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NUEVATRIBUNA.ES / ISABEL G. CABALLERO 25.10.2010

Hoy, la sala de prensa de Ferraz estaba más llena que nunca. La expectación era máxima ante el estreno del nuevo secretario de Organización, Marcelino Iglesias, en su primera comparecencia ante los medios. No hubo traspaso de carteras pero sí un simbólico relevo de la mano de Leire Pajín: “La tribuna es tuya”, le dijo, después de pedir a los periodistas que le dispensen un trato como el que ella ha recibido en los más de dos años que ha ejercido como ‘número tres’, los lunes de cada semana para dar cuenta de las reuniones de la Ejecutiva Federal y que calificó como unas “jornadas intensas pero muy agradables”.

La despedida de Pajín quedó inmediatamente ligada al deseo de Iglesias de dar una buena impresión a la prensa: “Intentaré estar a vuestra disposición cuando necesitéis algo, a cualquier hora del día y de la noche”, porque “en una sociedad democrática no hay democracia sin información”, aseguró, aunque pidió “un respiro” para terminar de “aterrizar” en el cuartel general del PSOE, confiado que estará a la altura de las circunstancias pese al “listón tan alto” que deja su antecesora en el cargo.

La llegada de Marcelino Iglesias no ha cambiado mucho la vida en Ferraz, al menos de momento. Del aragonés desde luego no se puede decir que ha entrado como un elefante en una cacharrería pero sí parece que se haya depurado un poco el viciado aire de los últimos tiempos cara a los medios. José Antonio Blay seguirá siendo jefe de prensa, y el nuevo secretario de Organización ocupará el despacho que deja Pajín, en la planta quinta del edificio y justo al lado del vicesecretario general, José Blanco, con el que Iglesias no pretende enfrentarse bajo ningún concepto; al fin y al cabo, como él mismo dijo, las competencias de ambos las marcan los estatutos.

Blanco presidirá el comité electoral que diseñará la estrategia a seguir en las próximas citas electorales, mientras que Iglesias coordinará a las federaciones territoriales y los mensajes políticos entre el Gobierno y el partido. En su agenda ya tiene anotado el primer encuentro con dos de los ministros de Zapatero, de los que no quiso desvelar sus nombres porque “lo que menos necesitamos ahora son fotos”, dijo a los medios. Discreción y eficacia en las políticas y en los mensajes. No se trata de “explicar mejor” sino de “explicar más”, dijo parafraseando a Zapatero.

Iglesias toma el relevo de Pajín sabedor de los retos que tiene planteados. Serán seis meses “muy intensos” en los que andará entre Madrid y Zaragoza, hasta que finalice su mandato como presidente de Aragón, una responsabilidad que no aparcará y que pretende compaginar de la mejor manera posible. Prudente al extremo, Iglesias no quiso entrar al trapo de las críticas en torno a su nombramiento y al hecho de que se barajaran otros candidatos a ‘número tres’ del PSOE, aunque según él, para ese puesto “no suele haber muchos candidatos…, la gente es más sensata”, ironizó.

Pero si algo le molesta al aragonés es que se filtren a la prensa las intervenciones a puerta cerrada que se producen en los diferentes órganos del partido. Iglesias no es muy amigo de que los miembros de la dirección socialista cuenten a los periodistas los intríngulis de la reunión de cada lunes. De hecho, un miembro de la Ejecutiva Federal bromeó con este asunto poco después de terminar el encuentro diciendo –antes de que nadie le preguntase- que no se había enterado de nada de lo que se había hablado en la ejecutiva.

Pausado, discreto, prudente y didáctico (algunos le comparan con Rubalcaba), Iglesias arranca esta nueva etapa política sabiendo a qué patio se enfrenta. En charla distendida con los periodistas, fuera ya de micrófonos, contó divertido algunas de las advertencias que le han llegado sobre hacer política en Madrid, una “selva virgen” y al acecho la “jauría” mediática. Pero no es para tanto, reconoció, aunque sí expresó su deseo de que la vida política española deje de girar en torno “a la Castellana”, de ahí su invitación a los medios para celebrar en Zaragoza alguna rueda de prensa.

Marcelino Iglesias aterriza en Ferraz sin estridencias y con un guiño a la prensa