cuando traiciona la voluntad popular.

Moción de censura